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Protestas en Kazajistán: “Yo pude ver la violencia, el caos y los saqueos desde mi ventana”

Un auto, incendiado tras protestas, en una calle en Almaty, Kazajistán, el 7 de enero de 2022.  (AP Foto/Vasily Krestyaninov)
Un auto, incendiado tras protestas, en una calle en Almaty, Kazajistán, el 7 de enero de 2022. (AP Foto/Vasily Krestyaninov)

ROMA.- ¿Qué pasó en Kazajistán, el noveno país más grande del mundo, con una superficie que supera a la Unión Europea y es un poco más chica que la de la Argentina, de tan solo 18 millones de habitantes, de crucial importancia geopolítica y estratégica, por sus gigantescos recursos naturales, que a principios de mes protagonizó las noticias internacionales?

Para el monseñor español, José María Mumbiela, obispo católico de Almaty, capital económica de esta exrepública soviética de mayoría musulmana, harán falta años para entender realmente quiénes estuvieron detrás de una protesta que estalló en los primeros días de 2022 y degeneró en un estallido de violencia que dejó más de 200 muertos y miles de detenidos. En una entrevista vía Zoom con periodistas organizada por la Pontificia Universidad de la Santa Croce, desde su casa de Almaty, Mumbiela, que vive en Kazajistán desde 1998, aseguró que lo que pasó está muy lejos de lo que se oyó en los medios.

Si bien el origen del conflicto fueron las protestas por la suba del precio del gas licuado que comenzaron en una zona productora cerca del Mar Caspio, y luego se difundieron al resto del país que manifestó, de paso, su descontento por un sistema político poco democrático, para él lo que pasó luego, sobre todo en Almaty, epicentro de un inédito estallido de violencia, estuvo totalmente organizado. Y relacionado con “el sistema de parásitos”, es decir, elementos radicales islámicos, infiltrados desde hace tiempo en los poderosos servicios secretos locales.

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“El día en el que una masa de gente impresionante, más de 20.000 personas, realizó una marcha de ocho kilómetros hasta el ayuntamiento que el gobierno esperaba que fuera pacífica, pero en la que delincuentes y violentos, entre los cuales algunos extranjeros provenientes de Afganistán y otros países de Asia Central, comenzaron a arrasar y destruir edificios, coches, tiendas de lujo, grandes almacenes, cámaras de vigilancia, casetas de policía y comenzaron a entrar en tiendas de armas para robar armamentos y municiones, también entraron en dependencias de lo que es la KGB kazaja y curiosamente los servicios no opusieron resistencia”, destacó Mumbiela.

José María Mumbiela, obispo católico de Almaty
José María Mumbiela, obispo católico de Almaty


José María Mumbiela, obispo católico de Almaty

El obispo, que es también presidente de la Conferencia Episcopal del país, donde solo el 1% de la población es católica, destacó, pese a la posterior represión, la “actitud dialogante” del actual presidente Kasim Jomart Tokayev, que sucedió en 2019 al todopoderoso exprimer mandatario de la exrepública soviética, Nursultán Nazarbayev.

“El presidente había aceptado algunas propuestas de los manifestantes, pero después se vio superado por el estallido de violencia de la gente, que estaba muy bien coordinada y con servicios de comunicación entre ellos, pese a que se había cortado el servicio de internet. No era una simple protestas por la suba del gas, estaban preparados para una acción mayor, con la cooperación pasiva de los equipos de seguridad”, aseguró. “Yo pude ver la violencia, el caos, saqueos desde la ventana de mi casa, que queda a 20 minutos del municipio y cerca de un departamento de policía. Se oían disparos continuos y era una batalla tremenda, pero preparada. Los atacantes tenían francotiradores y por eso el gobierno decía que era un acto terrorista para un cambio de poder. Es evidente”, agregó.

