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¿Qué se hace con la ropa que no se vende en rebajas?

Jaime Quirós – Con la llegada de agosto se da por terminado el segundo periodo oficial de rebajas en algunos países, como es el caso de España. No quiere decir que no sigamos encontrando ofertas y descuentos, ya que las tiendas tienen que acabar de vender la ropa de la temporada de verano. Deben hacerlo antes de que esta termine o tendrán que ‘comerse’ lo que aún quede en almacenes y tiendas.

Por mucho que haya super ofertas y descuentazos en los que parece que las tiendas se han vuelto locas, han tirado la casa por la ventana y se van a quedar sin prendas, en todas las rebajas acaba habiendo excedente. Puede acabar en diferentes sitios, dependiendo de la marca de la que estemos hablando, aunque hay acciones generalizadas.

[También de interés: “Los productos en los que más nos la intentan colar en rebajas”]

Fotografía de archivo muestra a un transeúnte cerca del escaparte de un comercio durante las rebajas, en Frankfurt (Alemania), el 18 de julio de 2018. EFE/ Ronald Wittek.
Fotografía de archivo muestra a un transeúnte cerca del escaparte de un comercio durante las rebajas, en Frankfurt (Alemania), el 18 de julio de 2018. EFE/ Ronald Wittek.

La primera opción de las tiendas es alargar el periodo de rebajas con descuentos aún mayores, con los que incluso pueden perder algo de dinero. Prefieren vender a precio de fabricación o algo por debajo, que tener el almacén lleno de ropa que ha pasado de moda. El siguiente paso nos lleva a los outlet. Tiendas específicas que venden ropa rebajada de temporadas anteriores o que contiene alguna tara. No son tiendas de peores, ni mucho menos. En la mayoría de los casos los precios merecen la pena aunque no estés comprando la última chaqueta que ha puesto de moda Amancio.

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Una tercera opción que usan algunas marcas consiste en vender el excedente a terceros países. Se llevan las prendas a países cuyos mercados están menos saturados y donde puede que tengan una buena acogida. Otra acción posible es regalar la ropa a organizaciones benéficas. Así las empresas ponen en marcha su política social y ambas partes salen beneficiadas: las tiendas vacían sus almacenes y gente sin recursos tiene prendas de vestir.

Estas opciones son llevadas a cabo, en mayor o menor medida, por marcas populares como las del grupo Inditex o H&M. Pero las marcas de lujo funcionan de otra manera. La opción que más llevan a cabo es la de deshacerse de las prendas una vez terminada la temporada. Para estas empresas su reputación es lo más importante, su ropa es selecta y no puede llevarla cualquiera, por lo que prefieren destruir el excedente antes que venderlo por debajo de su precio, y por tanto perder valor de marca.

Los ciudadanos comienzan a darse cuenta de lo absurdo de estas políticas de marca y la impoluta reputación de las marcas de lujo se ve afectada por las críticas de personas con pensamientos éticos. Los medios de comunicación y las redes sociales se encargan de que esas prácticas salgan a la luz de forma masiva. Por ejemplo, la noticia sobre que Burberry ha quemado prendas valoradas en 33 millones de dólares se ha vuelto viral los últimos días.

Cada empresa tiene sus métodos, unos más aceptados o bien vistos y otros que seguramente a muchos les parezcan mezquinos y egoístas. Pero el mercado de la moda funciona así, al menos a día de hoy. Su ley principal es que nunca se puede aparecer en una nueva temporada con algo que ya has sacado a la venta en la anterior. Es inimaginable.

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