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Por qué la guerra al diésel pone a los talleres contra las cuerdas

Con el avance de la tecnología, es normal que algunos sectores pierdan rentabilidad o empleo. No estamos hablando solamente de la digitalización o de la robotización, sino también de profesiones que terminan siendo cada vez más obsoletas. Hablamos de los faroleros, de los empleados de videoclubes, etc. Hoy en día, uno de los sectores que se ve amenazado, de forma insospechada, es el de los talleres y los servicios postventa de coches.

Según un informe presentado en el XXVIII Congreso Faconauto, la aprobación del Anteproyecto de Ley de Cambio Climático podría reducir la facturación de los talleres el 38%. ¿En qué se basa esta proyección? El Anteproyecto pretende prohibir la venta de coches emisores de dióxido de carbono a partir del 2040, marcando el fin de la comercialización de los vehículos diésel y gasolina, así como de los híbridos. Los coches de combustión requieren muchas más revisiones y mantenimientos preventivos periódicos que los vehículos eléctricos. Actualmente, en estas revisiones se facturan dos tercios de los ingresos totales.

Foto: GTres via Huffpost.
Foto: GTres via Huffpost.

Hay ciertas cifras que tener en cuenta: la posventa factura 13.639 millones de euros anuales, pero se estima que, con la desaparición de estos servicios para los vehículos de combustión, se reduciría hasta los 8.472 millones. La industria automovilística representa el 10% del PIB y un 9% de la población activa. Una transición energética desorganizada podría tener efectos devastadores en este sector y muchos otros.

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Y, sin embargo, no se puede seguir negando que una transición energética es necesaria. El sistema actual no es sostenible a largo plazo, y terminaría siendo muy perjudicial para el planeta si no se toman las medidas necesarias para reducir las emisiones. Los vehículos eléctricos contaminan mucho menos, tanto en el proceso de generación de energía como al conducir. La extracción de petróleo y la combustión de la gasolina y el diésel son procesos extremadamente contaminantes. En ciertos lugares, como Santiago de Chile o Madrid, la contaminación empeora exponencialmente debido a las condiciones geográficas y climáticas, causando frecuentes alertas ambientales durante las cuales se restringe legalmente la circulación de ciertos vehículos.

Ventajas para el consumidor

Por otro lado, no es probable que el consumidor promedio termine extrañando las revisiones mecánicas y sus precios. Las 25 piezas que los coches de combustión tienen pero de las que carecen los coches eléctricos superan los 15.000 euros. En lugar de necesitar una revisión cada pocos años o kilómetros, los conductores de los coches eléctricos se deben preocupar sobre todo de las baterías, las cuales tienen un coste medio de 11.000 euros, pero que sólo necesitan mantenimiento cada 10 años. En lugar de tener que dejar el vehículo en el mecánico un día o más, el cambio de batería dura seis horas como máximo. Es una lástima que las ventajas para el consumidor tengan un impacto tan negativo para los talleres, pero, al fin y al cabo, no es responsabilidad del consumidor mantener sectores que se ven amenazados por la sostenibilidad y el avance tecnológico.

El Gobierno, en cambio, debe tener en cuenta los intereses de las profesiones que inevitablemente perderán rentabilidad y hasta podrían llegar fuera de juego profesional. Lo más importante sigue siendo desarrollar la infraestructura necesaria para una transición organizada, que permita dejar atrás determinadas tecnologías contaminantes y a los trabajadores adaptarse a un nuevo mundo de energía renovable. Y al propietario de coche ahorrarse unos buenos euros.

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