Fue justamente porque el presidente no pudo confiar en las fuerzas de seguridad, que silenciaron a estos grupos, según explicó el obispo, que se vio obligado a pedir ayuda a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) “para eliminar la amenaza terrorista”. Y el 6 de enero arribaron a Kazajistán 2000 efectivos liderados por Rusia y procedentes también de países como Armenia, Bielorrusia, Kirguistán y Tayikistán.

“Esta fuerza de pacificación, no de ocupación, cumplió su misión y ahora se ha ido. La situación se ha tranquilizado en Almaty, donde todo funciona, se ven muchos militares paseando por la calle. El presidente está haciendo limpieza, una purga y la gente está esperando que haya cambios políticos y económicos para que nazca un nuevo Kazajistán. La cuestión es cómo y con quién”, dijo Mumbiela. “La vida sigue normal y la gente está sorprendida porque algunos pensaban que al presidente Tokayev lo iban a matar por desmarcarse de su predecesor, Nazarbayev y de su clan”, agregó, al precisar que, aunque nadie sabe exactamente dónde está, algunos rumores indican que Nazarbayev, la figura más prominente de la política en un país que lideró desde 1990 hasta 2019, de 81 años y muy enfermo, estaría oculto en una isla de China.

Aunque se especula con que lo que ocurrió en el lejano Kazajistán fue una lucha de poder entra la vieja y la nueva guardia, Mumbiela no cree en esta hipótesis. “No soy politólogo, pero dudo de que Nazarbayev o sus familiares directos promovieran un golpe de Estado. No sé quien estuvo detrás, a lo mejor se sabrá en el tiempo. Pero han culpado a la gente de seguridad de saber, promover y callar. Hay millones invertidos en la seguridad, algo falló en el sistema, que es un sistema que tiene ‘parásitos’. Se ha infiltrado gente radical islámica en la KGB local y esta es una realidad que se sabía y que se sabía que iba a estallar cuando se iba a ir Nazarbayev”, opinó.

Mumbiela es el titular de la Conferencia Episcopal de Kazajistán
Mumbiela es el titular de la Conferencia Episcopal de Kazajistán


Mumbiela es el titular de la Conferencia Episcopal de Kazajistán

“Si conquistas Almaty, conquistas al país y si esta gente, los musulmanes radicales, toman el poder ¿cuál es el futuro del país? Era lo que nos preguntábamos en un chat que tenemos con otros religiosos y los cristianos ortodoxos manifestaban justamente este temor. Veían un futuro negro. ¿Mejor la ayuda de Rusia o una invasión del Islam fundamentalista?”, contó Mumbiela, que destacó, por otro lado, que durante el conflicto nadie atacó las pocas iglesias cristianas que hay en el país, ya que la cuestión religiosa quedó afuera.

En este marco, recordó que la línea de Kazajistán (país visitado por Juan Pablo II en septiembre de 2001, poco después del ataque a las Torres Gemelas), que es un mosaico de etnias -kazajos (más del 50%), rusos (30%), ucranios (3,7%), alemanes (2,4), uzbekos (2,5%), tártaros (1,7%), coreanos (0,7%) y polacos (0,3%)- siembre fue modélica a la hora de la convivencia y de la libertad religiosa. “Y queremos que continúe esa línea. Habrá que ver ahora cómo el actual presidente purifica el equipo de seguridad de todos estos ‘parásitos’ y cómo se construye un nuevo país”, dijo Mumbiela, aragonés de 52 años, miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, la asociación de sacerdotes intrínsecamente unida a la prelatura del Opus Dei.

Ante una pregunta de LA NACION sobre cuál cree que es el principal desafío para Kazajistán, el país más importante de Asia Central, el obispo no tuvo dudas: “Que haya un gobierno que sea más abierto y más democrático a nivel político y económico y sobre todo que pueda dar seguridad a la población y que pueda garantizar las condiciones de convivencia y de paz que hubo hasta ahora. No todo lo anterior era malo, creo que hay que valorar lo bueno que había y curar las heridas”.