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Luz Gabás, Premio Planeta 2022: 'Si llevan esta novela al cine, estaría encantada, pero yo colaboraría lo justo'

Luz Gabás (Monzón, 1968) arrasó con su primera novela, 'Palmeras en la nieve' (2012), llevada luego al cine con notable éxito de taquilla. Licenciada en Filología Inglesa, vivió varios años en California y fue profesora hasta que dejó la docencia para dedicarse en exclusiva a la literatura. Acaba de recibir el Premio Planeta por su quinta novela, 'Lejos de Luisiana', y está inmersa en una intensa gira de promoción.

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Luz Gabás recibe el Premio Planeta
Luz Gabás recibe el Premio Planeta

Luz, enhorabuena ante todo por tu novela y por el Premio Planeta. ¿Recuerdas el mensaje de felicitación más emotivo que recibiste?

La verdad es que no podía imaginarme esta abrumadora recepción del premio. Mi hija me pregunta, "¿quién no te ha felicitado?" Ha sido una ilusión y una alegría compartidas, la gente está feliz por mí y eso es muy bonito. Recuerdo especialmente la felicitación de un señor al que conocí en Barcelona cuando publiqué 'Palmeras en la nieve'. Él había vivido toda la experiencia guineana y publicó sus memorias con los recuerdos de su estancia en Guinea. Hemos mantenido cierto contacto desde entonces y ahora, con 90 años ya cumplidos, quiso escribirme pese a sus problemas de movilidad y de cabeza. Recibí su email con gran ilusión y, también, con un punto de tristeza por el implacable paso del tiempo. Ha sido como cerrar un círculo 10 años después de Palmeras en la nieve.

En Lejos de Luisiana narras una gran historia de amor muy poco convencional en un territorio y época escasamente tratados y conocidos, la Luisiana española entre los años 1763 y 1803, acompañando a sus personajes a lo largo de esas cuatro décadas. ¿Una manera eficaz de acercar al lector este pedacito de nuestro pasado?

Cuando me pidió Zenda un relato sobre el papel español en la independencia de Estados Unidos, elegí a la esposa de Bernardo de Gálvez, la criolla Felicité de Saint-Maxent. Escribí algo sencillo, pero ya me enganché a la historia de ese periodo. Como Gálvez tiene ya varias novelas muy centradas en su figura y la historia de amor con Felicité me constreñía bastante a la hora de imaginar situaciones, hechos y personajes, quise dar un paso más y contar la historia de la Luisiana española, que yo no conocía en detalle, situando a todos los personajes en ese espacio temporal. Ese fue el origen de todo, si no me encargan ese relato a lo mejor no hubiera surgido esta novela, aunque cuando vivía en California siempre tenía en la cabeza la idea de escribir sobre los nativos americanos, conocer un poco más de lo que todos hemos visto en las películas.

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Luz Gabás, ganadora del Premio Planeta
Luz Gabás, ganadora del Premio Planeta

Suzette, una criolla de origen francés, se enamora perdidamente del indio Ishcate, una relación que parece imposible y a la que ambos incluso se resisten, pero que irá superando prejuicios, adversidades, matrimonios de conveniencia, hijos de esas uniones, distancia… ¿El amor todo lo puede?

Cuando descubrí la leyenda del kaskasia que se enamora de una joven criolla pensé que si existía es porque algo hubo, así que esa leyenda me sirvió para articular la novela. En los censos de la época sí que hay uniones entre hombres criollos e indias, de los que nacen hijos mestizos, pero no encontré ninguna entre indio y criolla. En esa época, aquel territorio estaba escasamente poblado y la misma Kaskasia era una población francesa, ubicada a tres leguas de la Kaskasia nativo americana: se tenían que ver y relacionar. En las películas nos venden como mundos muy separados el nativo y el europeo en América, pero los kaskasia estaban educados en la religión católica por los jesuitas y hablaban francés, así que no era tan disparatado plantear una relación entre dos personas de realidades tan diferentes, pero que conviven. Ishcate es un ejemplo de esa dualidad: su mundo originario y el que conoce y viene de fuera (inglés, francés y español).

El amor romántico de Ishcate y Suzzete articula toda la novela, como el río Mississippi. Quería que en un mundo de guerras, enfermedad y muerte hubiese esperanza, que al final la novela fuese un poco más luminosa. La esperanza todo lo puede y, junto al amor, es lo que completa la vida, que ya es suficientemente triste de por sí.

"Tengo que saber que estás vivo para poder soñarte por las noches", le dice Suzette a Ishcate en uno de sus encuentros furtivos, apasionantes y efímeros. ¿Cuánto de ti hay en Suzette?

Nos gusta soñar con lo posible, aunque sea irrealizable. Yo soy una apasionada del Romanticismo, de los poetas románticos, del movimiento del siglo XIX, de los alemanes, pero también como actitud del espíritu, el deseo de libertad, la identidad, el individuo en la sociedad, los conflictos… Lo reflejo en todas mis novelas y, por supuesto, hay de mí en Suzette, una niña curiosa, que lucha entre su pasión y la razón, pero también en Margot, que es feliz con su familia e hijos y una vida más convencional. Asimismo, hay de mí en el indio Ishcate; vengo de un lugar en Pirineos donde he vivido la transformación del mundo rural al mundo turístico, con lo que eso implica de pérdida de identidad, tradiciones y costumbres. Eso también me ha servido para el personaje de Ishcate.

