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Koeman coquetea con el 'cholismo' para firmar su sentencia

Ronald Koeman head coach of Barcelona during the La Liga Santander match between Levante UD and FC Barcelona at Ciutat de Valencia Stadium on May 11, 2021 in Valencia, Spain. Sporting stadiums around Spain remain under strict restrictions due to the Coronavirus Pandemic as Government social distancing laws prohibit fans inside venues resulting in games being played behind closed doors. (Photo by Jose Breton/Pics Action/NurPhoto via Getty Images)
Ronald Koeman, técnico del Barcelona, con gesto contrariado durante el partido entre Levante y Barcelona. (Foto: José Bretón/Pics Action/NurPhoto vía Getty Images) (NurPhoto via Getty Images)

El Barcelona se lleva un varapalo al empatar contra el Levante un partido que iba 0-2 ganando al descanso. Los cambios de Ronald Koeman condenaron a los culés justo el día menos indicado para buscar ser lo que las características de tus jugadores no te deja, un equipo bronco que sabe sufrir. El 'cholismo' se inculca a base de partidos, no se puede faltarle al respeto coqueteando con él al tuntún.

Con el 2-3 en el marcador, después de sobreponerse cinco minutos después al golpe de un empate -dos goles encajados en dos minutos-, a Koeman le entró el pánico. Sacrificó a Pedri, que lleva varias jornadas con el tanque de oxígeno en la reserva, para meter a Mingueza al campo. Tenía la opción en el banquillo de Riqui Puig, tenía la opción del gusto por el balón y la frescura, la de la movilidad y la posesión para acabar por agotar al Levante. Optó por la de adelantar la posición de Dembélé, de carrilero extremo, para apuntalar la defensa con un tercer central actuando de carrilero.

Error fatal. No sólo demuestra falta de valentía en Koeman. Lo más preocupante es que parece no conocer las virtudes y los defectos de su plantel a estas alturas de temporada.

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El Barça lleva con problemas defensivos todo el curso. Los partidos que mejor ha defendido encuentran la causa principal en el robo en la primera o segunda líneas de presión. No sabe agazaparse atrás a esperar, que es el mensaje que dio Koeman con su primer cambio. Así es como se hace un equipo más largo y vulnerable. No está hecho para ello ni cuenta con los jugadores apropiados. El Barça no es el Atlético de Madrid.

Koeman quiso disfrazarse del mejor del mundo en su terreno, Diego Pablo Simeone.

Y no dejó ahí la cosa. A diez minutos del final, el holandés retiraba del verde a Griezmann para sacar a Braithwaite -piernas frescas para impedir la salida fácil de balón del rival. Bien-, pero cometía la desfachatez de sacar a Dembélé para dar entrada a Dest. Otra vez renunciaba a la posesión y la movilidad para con pelota. Situaba un lateral de interior, perdiendo presencia para tratar de obstaculizar la salida desde atrás de un Levante que exprimió la calamidad de Koeman a la perfección. El empate, por esa banda, con Dest perdiendo la espalda y una salida cómoda con un balón en largo que acabó en la red defendida por Ter Stegen.

Koeman no volvió a acudir a Riqui Puig o Trincao en ese momento tan crítico de partido, que pedía a gritos respiro a base de dormir el choque y bajar el ritmo ante un rival al que estas decisiones facilitaron mucho las cosas.

Con el resultado adverso para las aspiraciones de título, Koeman sí que se decidió por Riqui Puig. Corría el minuto 85.

Tras semanas de rumores sobre Laporta y su falta de convencimiento en que Koeman era el capitán perfecto para el nuevo proyecto de yate culé, no le va a hacer falta sentenciarle, ya ha firmado su sentencia él solito.

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