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"Los inmigrantes trabajan más": una creencia popular que perjudica a todos

Jaime Quirós – Un dicho antiguo que nunca pasa de moda es que “una mentira, no por mucho repetirla se convierte en verdad, pero termina por creerse”. Y otro dicho que tampoco deja de oírse cada cierto tiempo es que “los inmigrantes roban el trabajo”. Hay frases que, a base de escucharlas decenas de veces, terminan por calar en algunas personas. Y al final generan odio y xenofobia.

Hoy también se oye con frecuencia otra frase que, de primeras, se puede pensar que está en el lado ideológico contrario, pero realmente puede ser tan destructiva para la sociedad como la del robo de trabajo: “los inmigrantes trabajan mucho más duro”.

[También de interés: “Los sueldos de España son un 30% más bajos que en Europa: ¿hasta cuándo es sostenible este modelo? “].

Cada vez más personas que nunca viven fuera de sus países y Estados Unidos sigue siendo uno de los destinos más buscados, según la ONU. (Foto AP/Sakchai Lalit, archivo)
Cada vez más personas que nunca viven fuera de sus países y Estados Unidos sigue siendo uno de los destinos más buscados, según la ONU. (Foto AP/Sakchai Lalit, archivo)

El problema es que en algunas capas de la sociedad está calando la idea de que los inmigrantes trabajan más. Y tal y como afirman los profesores Chris Dawson, de la Universidad de Bath, Michail Veliziotis, de la Universidad de Southampton, y Benjamin Hopkins, de la Universidad de Leicester, en una investigación publicada en el último número de ‘Work, Employment and Society’, este asunto es ya un problema candente en la sociedad. De hecho, sugieren que es un discurso que puede ser muy peligroso para todos, tanto para los inmigrantes como para los trabajadores locales. ¿El único beneficiado? El empresario… y no siempre, porque a veces trabajar fuera de la ley pasa factura.

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La problemática responde al argumento de que no es sólo que los inmigrantes soporten carga extra de trabajo, es que cobran mucho menos. Es una forma de esconder la explotación laboral y que un empresario sin escrúpulos elija a una persona extranjera, que no reivindicará sus derechos y hará lo que se le pida con tal de mantener el empleo.

Además, donde las leyes sobre el salario mínimo limitan los sueldos mucho menores, algunos empresarios citan la “ética” como una razón clave para elegir a los inmigrantes antes que a los nativos. Hay que preguntarse si la elección ‘ética’ significa en verdad que esos candidatos están dispuestos a realizar más trabajo por el mismo sueldo.

Al principio, el inmigrante, aunque explotado, compara su salario y condiciones con los de su país de origen y se muestra incluso muy feliz porque su vida ha mejorado. Además, los trabajadores que vienen de países en desarrollo pocas veces se niegan a hacer una tarea ajena a su categoría laboral ni faltan al trabajo por enfermedad.

Por su parte, el “autóctono” sufre las consecuencias porque le van a exigir que trabaje con las mismas condiciones que el extranjero acepta. Al final, unos y otros pierden porque sus condiciones generales empeoran, su salud se resiente y aumenta el riesgo de quedarse sin trabajo para quienes se niegan a aceptar estos cambios.

Entre 2005-2012, miles de trabajadores de países del este y centro de Europa llegaron a Europa occidental, particularmente Reino Unido, donde pasaron de representar un 4,1% de la población a un nada desdeñable 36,5%. Apenas hablaban inglés y su única forma de hacerse valer era trabajar a destajo y mostrar su “bajo absentismo”. Desde entonces, ha transcurrido una década y hemos superado una gran crisis. En materia laboral y de derechos ¿no hemos aprendido nada?

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