'MasterChef' tiene que controlar más sus sorpresas y este aspirante puede explicar por qué
MasterChef lleva ya 10 semanas en emisión, y en la entrega vista este lunes 27 de junio, los espectadores pudimos conocer un poco más a los aspirantes. En la prueba inicial la organización decidió darles una sorpresa a todos y cada uno de ellos, con una carta escrita por un familiar primero, y después, con la visita del autor. En principio fue algo muy emotivo, pero algunas de esas sorpresas parecieron casi un caramelo envenenado. Y si no, que se lo digan a David Pascual, uno de los rivales más fuertes de la temporada. Porque, lo que en principio era una forma de darle ánimo, se tornó algo más amargo, que bloqueó por completo al asturiano.
Como ya sabemos, David está viviendo una nueva etapa de su vida. En el pasado tuvo problemas muy graves con las drogas (incluso perdió parte del sentido del olfato por culpa de la cocaína), pero supo dar un giro a tiempo y retomar las riendas de su existencia. Mientras que a Verónica le llevaron a su novio, o a Jokin a su madre, con la que se lleva de maravilla, a David MasterChef le llevó a su padre y a su hijo. Fue algo muy emotivo el reencuentro, sobre todo, porque poco antes David contó que a su progenitor le detectaron un cáncer de páncreas irreversible, pero que el hombre está aguantando y sacando fuerzas de donde no las hay. Y qué decir del pequeño Leo, que se metió a la audiencia (y al resto de compañeros de cocinas) en el bolsillo en un abrir y cerrar de ojos.
Yo sigo pensando en lo monísima que era la relación de @Pepe_ElBohio con el hijo de @davidmchef10 https://t.co/5KB3O2GWnE #MasterChef10 pic.twitter.com/U9sM76kqGl
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“Mi hijo ha sido mi gran maestro. Me ha enseñado que hay que vivir en el presente, que hay que tener ilusión, que hay que quererse, que hay que querer a las demás personas… Me ha enseñado que el amor incondicional existe, nunca me ha juzgado”, decía emocionado David, haciéndonos partícipe de su ilusión.
El pequeño Leo tiene solo seis años, y mantiene una relación muy estrecha con su padre. El crío ayudó en lo que pudo a David, pelando unas verduras, y moviendo una de las elaboraciones para que no se pegue en la sartén, pues los invitados podían hacer labores de pinches. Pero, de un momento a otro, el pequeño se vino abajo. Llevaba mucho tiempo con ganas de ver a su padre, y no entendía que no pudieran pasar más tiempo juntos. ¿Por qué si llevan tantas semanas sin verse tenía que estar más pendiente de las sartenes que de él mismo?
Es que... Llorando a mares estoy por favor #MasterChef10 pic.twitter.com/DG59kTW59J
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Fue realmente triste ver a Leo en esa situación. Y si lo era para los que estábamos en el sofá de casa, no queremos ni imaginarnos lo que sentiría el propio David, que casi deja de elaborar su plato, unos callos malagueños, para prestarle la atención que estaba demandando. Se bloqueó por completo, y lo que debía ser un momento entrañable se tornó un caramelo envenenado. “No voy a terminar, me da igual. No voy a hacer nada”, decía el asturiano, cuando quedaban pocos minutos para finalizar la prueba. Su padre, sin embargo, le dio ánimos para acabar.
Para que Leo se sintiese integrado en la prueba, David le mandó a por unas hierbas aromáticas, pero el chico no reaccionaba. La juez Samantha Vallejo-Nágera, que no había podido ocultar sus lágrimas en el reencuentro entre ambos, salió entonces al rescate, tomando a Leo de la mano y llevándoselo a la zona en la que está este producto, y le animaba a regresar al puesto de David con las hierbas y a que le diese un gran beso.
Fue fácil ponerse en los zapatos de David. A todos se nos rompía el corazón viendo a su hijo decirle que cuándo volvía a casa, sin entender la magnitud del programa ni lo avanzada que estaba la competición. Al niño no le importaba que su padre ganase o no, solo ansiaba su compañía. Cualquiera de nosotros se habría bloqueado igual, o peor.
Pero David es un hombre fuerte, y he ahí cuando el programa vivió un giro mágico. Tras la cata inicial de los jueces, los platos fueron probados por un grupo de expertos, que se mantuvieron en el anonimato, y que son los expertos que otorgan los soles de la Guía Repsol. Y valoraron el plato de David como uno de los dos mejores, junto al de María Lo. Y no únicamente eso, los jueces acabaron por decidir que este asturiano, de profesión gerente de un parque de aventuras, era el mejor de la prueba, y que por lo tanto, ganaría el mandil dorado, que le otorgaba la inmunidad en el capítulo y continuaría el concurso una semana más, sucediese lo que sucediese en la prueba de exteriores.
Para su suerte, su hijo se convirtió en un talismán, pero es evidente que otros concursantes no habrían podido lidiar, como él, ante semejante sorpresa. Habría sido muy duro verle caer delante del pequeño Leo, pero la dicha le sonrió como nunca se habría imaginado. Eso sí, esta sorpresa tan particular debe dejar claro un mensaje a la organización en próximas temporadas, y es que las visitas no pueden desestabilizar a los aspirantes. Solo ayudarles a tirar hacia adelante, sin echar de menos lo que tengan en casa, por complicado que pueda esto parecer.
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