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La era de las tasas de interés bajas en Brasil llegó a su fin

(Bloomberg) -- Once meses después del comienzo del vertiginoso ciclo de alzas de tasas de interés en Brasil, los daños económicos se acumulan.

Las familias están ahogadas en deudas, debiendo destinar más de la mitad de sus presupuestos mensuales para hacer frente a los crecientes pagos; el auge de las ofertas públicas iniciales (OPI), una fuente clave de financiamiento para las industrias en crecimiento, se detuvo a medida que los inversionistas canalizan el dinero hacia los ahora atractivos bonos gubernamentales; y la economía volvió a caer en recesión menos de un año después de salir del colapso provocado por la pandemia.

Es un giro tan abrupto como el propio ciclo de ajuste monetario, y precisamente lo que los encargados de la política monetaria en Estados Unidos y Europa tratan de evitar mientras intentan frenar el brote inflacionario que se ha instalado en todo el mundo.

Apenas dieciocho meses después de que el Banco Central de Brasil redujera su tasa de referencia a un mínimo histórico del 2%, hoy se encuentra en un 10,75%. Incluso en una región en la que los encargados de la política monetaria han mostrado un celo poco común durante el último año para controlar la inflación, esta campaña de aumento de tasas se destaca. Y aún no ha terminado: es casi seguro que habrá al menos un aumento más, lo que contribuirá a consolidar las expectativas de los mercados financieros de que la tasa se mantendrá en dos dígitos en los próximos años.

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“Brasil lidiará con tasas más altas durante mucho tiempo”, dijo Felipe Guerra, socio fundador de la administradora de fondos de cobertura Legacy Capital, en un evento organizado por Credit Suisse Group AG, citando la preocupación por el gasto público. “Las perspectivas de los mercados emergentes son difíciles y Brasil tiene un mal historial de inflación”.

El aumento de las tasas ha reavivado rápidamente el carry trade entre EE.UU. y Brasil, que durante décadas permitió a los inversionistas pedir préstamos en dólares estadounidenses para invertir en bonos brasileños de mayor rendimiento, ya que el país mantuvo sistemáticamente algunas de las tasas de interés más altas de los mercados emergentes.

Pero están teniendo un impacto más lento en la inflación. Aunque las expectativas para 2023 acaban de estabilizarse por encima de la meta del 3,25%, los precios siguen subiendo a un ritmo anual de más del 10%, lo que perjudica el poder adquisitivo de las familias y la popularidad del presidente Jair Bolsonaro justo cuando se prepara para su campaña de reelección.

Temores presupuestarios

De hecho, las preocupaciones por el excesivo gasto público, tanto antes como después de las elecciones presidenciales de octubre, son ahora la principal razón por la que las expectativas de inflación se mantienen por encima de la meta.

El año pasado, Bolsonaro socavó aún más la agenda de austeridad del ministro de Economía, Paulo Guedes, al presionar por cambios a una norma que limita el gasto público para dar cabida a más transferencias de dinero a las familias de menores ingresos. Este año, pretende reducir los impuestos a los combustibles, lo que afectaría los ingresos fiscales, al tiempo que promete aumentos salariales para algunos funcionarios.

Las propuestas políticas de su principal rival, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, tampoco parecen muy prometedoras para el control de la inflación. Sus principales asesores han presentado planes de inversiones masivas en infraestructura y programas sociales más robustos, y el propio Lula ha criticado el límite de gasto del país.

Preocupado por las perspectivas fiscales de Brasil, el banco central advirtió el martes que es posible que su ciclo de ajuste tenga que ser más restrictivo de lo que se pensaba en un principio. Los economistas entendieron inmediatamente el mensaje, revisando al alza sus previsiones de tasas a más del 12% al final del ciclo.

“Sin un ancla fiscal, Brasil se enfrenta al riesgo de vivir con tasas de dos dígitos incluso después de que el ciclo de endurecimiento llegue a su fin”, señaló la economista para Brasil de Bloomberg, Adriana Dupita. “La ausencia de una senda fiscal clara y sostenible no solo implica tasas reales neutras más altas, sino que también aumenta la incertidumbre sobre la senda de la inflación. Eso reduce la disposición de los inversionistas a financiar al Gobierno con bonos largos de un solo dígito”, añadió

Brasil tiene algunas soluciones posibles para controlar la deuda pública, dijo la economista de JPMorgan Chase & Co. Casiana Fernández.

“O controla el gasto público o aumenta los ingresos a través de mayores impuestos o un crecimiento más rápido, o tiene más inflación”, dijo. “Probablemente tendremos una combinación de todas esas cosas y eso determinará cuánto podrá reducir el banco central las tasas de interés en el futuro”.

Exageración

El giro de 180 grados de la política monetaria de Brasil plantea dudas sobre la estrategia del presidente del banco central, Roberto Campos Neto, de ir más lejos que todos sus predecesores al reducir la tasa Selic al 2% en 2020. Cuando la economía comenzó a reabrirse a fines de ese año, las cosas parecían ir en la dirección correcta, ya que la actividad, los niveles de deuda y la recaudación de impuestos mejoraron.

Parecía factible, hasta que dejó de serlo. El aumento de la demanda interna y de los costos de las materias primas en todo el mundo obligó al banco a empezar a endurecer la política monetaria con una subida de tasas mayor de la esperada en marzo pasado. Luego tuvo que acelerar el ritmo de endurecimiento cuando las preocupaciones fiscales pasaron a primer plano.

Las reformas implementadas desde 2017, como el límite del gasto público y la revisión de las pensiones, ayudaron a evitar las oscilaciones extremas de ajuste y relajación del pasado. Los llamados niveles de tasas de interés neutrales, que no estimulan ni restringen la actividad económica, llegaron a ser del 6,5% antes de esas reformas. Ahora están más cerca del 4%, pero en aumento.

El equipo de Campos Neto corre el riesgo de perjudicar a la economía subiendo demasiado las tasas, ya que se centra en las expectativas de inflación de los analistas, que reflejan fuertes riesgos fiscales, en lugar de en sus propios modelos, dijo Tony Volpon, estratega de Wealth High Governance y antiguo director del banco central.

Volpon fue uno de los pocos economistas que advirtió que la tasa clave de Brasil había bajado demasiado. Ahora advierte que el banco central debe evitar ser demasiado agresivo.

“No se puede corregir un error haciendo exactamente lo contrario”, dijo.

Nota Original:

Recession, IPO Drought Slam Brazil as Low-Rates Era Comes to End

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