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Una casa para toda la vida, un sueño cada vez más lejano para los españoles

El acceso a la vivienda está cada vez más complicado para los jóvenes. Si bien es cierto que las nuevas generaciones pueden acceder a una mejor calidad de vida en lo relativo a opciones de ocio o nuevas tecnologías, encontrar un buen trabajo e independizarse resulta mucho más difícil que hace décadas.

Un reciente estudio del Banco Central Europeo (BCE) revela que el esfuerzo y la dificultad para acceder a una vivienda aumenta en cada generación. No resulta difícil adivinar lo que provoca: la edad media de emancipación de los jóvenes españoles está en 29,5 años, muy por encima de otros países de la Unión Europea. Además, la tasa de paro juvenil es del 40,7% en nuestro país, un porcentaje también muy superior al de otros países europeos.

Cada vez resulta más evidente que tener estudios universitarios o incluso un posgrado no te garantiza tener empleo. Los jóvenes, por norma general, tienen enormes dificultades para acceder a trabajos bien pagados. El empleo precario y las prácticas profesionales abusivas (en muchas ocasiones ni siquiera se le ofrece remuneración económica a la persona en prácticas) solo contribuyen a retrasar aún más la edad de emancipación.

Cuando se tienen suficientes ahorros para abandonar el núcleo familiar, lo normal es que los jóvenes se decanten por compartir un piso de alquiler con su pareja o amigos, puesto que la entrada inicial de un piso es elevada y no suele estar a su alcance.

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Mano sujetando unas llaves con unas cajas de cartón de mudanza al fondo.
La precariedad del mercado laboral impide que los jóvenes puedan independizarse y, mucho menos, asumir el pago de la entrada inicial de un piso. Getty creative. (Westend61 via Getty Images)

El informe publicado por el Banco Central Europeo confirma esta nueva dinámica y destaca que, a pesar de que las condiciones financieras hayan mejorado, “es menos probable que las generaciones más jóvenes vivan es sus propios hogares respecto a generaciones anteriores a su misma edad”. Si bien es verdad que el grueso del estudio está elaborado con datos de Estados Unidos, los autores destacan que las conclusiones son aplicables también a otros países europeos, como España, Reino Unido o Italia.

Algunos expertos creen que la pandemia podría facilitar la búsqueda de vivienda

Como ya se ha mencionado, la precariedad laboral en este segmento de la población contribuye a la expulsión de los más jóvenes del mercado inmobiliario. Los trabajos a los que pueden acceder los más jóvenes suelen ser inestables, temporales, a tiempo parcial o mal pagados. Conseguir empleo también es muy complicado, lo que provoca que, al final, las nuevas generaciones se conformen con un trabajo de estas características porque “es mejor eso que nada”.

A su vez, está vinculado con el enorme peso del sector servicios en la economía española, donde los empleos suelen ser más precarios y estacionales.

Según datos del Banco de España, en 1988 se necesitaban unos 2,8 años de salario para comprar una vivienda, mientras que en la actualidad hacen falta más de 7 años. Esto se debe a que el precio del inmobiliario ha avanzado a una mayor velocidad que los sueldos, prácticamente estancados. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, casi ningún banco ofrece más del 80% de tasación de la vivienda.

Como es de esperar, estas dificultades de acceso de la vivienda se traducen también en una disminución de la riqueza frente a generaciones anteriores. El pago de la hipoteca realmente es una inversión, puesto que detrás del desembolso mensual hay una casa. Sin embargo, el pago de un alquiler es simplemente un gasto.

El problema principal no es tanto la necesidad de vivienda nueva, sino el establecimiento de políticas de rehabilitación del parque existente, de tal forma que se adecúe a las necesidades de la población joven. Una oferta pública de alquiler de vivienda de jóvenes podría contribuir a aliviar los problemas de vivienda en España.

Aun así, algunos expertos piensan que ahora es un buen momento para comprar, ya que debido a la pandemia los precios están cayendo y pueden encontrarse buenas oportunidades. Recomiendan empezar alquilando un piso modesto, que permita ir haciendo hucha para afrontar los gastos iniciales y la entrada. Además, recalcan la importancia de no invertir tanto en la ‘vivienda soñada, sino en una casa ‘de transición’, que pueda revenderse en unos años.

Por otra parte, también aconsejan buscar vivienda en lugares alejados de los centros urbanos y que se pueda reformar. Es decir: una casa cuyos defectos puedan ser solventados con dinero. Por ejemplo, evitar decantarnos por un sótano, por barato que sea, si buscamos un espacio luminoso. Por mucha reforma que hagamos, a la larga se va a convertir en un gasto extra imposible de compensar.

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