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Debáltsevo, pan y miedo

Debáltsevo intenta poco a poco volver a la normalidad, después de sufrir los combates más feroces de la guerra en el este de Ucrania. Han pasado tres semanas desde que los rebeldes prorrusos tomaron el control de la ciudad, hoy por hoy irreconocible. Nadezhda Ignatenko, de 65 años, ha perdido su casa, cerca del cementerio, y ahora vive con un vecino. Explica que los bombardeos eran tan intensos que la gente no podía enterrar a sus seres queridos. “Hemos sobrevivido, es imposible expresar lo que hemos vivido. Al principio, cuando todavía podía esconderme en el sótano, me sentaba allí y temblaba de miedo, mientras las bombas seguían cayendo”, cuenta Nadezhda Ignatenko, vecina de Debáltsevo. En Debálsevo falta de todo. Sus habitantes tienen hambre. La buena noticia llegó el fin de semana cuando retomó su actividad la fábrica de pan. Cada familia recibe dos panes por día. Uno de los principales hospitales de la ciudad reabrió la semana pasada, aunque todavía no tiene ni agua ni calefección. De momento, solo puede acoger a seis pacientes, todos personas mayores con bronquitis aguda tras pasar semanas encerradas en húmedos sótanos. Uno de esos pacientes es Nataliya Maslova, de 62 años. “Había muchos cadáveres. Los perros se los estaban comiendo. Manos, piernas, cabezas, porque era imposible sacarlos de allí”, recuerda, entre lágrimas, Nataliya Maslova, residente de Debáltsevo, ingresada en el citado hospital. El autoproclamado alcalde de Debáltsevo, ciudad estratégica entre Lugansk y Donetsk en la que antes del conflicto vivían 25.000 personas, dice que intenta que todo vuelva a la normalidad lo antes posible, pero la situación sigue siendo complicada. Tanto los habitantes de Debáltsevo como los combatientes rebeldes que están allí temen que los combates puedan reanudarse en cualquier momento. “Es mi tercer alto el fuego. Y todos terminan de la misma manera: con el reforzamiento de las posiciones y el reagrupamiento de fuerzas”, ha señalado un comandante prorruso, apodado Cherniy.