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La política argentina, entre Francis Ford Coppola y Esperando la carroza

Comencemos esta columna con una visita al teatro. Más precisamente al Teatro Argentino de la ciudad de La Plata. La función nos obliga a trasladarnos en el tiempo y no en el espacio. Necesitamos regresar a julio de 2005, cuando Cristina Kirchner se presentaba por primera vez como candidata a senadora por la provincia de Buenos.

Su marido era, entonces, Presidente y Alberto Fernández Jefe de Gabinete. La primera elección de medio término del kirchnerismo era la formalización de la ruptura interna del peronismo. Al momento de tomar la palabra, CFK se encargó de explicitar su posición respecto a los motivos de la separación de quien había sido el máximo promotor de la candidatura de Néstor Kirchner y el mayor aportante de votos: Eduardo Duhalde.

Lo hizo con verdadera elocuencia, recurriendo a un clásico del cine mundial para ponerle imagen a sus palabras: "Cuando (al Gobierno) se le interponen escollos institucionales para que no gestione, eso no es libreto peronista, es un guión y dirección de Francis Ford Coppola, y el resultado no es un manual de conducción política, es la película El Padrino".Sabemos cómo terminó esa película. Podemos entonces regresar al presente de la Argentina y caer en la tentación de establecer paralelismos fáciles. El más obvio sería señalar que esta Cristina de hoy es la encarnación del Duhalde de ayer. Y si esto fuese así, Alberto sería Néstor.

Néstor Kirchner y Alberto Fernández.
Néstor Kirchner y Alberto Fernández.

Néstor Kirchner y Alberto Fernández.

Alberto no es Néstor

Pero no, Alberto Fernández no es Néstor Kirchner. Sus biografías políticas son bien diferentes y sus formas de llegar al Gobierno también. Aunque ambos tuvieron ayuda externa sin la cual no hubiesen desembarcado en la Casa Rosada, el santacruceño tenía una estructura propia y la decisión íntima desde siempre de ser presidente, en tanto el porteño fue elegido casi contra su voluntad, según el mismo se encargó de contar públicamente en distintas entrevistas periodísticas.

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Fuera de un reducido grupo de afinidad, no contaba con otro armado que un pequeño partido llamado, precisamente PARTE. Moraleja: Néstor estaba obligado a romper y Alberto a evitar la ruptura.

Aunque quienes lo conocen y lo tratan describen al actual mandatario como un hombre de carácter, su personalidad en esta historia pasa a un segundo plano. La experiencia de una vida dedicada a la política le recuerda todo el tiempo que no cuenta con las cartas para el quiero vale cuatro. Tiene la convicción de estar en el camino correcto, pero también la conciencia de ser protagonista de una puja que no se resuelve exclusivamente con la solvencia de los argumento.

Además, conoce a su vicepresidenta en todas las dimensiones posibles y sabe que ella está dispuesta a ir más lejos porque tiene mucho más para perder, tanto en términos personales como políticos. Una derrota en el 2023 impacta muy distinto en los integrantes del binomio presidencial. Por eso él calcula y espera y ella arriesga y acelera.

Alberto Fernández, en un momento crítico de su Gobierno.
Alberto Fernández, en un momento crítico de su Gobierno.

Alberto Fernández, en un momento crítico de su Gobierno.

De una alianza virtuosa al conflicto

Lo que en el 2019 era una alianza virtuosa por lo complementaria, hoy es puro conflicto y contradicción. Como los protagonistas de un cuento de Borges, cada uno está llamado a cumplir su destino. Siguiendo el guión de Mario Puzo, ambos podrían mirarse y decir "no es personal, son solo negocios".

Mientras tanto, la inflación parece ir modelando a la sociedad con trazos muy firmes y de manera independiente a los "debates abiertos" del gobierno. El último estudio de opinión pública de la consultora Escenarios, dirigida por los politólogos Pablo Touzón y Federico Zapata, advierte que la espiralización de los precios es adjudicada por el 29% de los entrevistados a la falta de un plan económico, en tanto que para el 19% es consecuencia de la emisión monetaria y para el 16% hija del gasto público. En el cuarto puesto empatan con el 14% cada uno los que responsabilizan al déficit fiscal por un lado y a los formadores de precios por el otro.

El sentido común parece haberse vuelto hacia la más rústica ortodoxia liberal. Allí está el creciente protagonismo de Javier Milei para confirmarlo, apoyado en los decepcionantes resultados en la materia de los últimos dos gobiernos. Si contamos los veintisiete primeros meses de gestión de sendas administraciones, Alberto Fernández acumula 140% de inflación y Macri 78%.

El gradualismo económico pierde adherentes a la misma velocidad que crece el populismo del shock libertario. Estimulados por lo que consideran parecidos de familia con el itinerario oportunamente transitado por Trump en los Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil los adherentes de Avanza Libertad sueñan a su líder máximo transitando el camino de Michael Corleone quien, para sorpresa de todos, se deshizo de un plumazo de todas las familias que constituían la casta de su profesión. Claro que la versión local, con sus momentos de grotesco criollo, nos remite inevitablemente al gran clásico nacional: Esperando la carroza.