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Luz Gabás, escritora
Luz Gabás, escritora

El río Mississippi es el tercer gran personaje de la novela. Por allí suben y bajan las mercancías, los soldados, las embajadas indias y europeas, los contrabandistas, los colonos y también el amor, que a veces es calmado y otras se sale de su cauce causando estragos. ¿Una metáfora de los vaivenes y la fuerza del amor?

Para mí representa el símbolo de la vida, es el padre de las aguas. Como bien dices, a veces el agua fluye mansa y otras se desborda, arrasando todo a su paso. La vida de los personajes va fluyendo, pero hay circunstancias históricas que condicionan sus existencias y a menudo se ven ante situaciones que no pueden dominar. Cuando Suzette se encuentra con Ishcate no puede controlar lo que siente por él y surge la pasión arrebatadora, esté casada o no esté casada. Es el agua que se desborda, dando pie al derroche de pasión.

El proceso de investigación ha sido largo y laborioso para empaparte de la historia que ocurrió en este periodo y escenario. Cuando llega el momento de sentarte a escribir, ¿tenías todo controlado, esquema, personajes, trama, desenlace? ¿La novela te ha hecho tomar algún sendero no imaginado?

En este tipo de novelas, más vale que su arquitectura esté bien diseñada al principio porque si no es muy complicado seguirla. Yo misma a veces me perdía entre tantas fechas, personajes y momentos históricos. Los hechos que sucedieron tienen que estar, pero deben ser relevantes para la trama, no estar solo porque sí.  Por ejemplo, las victorias de Bernardo de Gálvez están muy resumidas, me centro más en lo que interesa a la novela, qué pasa con Sebastián Orlac, segundo de Gálvez y esposo de Suzette.

En el primer manuscrito tienes que escribirlo todo, pero después llega la necesaria tarea de podar, que es lo que más cuesta. Lo que no vale o sobra es aquello que lees y ves que te atascas. No hay que poner el foco en páginas inútiles, en dar lecciones de historia, eso es muy aburrido. El énfasis tiene que estar en la trama, los personajes y la historia de amor. Yo no soy historiadora, soy novelista.

Haces guiños a dos paisanos, Antonio Cornel y el conde de Aranda, personajes muy relevantes en aquellos años, sobre todo el segundo. ¿Un reconocimiento a su figura?

Me encanta estar investigando sobre algo lejano y que me salga algún personaje cercano, inmerso en ese periodo. Antonio Cornel es muy interesante, era muy amigo de la duquesa de Alba e incluso se decía que algo más (nunca se casó y su novia murió en el incendio del teatro de Zaragoza, como cuento en la novela). Cuando supe que había estado con Gálvez en las tomas de la Mobila y Pensacola me dije que tenía que aparecer, aunque fuera solo con algunas frases.

En el caso del conde Aranda hay un reconocimiento de su figura aún mayor, ya que fue un hombre de estado que nació en un pequeño pueblo muy cercano al mío. Conservamos muchas de sus cartas y en ellas ves cómo redacta, lo obstinado y tenaz que era, su privilegiada mente. Uno de los ilustrados del siglo XVIII originarios de lugares pequeños, como los Gálvez, pero que desempeñaron papeles cruciales en nuestra historia.

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Luz Gabás
Luz Gabás

La novela es muy visual, ¿esperas que sea llevada al cine como ocurrió con tu exitosa novela Palmeras en la nieve?

Si se hace, estupendo. Está claro que tendría que ser una producción muy cara, pero es algo que no depende de mí. Si hay una productora y un guionista que se enamoran de esta novela, pues estaría encantada, pero yo colaboraría lo justo, ya me ha costado mucho trabajo escribir el libro.

Pasé por esa experiencia con 'Palmeras en la nieve'. El cine es un mundo fascinante que cuenta con grandes profesionales, pero es ajeno al mío, yo soy escritora, así que zapatero a tus zapatos. ¿La visualizo? Por supuesto, como tantas otras de novelas históricas fascinantes que se escriben en España. Ojalá se hicieran más películas basadas en muchas de ellas, como hacen, por ejemplo, los ingleses con las suyas. Nos faltan muchas películas.

¿Cómo pasarás la Navidad este año? ¿Será más que nunca un tiempo para los tuyos en medio de la vorágine que estás viviendo con la promoción de 'Lejos de Luisiana'?

Llevo cinco novelas, he viajado mucho y he participado en multitud de encuentros, entrevistas, clubes de lectura grandes y pequeños, etc. Estoy muy habituada a las campañas de promoción, aunque estas semanas son más intensas porque me ocupan todos los días y no vuelvo a casa los fines de semana al vivir lejos. Pero luego irá liberándose poco a poco la agenda y los compromisos se irán distanciando para poder ir volviendo a mis rutinas: investigar, escribir y participar en encuentros de escritores, que me encantan.

Soy de celebraciones familiares y siempre nos juntamos en mi casa, en la de mis cuñados o en la de mi madre. Tenemos una familia numerosa, tanto la de mi marido como la mía lo son, y nos reunimos por separado las dos e incluso todos juntos a veces, algo que es más atípico y difícil hoy en día. Somos de mesa grande, de juntarnos muchos, de celebrar, comer y compartir estupendas sobremesas de muchas horas de duración.

Sueño con estas Navidades, sobre todo para estar con mis hijos y mi marido.