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Nadal tiene derecho a explotar contra Djokovic y Pella, pero no toda la razón

Spain's Rafael Nadal reacts during a press conference after his defeat to Serbia's Novak Djokovic in the men's singles final on day 14 of the Australian Open tennis tournament in Melbourne on January 27, 2019. (Photo by PAUL CROCK / AFP) / -- IMAGE RESTRICTED TO EDITORIAL USE - STRICTLY NO COMMERCIAL USE --        (Photo credit should read PAUL CROCK/AFP via Getty Images)
(Photo: PAUL CROCK/AFP via Getty Images)

Tiene toda la pinta de que si la cuarentena previa al Open de Australia se alarga un par de semanas más, en vez de un torneo de tenis, los organizadores van a tener que organizar un Royal Rumble con los tenistas entrando a la pista cada dos minutos y pegándose mamporros hasta que solo quede uno en pie. El último en estallar públicamente ha sido Rafa Nadal y es que aquí cada uno defiende lo suyo y tiene todo el derecho a hacerlo. En declaraciones a ESPN Argentina, Nadal criticaba como hipócritas las declaraciones de los que se quejan por el trato de favor al top 3 ATP y WTA que están en Adelaida disfrutando de unas condiciones mejores... mientras no dicen nada de que ellos están a su vez en mejores condiciones que otros compañeros en Melbourne.

Nadal básicamente estaba criticando a Guido Pella, que fue quien salió a denunciar la injusticia, reconocida abiertamente por el propio organizador del torneo, Craig Tiley... pero de paso le mandó un recado a Novak Djokovic, como no podía ser de otra manera: “Algunos hacemos cosas en privado para ayudar a los compañeros y no necesitamos hacer propaganda con ello”. Ahora solo queda que responda Novak y a este le responda Thiem y así vamos amenizando esta previa que se está haciendo eterna. Lo primero que hay que dejar claro es que Nadal hace muy bien en defenderse si le atacan. Pella llegó a decir que él no dormiría bien si estuviera en el lugar del mallorquín o que le daría vergüenza. Eso es mucho decir, la verdad. Nadal lleva dieciséis años siendo uno de los tres mejores tenistas del mundo y si le tocó a él la exhibición de Adelaida no es por una pirueta del destino sino porque se lo ha ganado.

Aparte, Nadal dijo en la entrevista muchas cosas muy razonables. ¿A qué viene quejarse tanto cuando son multimillonarios en hoteles de cinco estrellas? Sí, de acuerdo, algunas habitaciones son más grandes y otras más pequeñas. Algunas tienen balcón y otras no tienen ni ventanas al exterior. Pero viven en hoteles de lujo gratuitos dentro de una situación global en la que no solo dos millones de personas han muerto sino que muchas más van a caer en la ruina económica absoluta. ¿Es tanto el sacrificio como para pedirle al gobierno de Victoria que cambie su legislación ahora que han conseguido volver a los cero contagios diarios? Nadal, que vive en un país donde se detectan 40.000 al día, sabe de lo que habla. Pella, que vive en Argentina, uno de los países más golpeados por la pandemia, debería saberlo.

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Dicho esto, Nadal hace un poco de trampas cuando pide que nadie se queje. A ver, si comparas la situación de Pella con la de un jubilado encerrado en casa tres meses sin ver a sus nietos, obviamente, no hay queja posible. Si comparas la situación de Pella con la de un compañero o compañera de la misma burbuja que haya estado en contacto con un positivo y por lo tanto no pueda ni moverse de su habitación ni para entrenar una hora, también sería cuestión de quedarse callado. Pero, ¿por qué no va a tener derecho también Pella a compararse con otros compañeros que van a disputar el mismo torneo que él y que entrenan cuatro horas y media al día mientras el resto del tiempo pueden salir al balcón a tomar el aire y el sol y disfrutar del verano australiano?

Nadal no tiene la culpa de esta desigualdad de oportunidades, por supuesto, pero tampoco puede pedir a los demás que las acepten calladitos. Todos sabían cuando viajaron a Melbourne que tendrían que pasar una cuarentena de catorce días. Lo que no sabían era que habría tres cuarentenas: una para los privilegiados de la exhibición de Adelaida, otra para el común de los mortales y una tercera, desafortunada y muy restrictiva, para los que viajaron en los vuelos donde se descubrieron después casos positivos. Que no sea culpa suya no quiere decir que no se esté beneficiando ni mucho menos que sus competidores -que eso es lo que son- no se lo vayan a afear.

En cuanto a Djokovic... bueno, ya sabemos que Djokovic está ahora mismo demasiado interesado en la política, en su candidatura al consejo de jugadores de la ATP -pese a haber dimitido hace unos pocos meses- y en la alternativa sindical que está preparando y que no se sabe muy bien cómo va. Djokovic es el número uno del mundo, además. Que haga cosas de manera pública es algo lógico. No sé si es algo que “necesite” hacer pero sin duda forma parte de su campaña de “necesito agradar al mundo porque al mundo le parece mal todo lo que hago”. Bueno, esta era una causa perdida, pero sí, mandó la carta al gobierno regional de Victoria, se comió el rechazo y además le acusan de hipócrita. Igual es mucho para una batalla que tenía tan poco recorrido.

Que Nadal y Djokovic no se pueden ni ver lo sabemos desde hace mucho tiempo. Sospecho que Rafa aún no le ha perdonado las imitaciones en el US Open 2007 con las que Novak se hizo famoso entre la prensa estadounidense. Desde entonces, la cosa no ha ido a mejor. En este caso concreto, la conclusión es clara: sea en privado, sea en público, ninguno de los dos ha conseguido demasiado. Sigue habiendo tres cuarentenas con tres condiciones diferentes para tres grupos distintos de jugadores. Y sí, en lo alto de esa pirámide están Nadal, Djokovic y Thiem, se pongan como se pongan, y afrontarán el torneo con más opciones que el resto. Aún más opciones, habría que decir, pues es complicado buscar un cuarto candidato que les haga sombra. Y si lo encontráramos, desde luego no sería Guido Pella.

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