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La UE acaba de un plumazo con el ilusionante futuro de la impresión 3D

La impresión 3D es una tecnología que ilusiona a millones de personas. Y no es para menos: con ella, en teoría, se podrían fabricar todo tipo de objetos cotidianos en casa, sin necesidad de pagar por ellos en tiendas. Por ejemplo, se pueden fabricar muebles, zapatillas deportivas, ropa, botellas, todo tipo de menaje… Pero este interesante futuro puede que no se haga realidad nunca. Y todo, por una nueva norma de la Unión Europea.

El clavo en el ataúd de la impresión tridimensional es un texto aprobado en el Parlamento Europeo que equipara la propiedad intelectual de los diseños que puedan realizarse con este sistema a cualquier otro producto con copyright. Es decir, que nadie podrá hacerse una copia en casa del artículo que sea a menos que tenga el permiso expreso de su autor.

Una vértebra artificial creada mediante impresión 3D REUTERS/Jason Lee
Una vértebra artificial creada mediante impresión 3D REUTERS/Jason Lee

Tal y como destaca Voz Pópuli, la nueva norma destaca ‘la importancia de crear elementos que permitan la trazabilidad de los objetos 3D‘ así como de “…identificar a todos los participantes en la elaboración de los mismos”. Estos dos frases solo significan una cosa: que los que hagan copias tendrán que dar sus nombres de alguna manera, lo mismo que los autores originales y en general, cualquiera que haya participado en la creación del objeto (también los que hayan distribuido el patrón o instrucciones para realizar dicho artículo).

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Hasta este momento, la impresión 3D ha sido fuente de iniciativas loables que ‘han saltado’ por encima de las industrias tradicionales para lograr los mismos objetivos pero llegando por diferentes caminos. Por ejemplo, un joven madrileño logró hacer prótesis de bajo coste con una impresora 3D y cambia la vida a personas con miembros amputados. Con tan solo 150 euros de presupuesto, Guillermo Martínez fabricó un nuevo brazo para un ciudadano de Kenia que necesitaba estaba pieza, pero que no podía hacer frente a los miles de euros que costaría si la hubiera adquirido a las empresas del sector.

Otras personas han fabricado sus propios juguetes o incluso sus vehículos. Para hacerlos solo han necesitado de una impresora 3D, material plástico reforzado para formar los objetos y un patrón muchas veces descargado gratis de Internet.

La resolución fue aprobada el pasado 3 de julio pero todavía no es una ley: se trata de una especie de hoja de ruta que marca el camino que probablemente sigan los europarlamentaros respecto a la impresión 3D.