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En momentos de crisis todos podemos ser agricultores

La crisis del COVID-19 sigue en auge y golpea cada vez más fuertes a distintos sectores y a la economía global, más allá de la catástrofe sanitaria que implica. Como bien sabemos, España es un país que se mantiene como una de las potencias turísticas más competitivas del mundo, y está sufriendo especialmente con esta crisis que golpea con gran fuerza a las aerolíneas, el turismo y el ocio.

Pero hay otro ecosistema del que no se ha hablado tanto estos días y no ha recibido tanto alcance mediático: la agricultura. La crisis actual demuestra el papel fundamental que desempeña a diario y su carácter estratégico, que en situaciones como ésta se sigue desarrollando con relativa normalidad, sin un parón en el sector y suministrando alimentos, siguiendo las recomendaciones y limitaciones de higiene personal para evitar riesgos.

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Agricultor con tomates. Foto: Getty
Agricultor con tomates. Foto: Getty

En estos momentos en que la población permanece confinada en sus casas, se requiere de las materias primas del campo para poder seguir abasteciendo los supermercados y tiendas donde encontrar los productos de primera necesidad, imprescindibles para, sencillamente, no morir de hambre.

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Es muy importante asegurar en este período de emergencia, el suministro de alimentos en buena cantidad y calidad, por eso es imprescindible la prevención y el control del virus en las zonas rurales. A pesar de esta necesidad, la epidemia del coronavirus ya ha protagonizado un impacto para el campo en España, y los lugares de trabajo se están vaciando ante la próxima campaña agraria que empieza dentro de una semana.

Este abril se espera una campaña muy buena: se comienza la recogida de cerezas y de otras frutas como nectarinas, melocotones y paraguayos. Pero el problema está en la falta de personal. Por ejemplo, desde la Unió de Pagesos se lanza un grito de alarma: "En verano necesitaremos 9.000 trabajadores”. Desde la organización apuntan que normalmente viene gente de fuera de España, pero este año muchos se quedarán en casa. Se sumará que algunos autóctonos deberán respetar el confinamiento por problemas de salud.

Como consecuencia de la falta de manos en el sector agrario para esta temporada, desde diversas asociaciones agrícolas se hace un llamamiento a todos aquellos estudiantes que les han cancelado las clases, autónomos vulnerables por esta crisis y trabajadores afectados por un ERTE con la posibilidad de trabajar en la próxima campaña agraria, con un único requisito necesario que es ‘tener ganas de trabajar’.

El objetivo de esta iniciativa, que también se ha manifestado en otros países europeos como Francia, no va más allá de poder cubrir las necesidades de los agricultores con personas próximas al territorio por las dificultades de desplazamiento de inmigrantes que suelen acudir a la recolección de las primeras cosechas, debido a fronteras cerradas, para respetar las medidas sanitarias impuestas para el control de la propagación del virus.

El sector agrario español supone actualmente el 2,7 % del PIB, según datos Eurostat. Tanto es así que España es el segundo país de la Unión Europea en materia de superficie agrícola, con el 13% de la superficie agraria útil. Asimismo, nuestra agricultura ocupa el segundo puesto en términos de producción, con más de 25.000 millones de euros en 2018. Unas cifras que reflejan la relevancia de la agricultura en España, un sector estratégico por su repercusión económica, social y medioambiental.

Ahora la mayoría de los propietarios de esta industria abastecerán las necesidades de mano de obra con lo que puedan. En muchos casos con toda la familia trabajando, como se hacía años atrás, cuando se trataba de negocios estrictamente familiares.

En situaciones como ésta que estamos viviendo, debemos de tomar consciencia y reconocer la importancia que merece – más que nunca– este sector de la economía, y no solamente elogiar a grupos que ya tienen de por sí una gran visibilidad, como son los sanitarios.