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Por qué el estudio que demuestra que la inmunidad frente al coronavirus se pierde en tres meses no debería preocuparnos tanto

Coronavirus. COVID-19. 3D Render
Coronavirus. COVID-19. 3D Render

Es fácil desesperarse con todas las noticias relacionadas con la pandemia. También es sencillo caer en cierto alarmismo, sobre todo cuando vemos noticias que son o al menos parecen muy negativas. Pero hay que hacer un esfuerzo, e intentar ver las cosas con cierta perspectiva. Y el ejemplo perfecto los resultados del estudio sobre inmunidad a la COVID-19 que se han hecho públicos recientemente.

Y aquí empezamos con el primer matiz para dar un poco de tranquilidad: los datos se han hecho públicos, pero no se han publicado. Volvemos a hablar de un pre-print, de un artículo que no ha pasado aún por el control de calidad propio de la ciencia. Y eso significa que los resultados son provisionales, algo importante.

¿Qué resultados son estos? Se trata de los datos sobre inmunidad del proyecto REACT llevado a cabo en Reino Unido. REACT son las siglas en inglés de Evaluación de la Transmisión Comunitaria en Tiempo Real, y el estudio se centra en valorar la inmunidad de la población general, mediante las muestras de más de 350.000 voluntarios.

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¿Qué dicen los resultados? Que la inmunidad ha bajado bastante en apenas tres meses. Pasa de un 6% de personas con anticuerpos a un 4,4%, que es un descenso notable. Y que hace temerse lo peor, ya que es una caída importante en muy poco tiempo. Eso sí, y aquí entra el segundo matiz: esta inmunidad se ha medido mediante pruebas de presencia de anticuerpos que la gente se hace en sus casas. Que son pruebas menos fiables que las realizadas en un laboratorio, aunque eso se compensa con el número de voluntarios tan elevado.

Vamos, que los datos son creíbles y son fiables, y muestran una pérdida de anticuerpos notable. Una situación que casa bastante bien con lo que sabemos sobre inmunidad frente a otros coronavirus, que se sabe que se pierde con el paso del tiempo. Y aún así, no es para preocuparse ni alarmarse.

Hay varios motivos, pero uno principal: el sistema inmune no sólo depende de los anticuerpos, ni todos los anticuerpos son iguales. El sistema inmune es, tal vez, el componente de nuestro organismo más complejo – rivalizando únicamente con el sistema nervioso – así que cualquier explicación sobre él siempre es una sobresimplificación. Dicho esto, vamos a intentar dar un poco de contexto.

Respuesta inmune hay de dos tipos: humoral – por los humores, o líquidos, del cuerpo – y celular. Dentro del tipo humoral tenemos los anticuerpos, que reconocen una porción del patógeno, o al patógeno completo – en este caso, al coronavirus – y evitan la infección. Dentro de estos anticuerpos están los denominados anticuerpos neutralizantes, que impiden que el coronavirus pueda ejercer sus funciones biológicas y por tanto infectar. Y estos decaen con el tiempo, en todas las infecciones.

Pero esto no significa que desaparezcan. Pueden seguir ahí, pero en cantidades muy pequeñas para ser detectados. Colaborarán en el primer momento, y servirán de “molde” para fabricar más de ellos. O puede, simplemente, que desaparezcan… hasta que se necesiten y se empiecen a fabricar.

Esta última función la realizan los linfocitos de memoria, que son parte de la respuesta celular. Estas células “se pasean” por el cuerpo, y cuando reconocen el patógeno que están “entrenadas” para atacar, comienzan a producir en masa anticuerpos contra él, evitando que la infección se extienda.

A todo esto se suman otros componentes, y uno del que se ha hablado son los linfocitos T, que también participan en la respuesta celular.

Así que sí, el que los anticuerpos decaigan no es la mejor noticia, pero por sí misma no significa mucho. Hay otros componentes del sistema inmune que ayudan a evitar una reinfección que no se han estudiado, y que pueden tener la respuesta sobre la inmunidad frente a la COVID-19.

Pero es que, además, hay un artículo de Science, un artículo revisado por pares y no pre-print, del 28 de Octubre – es decir, unos días más tarde que los datos del estudio británico – que presenta unos datos distintos: después de tres meses, el 90% de los sujetos que habían pasado una COVID de media a severa seguían mostrando inmunidad. Un escenario muy distinto.

La metodología, el tipo de pacientes y de análisis no son iguales entre los dos estudios, y por eso compararlos no es posible y no podemos decir que uno es cierto y el otro se equivoca. Miran cosas distintas. Pero lo que mira el estudio de Science, basado en población de Nueva York, demostraría que la inmunidad se mantiene.

Cabe preguntarse es qué significa esto de cara a las vacunas. Y eso, resulta complicado poder saberlo. Parece que las vacunas más prometedoras generan inmunidad celular, pero al no ser público el diseño completo del estudio no podemos saber cómo ni de qué manera están midiéndola.

Lo que sí es seguro es que no es una noticia alarmante.

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