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No me explico lo que han hecho con 'La novia gitana'

La novia gitana era una de las series que esperaba con más ganas de este 2022. Cuando a comienzos de este año comencé esta trilogía literaria de Carmen Mola, tardé poco más de un mes en leer los tres libros ante el inmenso nivel de adicción que conseguía crearte con sus relatos de crímenes e investigación policial. Y es que la historia de la inspectora Elena Blanco tenía todos los ingredientes para enganchar e impactar, lo que hacía que una adaptación televisiva fuera perfecta para mantenernos cada semana pegados al televisor. Sin embargo, visto el primer episodio de esta serie que estrena Atresplayer Premium, he de decir que la impresión que me he llevado ha sido muy contraria, porque en lugar de encontrarme con una serie adictiva y entretenida lo he hecho con una producción genérica y artificiosa que me ha generado lo último que esperaba: aburrimiento. Y es algo que no me explico.

Fotograma de 'La novia gitana' (Foto:  Javier de Agutí­n Aldeguer/Atresmedia)
Fotograma de 'La novia gitana' (Foto: Javier de Agutí­n Aldeguer/Atresmedia) (Javier de Agutí­n Aldeguer/Atresmedia)

Siendo honestos, la novela de Carmen Mola estuvo lejos de ser perfecta. La historia estaba repleta de clichés del thriller y los personajes, especialmente los secundarios, eran meras marionetas al servicio de la trama. Sin embargo, el libro se sostenía por su endiablado ritmo, por lo bien que tejía su misterio y lo bien que funcionaban sus giros, siendo una lectura extremadamente adictiva que se leía casi del tirón y que ofrecía un entretenimiento de primer nivel. Pero la serie parece incapaz de emular este aspecto de la historia, y, en su intención de llevar el relato a un terreno más ambicioso, ha terminado prestando más atención a otros detalles e introduciendo cambios que, bajo mi opinión, no le hacen ningún bien.

En primer lugar, creo que el inicio de La novia gitana pone demasiado el foco en la construcción de su atmósfera y en sacar a relucir su excelente nivel de producción. La narración y la cámara resaltan en exceso los momentos oscuros y dramáticos, tratando de darle un nivel de intensidad desmedido que hace que la trama, los diálogos y las acciones de los personajes luzcan impostados. Además, dado que Atresmedia ha apostado fuerte por el proyecto, hay una recreación excesiva en que los momentos claves luzcan lo más espectacular e impactante posible en pantalla, como ocurre con la secuencia inicial en la que se encuentra el cadáver de la novia gitana. Pero lo que termina consiguiendo es una sensación artificiosa que, por lo menos a mí, me saca por completo de la historia ante la priorización de la grandilocuencia por encima de las necesidades argumentales.

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Por otro lado, la manera en la que se nos introduce en la narrativa de La novia gitana me parece un caos. Se presentan demasiadas cosas de golpe, hay cambios respecto al libro a los que no termino de pillar el punto y los fallos de la novela se intensifican en pantalla más de lo previsto. Sobre lo primero, algo que ocurría también en la obra de Carmen Mola, creo que viene perjudicado por esa puesta en escena tan impostada que venía comentando, ya que introducir tantos hilos argumentales difícilmente va a funcionar si la serie se narra con frialdad y falta de conexión con el espectador. Y creo que aquí es donde mejor se ve el error que ha sido priorizar este enfoque tan extremadamente atmosférico, lúgubre y dramático, puesto que, mientras en el libro esta rápida presentación de acontecimientos se traduce en un dinamismo adictivo, en la serie no genera más que caos y sopor. Desde luego, el audiovisual y la literatura son dos medios distintos que requieren de diferentes necesidades para que un mismo relato pueda funcionar, pero creo que lo elegido para esta serie no es lo adecuado.

Nerea Barros como la inspectora Elena Blanco en 'La novia gitana' (Foto: Javier de Agutí­n Aldeguer/Atresmedia)
Nerea Barros como la inspectora Elena Blanco en 'La novia gitana' (Foto: Javier de Agutí­n Aldeguer/Atresmedia) (Javier de Agutí­n Aldeguer/Atresmedia)

Luego, sobre los cambios respecto al libro, hay muchos detalles que me chirrían. Por ejemplo, hay una cuestión sobre la inspectora Elena Blanco que la serie muestra como un misterio y que en la novela conoces desde casi las primeras páginas. No sé cómo se desarrollará en próximos episodios, pero me da la impresión de que van a presentarlo como un giro argumental que explique la actitud del personaje y que de paso a La red púrpura, la segunda parte de esta historia que Atresmedia ya ha anunciado entre sus próximos proyectos. Entiendo bien lo que quieren hacer, y en parte creo que podría funcionar, pero, por otro lado, al estar dejando apartada una parte esencial del personaje hay detalles de la resolución del misterio principal cuyo impacto va a verse irremediablemente reducido.

La misma impresión me ha dejado un cambio de personalidad de Miguel Vistas, el personaje a quien da vida Darío Grandinetti acusado de asesinar en el pasado a Lara Macaya, hermana de la novia gitana que acaban de encontrar muerta. En la novela de Carmen Mola se presenta como alguien ambiguo que suele tirar hacia el lado bonachón, lo que ayuda a generar dudas sobre su culpabilidad o inocencia en el crimen. Pero aquí no se andan con rodeos y apuestan por mostrarle como alguien oscuro y problemático desde el principio, lo que a mi entender hace perder todo el misterio al asunto.

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Bajo mi punto de vista, si buscaban introducir cambios en personajes y añadir sorpresas respecto al libro, creo que deberían haberse enfocado en desarrollar a todos aquellos secundarios tan planos con los que cuenta la novela, como bien es el caso del equipo de agentes de la inspectora Elena Blanco. Como decía, sobre el papel se veían como meras marionetas al servicio de la trama, un error que también está en la serie y que en pantalla se intensifica aún más, porque contribuye a que sea casi imposible establecer una conexión emocional con el relato. Creo que el único cambio que me ha interesado es la introducción de una tercera hermana Macaya, ausente en la historia original. Es un detalle que sí puede aportar más juego a la historia y generar curiosidad a los que ya nos conocemos el devenir del relato, pero respecto al resto, no tengo nada claro de qué forman va a ayudar.

Mencionar también que, acorde a la información aportada por Atresmedia en el dossier de prensa, Antonio Mercero, uno de los tres escritores que se esconden tras el pseudónimo de Carmen Mola, ha estado involucrado en el guion de la serie, por lo que en parte me llega a generar confianza de que en futuros episodios estas desviaciones sí lleguen a ser beneficiosas para la trama. Pero, por ahora, por lo visto en el primer capítulo, me cuesta tener certeza de que esto vaya a acontecer así.

Al final, la impresión que me deja La novia gitana es de ser una producción fría, aburrida y forzada con la que es muy difícil conectar. Y es algo que no me explico, porque la sensación que deja el libro es justamente la contraria, la de ser una historia adictiva, ágil y altamente entretenida, que, pese a estar repleta de tópicos, se disfruta con facilidad. Pero este empeño de marcar la diferencia, de querer situarse por encima de las posibilidades del relato, al final le pasa factura. En mi opinión, haberse limitado al transcurso de la novela y haber centrado toda su atención en el ritmo, el misterio y los giros de guion hubiera sido mucho más funcional que este excesivo enfoque atmosférico y grandilocuente cuyo acabado final no va más allá de ser un thriller olvidable del montón. Y es un pena, porque esta novela tiene muchas posibilidades para convertirse en una de las series del momento. A ver qué deparan los próximos capítulos....

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