Lo de los votos de Rumanía me está recordando a Eurovisión 1995
Es raro que el Festival de Eurovisión no se cierre sin alguna clase de polémica: que si una acusación de plagio por aquí, que si unos votos irregulares por allá. En la edición de este 2022, que tuvo lugar durante la pasada semana, lo cierto es que de polémicas vamos sobrados. Ucrania ganó el concurso gracias al voto mayoritario del público, algo que no ha sentado del todo bien a una buena parte de los seguidores del concurso musical. Y a eso le sumamos que la Unión Europea de Radiodifusión alteró sobre la marcha las votaciones de varios países, entre ellos, Rumanía, por presuntas irregularidades. Ahora se está analizando si los puntos de la final se quedan como están o si se realizan algunos ajustes, lo que favorecería a España, y a mi todo esto me está recordando a lo que sucedió en 1995, cuando quedamos segundos con Anabel Conde.
Como muchos ya sabrán, en la gran final del sábado de Eurovisión hasta seis países no dieron sus votos en directo. La razón, se detectaron “irregularidades” en sus puntos en la segunda final, y con las reglas de la EBU el mano, se recalcularon sus puntosen función a unos registros de otros jurados con criterios similares. Esto afectó a Rumanía, Georgia, Montenegro y Azerbaiyán. En el caso concreto de Rumanía, el jurado de su televisión asegura haber sido víctima de una injusticia, pues ni siquiera recibieron una explicación sobre la anulación de su voto. El sábado, Rumanía nos otorgó un punto, pero en realidad nos querían dar diez, y sus doce no iban para Ucrania, quien subió esos tantos al marcador, sino para Moldavia.
En el caso de que los puntos reales de Rumanía fuesen tenidos en cuenta, España superaría a Reino Unido, que quedó en segunda posición, y nos quedaríamos con la medalla de plata de la edición, aunque fuese a posteriori. Unos reajustes que ya han sucedido en otras ocasiones, conste. Por ejemplo, en 1999, canción de Croacia ‘Maria Magdalena’ interpretada por Doris, se le restó el 33% de los votos recibidos por utilizar coros pregrabados, algo que no se permitió hasta el pasado 2021. En aquella ocasión, sin embargo, se mantuvo su cuarta posición con 118 puntos, y la penalización solo sirvió para la media que le permitía, o no, seguir concursando al año siguiente, pues entonces no existían las semifinales.
Este caso es diferente; no se trata de imponer una pena a un país, sino cambiar la votación acorde a los puntos emitidos, lo que nos permitiría ascender una posición y quedar segundos. Pero ¿se imaginan, por un momento, que hubiésemos quedado segundos, y que tras un reajuste, hubiésemos podido alcanzar la gloria, aunque sea días más tarde?
Ese sueño estuvo sobre la mesa hace 27 años, cuando Anabel Conde representó a España en Eurovisión con el tema ‘Vuelve conmigo’. Una balada que enamoró a Europa y que le dio un segundo puesto en la tabla que únicamente Chanel puede ahora igualar, en el caso de que los votos cambien.
En aquella Eurovisión de 1995 la ganadora fue Noruega, con un tema llamado ‘Nocturna’ del grupo Secret Garden, y que es la canción con menos palabras cantadas de la historia del Festiva, con tan solo 24. Consiguió 148 puntos, mientras que España alcanzó los 119.
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Entonces no hubo problemas con los votos; en Eurovisión no se hablaba de politiqueo, de favores entre países vecinos ni otros chascarrillos que vendrían poco después para quedarse. Todos los votos fueron válidos, pero España aspiró a ganar durante un breve espacio de tiempo por algo mucho más grave: una acusación de plagio. Se parecía bastante a una canción popular, y a Eurovisión hay que llevar temas originales, inéditos, estrenados como muchounos meses antes de la celebración del evento. Esto tiene su explicación: si no hubiese que respetar fechas, se podrían cantar temas clásicos, versiones, canciones populares, éxitos radiofónicos, lo cual sería difícil a la hora de valorar con objetividad.
Si la acusación de plagio del tema ‘Nocturna’ era aceptada, se podía producir una desclasificación, y entonces habríamos ganado con ‘Vuelve conmigo’, aunque fuese de rebote. Pero no hubo demasiado interés. En una entrevista para El País, la propia Anabel Conde cree que, sencillamente, no había interés real en ganar, y que con una segunda posición se daban con un canto en los dientes. “Si RTVE hubiese querido, podía haber puesto una demanda o al menos haber intentado impugnar el resultado de alguna manera. Pero se quedaron con lo que ellos querían: un buen puesto, pero sin la responsabilidad de organizar el festival al año siguiente”, afirmó la artista, en una charla del año 2018.
Así pues, en aquel año 1995 no pasó nada, y desconocemos si la EBU puede tomar alguna carta para reajustar los votos de este año, o si en esta ocasión nos volvemos a quedar como estábamos. Pero si nada cambia, habremos conseguido igualmente un maravilloso tercer puesto, que nos hace soñar con poder seguir el próximo año en lo más alto de la tabla, y quién sabe si en 2023 sí que conseguimos traernos el codiciado micrófono de cristal para España. Que eso no sucede desde 1969, y ya va siendo hora.