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No vale la pena temer por los cuentos de anticuerpos: Sam Fazeli

(Bloomberg) -- Un reciente estudio realizado en el Reino Unido muestra que la disminución de anticuerpos en las personas infectadas con covid-19 ha captado cada vez más atención, lo que aviva los temores de que la inmunidad adquirida por la exposición al virus podría no durar. Hay muchas cosas de las que hay que preocuparse en torno al nuevo coronavirus, pero esta no es una de ellas, al menos no todavía, y es importante entender por qué.

Primero, una pequeña introducción a la inmunología. Después de toparnos con una nueva infección, varias células diferentes que se distribuyen por todo el cuerpo —especialmente en áreas a menudo expuestas al entorno externo, como la piel y superficies de nuestros pulmones e intestinos— atacan directamente al patógeno, o bien, activan un sistema de alerta química. Esto es lo que se conoce como nuestro sistema inmunitario innato, y es la primera línea de defensa contra las infecciones.

La segunda línea de defensa, el sistema inmunitario adaptativo, capta la alerta enviada por el sistema innato y produce anticuerpos contra los patógenos invasores. Los anticuerpos hacen principalmente dos cosas: se unen a los patógenos para que las células inmunes puedan “verlos” y matarlos; también pueden unirse a partes específicas de un patógeno que le permiten ingresar a las células humanas y, por lo tanto, neutralizarlo. Además de los anticuerpos, hay otra rama del sistema inmunitario adaptativo que está involucrado en la limitación de infecciones: la célula T. Básicamente, el trabajo de estas células es matar las células que el virus ha logrado infectar después de evadir a los anticuerpos.

En cuanto al covid-19, varios estudios muestran que los anticuerpos en pacientes que han desarrollado cuadros graves y han sobrevivido, se mantienen en un nivel fácilmente detectable hasta cuatro meses después de la infección. Este es el punto en el que la mayoría de los estudios han terminado hasta ahora. Lo que generó preocupación esta semana fue una investigación del Imperial College de Londres, que informó una precipitada reducción entre junio y septiembre en el número de personas que dieron positivo a estos anticuerpos. El temor es que esto podría implicar que la capacidad del cuerpo para generar una respuesta inmunitaria al covid-19 disminuye. Pero esta disminución se puede explicar fácilmente: así es como se supone que debe funcionar.

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Una vez que el cuerpo humano ha eliminado una infección, no necesita continuar produciendo anticuerpos a niveles altos, por lo que estos disminuyen con el tiempo. Si continuamos produciendo grandes cantidades de anticuerpos en respuesta a cada uno de los miles de patógenos con los que nos hemos topado, nuestra sangre y tejidos estarían obstruidos con anticuerpos innecesarios. El objetivo del sistema inmunitario adaptativo es primero producir muchos anticuerpos para eliminar un patógeno y luego formar una “memoria” para que la próxima vez que aparezca la misma infección pueda responder más rápidamente y prevenir la enfermedad. Una caída en los anticuerpos, entonces, no es necesariamente una preocupación en sí misma. Lo que es más importante, y que aún no sabemos, es si las personas infectadas forman una memoria inmunitaria que les ayude a producir nuevos anticuerpos en caso de que el virus reaparezca.

Y tengo otras preocupaciones. Una es que el virus parece capaz de amortiguar o evadir la respuesta inmunitaria innata y adaptativa en algunas personas. Esa respuesta ya pierde fuerza a medida que envejecemos, lo que es una explicación de por qué la enfermedad es mucho peor en los ancianos. Los científicos incluso han encontrado a personas que tienen defectos en el crucial sistema de alerta química, llamado interferón tipo 1, cuya posibilidad de desarrollar un cuadro grave de la enfermedad por covid-19 es mucho mayor que en otras. El virus también parece tener la capacidad de prevenir la formación de estructuras especializadas en nuestro sistema inmunitario donde la inmunidad adaptativa se ajusta y se forman células de memoria inmunitaria (en la jerga médica se denominan ‘centros germinales’ y se forman en los nódulos linfáticos). Esto significa que podemos terminar con una respuesta debilitada de anticuerpos, una respuesta que sea demasiado pequeña o tardía para detener el desarrollo de la enfermedad, o una memoria limitada del sistema inmunitario.Efectivamente vemos casos de reinfecciones y, aunque hasta ahora han sido muy escasos, es probable que veamos más. Hasta que sepamos más sobre cómo este virus afecta nuestra inmunidad a largo plazo, debemos continuar reduciendo los riesgos de enfermedad con una mejor higiene, el uso de mascarillas y distanciamiento social. La disminución de los anticuerpos también ha generado preocupación en torno a que las vacunas puedan fallar. Por el contrario, las vacunas pueden inducir una inmunidad duradera sin verse obstaculizadas por la capacidad del virus para amortiguar la respuesta inmunitaria. Tenemos varios ejemplos de infecciones que el cuerpo humano no siempre puede eliminar por sí solo y que pueden prevenirse con vacunas, como Gardasil, de Merck & Co., para infecciones de papiloma humano, y Shingrix, de GlaxoSmithKline, para herpes zóster.

En pocas palabras, la disminución de los anticuerpos después de una infección no es motivo de alarma, es un fenómeno natural. Tampoco significa que los esfuerzos por encontrar una vacuna estén destinados al fracaso. Lo que necesitamos saber es si las infecciones producen una buena “memoria” y si las vacunas contra el virus podrán protegernos, y en qué medida.

Nota Original:Scary Covid-19 Antibody Stories Aren’t Worth Angst: Sam Fazeli

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©2020 Bloomberg L.P.