Los bonos verdes se ponen de moda: invertir salvando el planeta
El mundo está cambiando muy rápidamente, también lo hacen las tendencias de consumo. La sociedad ha modificado la manera que tiene de consumir como consecuencia de una serie de circunstancias, entre ellas, la economía y la sostenibilidad. En la actualidad ha surgido una generación de jóvenes, unidos por unos ideales de cuidado del medio ambiente, que están tirando del carro de la conciencia social ante una realidad que no se ve, pero con la que nos vamos a chocar todos de bruces. El cuidado del medio ambiente, en todos los ámbitos: laboral, social, de consumo es una necesidad imperativa si queremos seguir viviendo en este planeta.
El cuidado del planeta Tierra se puede promover desde muchas perspectivas diferentes. En la actualidad hay una gran cantidad de empresas que tratan de reducir, en la medida de lo posible, la emisión de gases contaminantes, que provocan el efecto invernadero, desde planteamientos más sostenibles. Lo último: el mercado de bonos verdes. Esta financiación sostenible consiste en la inversión en proyectos que sean buenos para el medio ambiente y que ayuden a luchar contra el calentamiento global.
Naciones Unidas sostiene que el mundo no puede ser sostenible sin el impulso del sistema financiero. Por ello, muchas entidades se han lanzado a vender los bonos verdes. Aunque su incursión fue tímida en 2007 cada vez son más comunes este tipo de inversiones. Los expertos, según Libre Mercado, apuntan que en 2020 llegarán a los 750.000 millones.
Un público objetivo muy claro
Los jóvenes son los más interesados en estos productos financieros. El problema es que la actualidad tanto los millennials como la generación Z (la de los nacidos en la mitad de la década de los 2000) no tiene capacidad adquisitiva para consumirlos. No obstante, las grandes corporaciones son consciente de que esas generaciones son las que más van a consumirlos, y por tanto, están apostando por ellos.
Los jóvenes que ahora no pueden comprar, porque tienen salarios bajos, trabajos precarios y pocas perspectivas de futuro son los mismos que han promovido marchas y manifestaciones en favor de promover medidas para luchar contra el cambio climático. La tendencia va de la mano y se prevé que serán éstos los que empujen un cambio de rumbo a la hora de consumir productos financieros que beneficien al colectivo.
Por ello, cada vez son más las entidades y corporaciones que se están adaptando a ello, muchos bancos están emitiendo bonos verdes, y cada vez más empresas están invirtiendo en sostenibilidad a la vez de promover prácticas menos contaminantes y más sanas en sus propios funcionamientos. Estos bonos, además, financian proyectos de energías alternativas, eficiencia medioambiental o transporte limpio.
Se puede empezar con pequeñas acciones en el ámbito doméstico, como reciclar, reducir el uso y consumo de plástico o evitar el coche en el centro de las ciudades para pequeños recorridos. Y se puede seguir, poco a poco, con la elección de la opción más adecuada, no solo para el ámbito personal sino también para el conjunto de la tierra. Los bonos verdes son un ejemplo.
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