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Vivía con 200 dólares al mes pero una vieja manta cambió su vida

En solo 72 segundos, Loren Krytzer pasó de ser desempleado en quiebra a millonario.

Y todo gracias a una vieja manta de la tribu nativa Navajo, del año 1800, que había estado olvidada en su armario durante siete años, que Krytzer vendió en una subasta en California por 1.5 millones de dólares.

Manta para silla de montar Navajo de finales de 1800, exhibida en el Centro de Historia de Colorado. (Foto de Hyoung Chang / The Denver Post a través de Getty Images)
Manta para silla de montar Navajo de finales de 1800, exhibida en el Centro de Historia de Colorado. (Foto de Hyoung Chang / The Denver Post a través de Getty Images)

La historia de este carpintero de 53 años parece salida de una película. Su vida transcurría con naturalidad, hasta que un mal día Krytzer sufrió un accidente automovilístico. Con una pierna amputada y luego de casi un año hospitalizado, no mucho podía continuar progresando este hombre.

Para colmo, las autoridades designadas para tomar este tipo de decisiones le negaron en repetidas ocasiones una pensión por discapacidad. Entonces no le quedó más remedio que enviar a sus hijas a vivir con los abuelos en Luisiana.

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“No tenía a mis hijos, no tenía dinero, mi vida estaba destruida”, lamentó Krytzer cuando fue entrevistado por para CNBC.

Hasta que un día Krytzer vio en la televisión un capítulo de la serie "Antiques Roadshow”, en el que un hombre de Arizona descubre que una manta de origen Navajo podía costar medio millón de dólares.

“Pausé el episodio y fui a buscar la manta de mi abuela —relató, todavía sorprendido— y me puse a compararla con la que aparecía en el televisor. Eran casi idénticas”.

Aquella manta estaba en su poder porque, al morir su abuela, eso y unos libros era lo único que le había tocado. Nadie hasta entonces se había percatado de su valor. Cuando llegó a la casa de la anciana, ya su madre y su hermana lo habían acaparado todo para ellas. Había una última bolsa con dos mantas: una suave de la Bahía de Hudson y otra Navajo que la abuela colocaba en el suelo del porche cuando la gata paría.

La hermana de Krytzer agarró la primera; él se quedó con la segunda.

“Le dije: ‘¿Qué vas a hacer con eso? Y ella respondió: ‘No quiero esa cosa vieja y sucia’. Entonces la recogí... la puse en mi armario y allí permaneció durante siete años”, apuntó.

Ahora aquel hombre de la televisión decía que una manta semejante podía valer entre 300,000 y 500,000 dólares, por lo que Krytzer empezó a pensar que tal vez podía hacerse con unos 5.000 o 10.000 dólares.

A partir de entonces visitó sin mucha suerte varias casas de ventas de antigüedades. Por último, se acercó a la casa de subastas de John Moran, que se especializa en objetos producidos por los nativos americanos.

Al ser revisada, descubrieron que aquella rarísima manta había pertenecido a un cacique Navajo, que era tan antigua como el año 1800 y que en nuestros días podía obtener unos 200.000 dólares en una subasta.

Sin embargo, varias personas tentaban a Krytzer con un pago inferior, aunque igualmente suculento, si desistía de esperar al día de la subasta. Pero el hombre resistió a la tentación, incluso ante el embate del propio Moran, quien le ofrecía 9.000 dólares al contado y fin de la aventura.

“Pensaba ‘ojalá que me alcance para arreglar mi auto o para comprarme una casa”, contó Krytzer.

El día de la subasta

Aquel 12 de junio de 2012, los nervios se agolpaban, irritados, tanto en Krytzer como en Lisa, su novia. Pero la subasta duró apenas 77 segundos. Bastó una llamada telefónica y las ofertas saltaron de 150,000 dólares a medio millón; luego llegó al millón, para que se acordara la venta por 1.5 millones de dólares.

“Tuvieron que traer agua y paños para secarme el sudor porque estaba hiperventilando —relató—. Sentía que no podía respirar y no pude evitar las lágrimas”.

Al final este hombre recibió 1,3 millones, luego de las deducciones de la casa.

Pero ahí no acabó su calvario. Porque varios miembros de su familia empezaron a reclamarle dinero. Sobre todo su hermana, quien lo amenazó con llevarlo ante la justicia.

“Fue algo difícil de asimilar —contó Kritzer—. Trabajé toda mi vida en la construcción, nunca me compré nada, nunca ahorré, siempre alquilé. Tenía un auto usado y vivía de cheque a cheque”.

Decisiones inteligentes

Pero salió airoso. El mismo Moran le aconsejó cómo debía maniobrar con su dinero, para no despilfarrarlo. Así que Krytzer invirtió en acciones y bonos. También se compró dos casas, una con piscina y una hermosa vista al valle para vivir con Lisa, con quien contrajo matrimonio, y otra para rentarla.

En el segmento de lujos, Kritzer se compró una moto Harley Davinson, varios autos y se pagó un viaje en crucero con su mujer y sus tres hijas. Y gracias a este dinero, pudo mandarse a fabricar una prótesis a la medida de su pierna ausente.

Cuenta la historia que el comprador de la manta Navajo se la vendió cuatro años después por 1,8 millones de dólares a Charles and Valerie Diker, quienes más tarde anunciaron que parte de su importante colección de arte nativo estadounidense sería donada al Museo Metropolitano de Nueva York.

Tal vez la vieja manta de los ancestros de Loren Krytzer se encuentre entre este donativo.

La venta de la manta “me dio una nueva oportunidad en la vida”, concluyó.

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