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Por qué se tambalean los cimientos del sector de la construcción

El estallido de la burbuja hace 10 años dejó a cientos de miles de obreros de la construcción a la deriva. El trabajo escaseaba incluso en ciudades como Madrid o Barcelona. Parece cosa olvidada y superada, porque presente y el futuro pintan un panorama muy distinto.

Actualmente, la falta de obreros en el sector, tales como albañiles, yeseros, encofradores, fontaneros y peones, se está haciendo notar. En el 2008, los menores de 34 años trabajando en el sector representaban el 42%; diez años más tarde, la cifra es de 19%. La población de obreros formados en la construcción está envejeciendo, con el 60% de ellos que son mayores de 55 actualmente. Es posible que en 10 o 15 años, no existirán suficientes profesionales.

Pero no hace falta esperar una década para ver los efectos de la escasez de albañiles. De hecho, ni siquiera es necesario fijarse en las grandes ciudades. Juan Manuel Gómez, presidente de la Asociación de Empresarios Salmantinos de la Construcción (Aescon), sostiene que “estamos en la fase de robarnos los profesionales entre empresarios. Les dan 200 euros más y te los quitan”. En efecto, la demanda es altísima: según el Observatorio Industrial de la Construcción (OIC), la tasa de ocupación creció un 8,3% entre el 2017 y el 2018. El portal de la Fundación Laboral de la Construcción ha duplicado en apenas unos meses las ofertas laborales de hace un año y medio.

Tres obreros trabajan en la construcción de una vivienda. EFE/Archivo
Tres obreros trabajan en la construcción de una vivienda. EFE/Archivo

En enero, España registró una tasa de desempleo de 14,1% y una tasa de desempleo juvenil de 35%, la segunda más alta de Europa. ¿Podrían los desempleados encontrar salida laboral en la construcción? Muchos empresarios creen que sí. Gómez afirma que “el que sea albañil o fontanero dentro de 10 años será un privilegiado, podrá pedir lo que quiera por su trabajo”. Enrique Corral, director general de la Fundación Laboral de la Construcción (FLC), recomienda a los desempleados “que sin dudar se formen en el sector de la construcción”, prometiendo que “encontrarán trabajo seguro y salarios que están aumentando”. Y estas declaraciones tocan temas que son muy importantes para el sector: la formación y los sueldos.

La formación es un factor clave

Una parte central del problema es que la demanda de trabajo en construcción es especializada: un informe de la OIC destaca el impacto de nuevas tecnologías y nuevos materiales, concluyendo que “es urgente una mejora de la oferta en la formación profesional reglada, con ciclos formativos conectados con el mercado laboral”. Los alumnos en la formación profesional reglada no superan los 7.000, en gran parte, según los empresarios, debido a su ‘demonización’. Nunca ha gozado de mucho prestigio a ojos de la gente.

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Por otro lado, los sueldos prometidos no parecen ser una realidad, por lo menos actualmente. El responsable del sector en la Federación de Construcción y Servicios de Comisiones Obreras (CCOO) en Andalucía, Antonio Salazar, atribuye la pérdida de 10 años de formación en el sector en gran parte a la precariedad laboral: “hoy a duras penas se ganan 1.000 euros por un trabajo exigente, que además se prolonga por proyectos cortos de varios meses. A mismo salario, un trabajador prefiere un empleo menos duro y que le garantice cobrar todo el año a estar cobrando un euro y pico por metro trabajando a destajo”.

En efecto, un joven buscando empleo en el sector tendría que dedicar tiempo y dinero a formarse y hasta especializarse, cobrar un sueldo igual al de un trabajo menos exigente (que también es más de tres veces inferior que el que se cobraba antes de la burbuja), y encima más peligroso: los accidentes laborales en el sector subieron un 22% en Andalucía a pesar de que el desempleo bajó un 14%.

Los proyectos de construcción van a seguir aumentando (el año pasado se empleó un 8% más de cemento que en el anterior) y seguirán ofreciendo oportunidades de trabajo. Pero para que la gente, especialmente los jóvenes, tomen interés, tiene que haber mayor incentivo. Muchos verán la oportunidad y se pondrán ‘manos a la obra’. De hecho, o eso ocurre o nos espera un futuro en el que no habrá casi nadie que construya nuestras casas.

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