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¿Existe la caza sostenible o es simplemente un negocio más?

Silueta de un cazador. La actividad de la caza genera tanto dinero en España como el sector del vino. Foto: Getty Images.
Silueta de un cazador. La actividad de la caza genera tanto dinero en España como el sector del vino. Foto: Getty Images.

Todos hemos estudiado en el colegio que antes de ser el animal tecnológico que somos hoy, antes de los romanos, los griegos y los egipcios y antes de que se ‘descubriera’ la ganadería y la agricultura, la humanidad sobrevivía a base de recolectar frutos silvestres y de cazar animales. Por lo tanto, la caza va unida al ser humano desde hace miles de años.

Y desde entonces, por mucha evolución de técnicas de producción y cambios sociales que ha habido en la historia, esta actividad se ha mantenido en una parte importante de la población. Aunque el porcentaje de personas que la practican ha bajado constantemente cada siglo, lo cierto es que sigue muy presente en países como el nuestro.

Según el primer estudio realizado sobre 'El impacto económico y social de la caza en España', elaborado por la consultora Deloitte por encargo de la Fundación Artemisa, lobby representa a las principales organizaciones de cazadores e industriales del sector, la caza en España genera anualmente una actividad valorada en 6.475 millones de euros, lo que supone un 0,3% del PIB español. Para hacernos una idea, equivale a toda la riqueza creada por un sector tan fuerte como el del vino. Esta actividad da empleo a unas 45.000 personas.

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Cada año se abaten en España más de 20 millones de piezas menores y 600.000 de caza mayor en los 32.800 cotos existentes en 43,8 millones de hectáreas declaradas como de aprovechamiento cinegético, lo que representa nada menos que el 87% del territorio español. En este momento cabe preguntarse si esto es sostenible medioambientalmente. Desde luego parecen cifras muy altas y que podrían sobrepasar los límites de una gestión sostenible de estos ‘recursos’.

Argumentos de la caza sostenible

Tanto es así que desde propios colectivos de cazadores se han creado organizaciones como la Fundación Caza Sostenible, que promueve la caza sostenible “y, a través de ella, la conservación de la biodiversidad”. De primeras suena un poco raro que para promover que haya animales haya que matarlos. Algo así como apagar un fuego con gasolina. La explicación desde estas organizaciones es que los propietarios de terrenos cinegéticos destinan anualmente unos 285 millones de euros a acciones como repoblación e inversión de conservación medioambiental y mantenimiento de accesos, pantanos, y a podas, cortafuegos y otras mejoras del monte.

Los cazadores argumentan que la caza sostenible ayuda a "la conservación de la biodiversidad”. Foto: Getty Images.
Los cazadores argumentan que la caza sostenible ayuda a "la conservación de la biodiversidad”. Foto: Getty Images.

La ‘autocrítica’ que hacen los ‘cazadores pro sostenibilidad’ es reconocer que una caza correcta sí mantiene y conserva las poblaciones de las especies cinegéticas a lo largo del tiempo, tomando sólo la parte excedente susceptible de aprovechamiento y respetándolas también como especies silvestres naturales insertas en sus ecosistemas, mientras que una caza incorrecta sí sobreexplota sus poblaciones.

Choque con los animalistas

Y desde un sentido ético, hay posiciones muy enfrentadas entre cazadores y animalistas. Unos ven beneficios porque la caza reduce los accidentes de circulación y los siniestros agrícolas en el mundo rural. Ponen el ejemplo de que evita la sobrepoblación de jabalíes y corzos, que son los responsables del 54% de los siniestros de tráfico causado por fauna silvestre.

Pero desde partidos como PACMA se condena la caza y pesca deportiva y no las considera un deporte ni una actividad positiva, sino un atentado contra la vida. Creen que no existe ninguna justificación para matar a un animal y defiende una relación de convivencia equilibrada entre los humanos y los animales. Y eso sin meterse en el tema de la caza de safaris, absolutamente aberrante.

Lo que está claro es que en el planeta que vivimos hay que replantearse éticamente nuestra relación con el mundo y los seres vivos. Por muy sostenible que se quiera ser, desde luego que no es ético que un animal agonice durante horas o incluso días por recibir un disparo que no ha sido mortal instantáneamente. Es positivo que los cazadores vean que la sobreexplotación es un problema. Pero no es el único problema.

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