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La descabellada historia del filósofo que murió en estiércol de vaca

Ilustración del filósofo Heráclito de Éfeso de la Crónica de Nuremberg, la primera historia ilustrada de la humanidad publicada en 1493, uno de los primeros libros impresos y no escritos a mano. (Photo by: Pictures From History/Universal Images Group via Getty Images)
Ilustración del filósofo Heráclito de Éfeso de la Crónica de Nuremberg, la primera historia ilustrada de la humanidad publicada en 1493, uno de los primeros libros impresos y no escritos a mano. (Photo by: Pictures From History/Universal Images Group via Getty Images) (Pictures from History via Getty Images)

Los humanos nos obsesionamos con la muerte porque es algo que nos pasará a todos pero en realidad no logramos entenderla. Esa curiosidad morbosa aumenta cuando se trata de personajes históricos que fallecieron en extrañas circunstancias, como ocurrió al filósofo Heráclito de Éfeso, quien murió cubierto de estiércol de vaca.

No estamos hablando de una persona cualquiera. Heráclito vivió a finales del siglo VI a. C. y su trabajo tuvo una gran influencia en el desarrollo del pensamiento de Platón y Aristóteles.

Heráclito nació en Éfeso, una ciudad importante en la costa jónica de Asia Menor, cercano a Mileto, el lugar de nacimiento de la filosofía. Dejó un gran legado de escritos pero es poco lo que se sabe sobre su vida, porque las biografías antiguas se basan en interpretaciones de sus dichos que generalmente expresaba en forma de acertijos.

Diógenes Laercio, conocido como el biógrafo de los grandes filósofos griegos, fue uno de los pocos académicos en comentar algunos aspectos de su vida y su muerte.

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Heráclito fue percibido como un arrogante por sus contemporáneos porque criticaba a sus predecesores y a sus pares por desestimar la unidad de la experiencia.

En su Teoría del Conocimiento, Heráclito expone que la mayoría de las personas caminan dormidas por la vida, sin entender lo que les sucede. Pero la experiencia de las palabras y los hechos puede iluminar a quienes son receptivos a su significado.

Heráclito también es el creador de la frase “no se puede entrar en un río dos veces”. Se trata de la explicación mundana de una parte de su Doctrina del Flujo y la Unidad de los Opuestos. El pensador fue el primero en proponer que el universo es un sistema de opuestos equilibrados en el que todas las cosas están emparejadas con cosas que exhiben propiedades contrarias.

Heráclito, el misántropo

Los estudiosos de los antiguos griegos aseguran que Heráclito tenía una visión sombría de la humanidad. Detestaba las multitudes y la democracia. Creía que el gobierno debía estar en manos de sabios, concepto que Platón transformó en la idea de que el gobernante ideal sería un rey-filósofo. Llegó a recomendar a sus conciudadanos el suicidio por ahorcamiento tras el destierro de su líder más destacado.

Su odio por los efesios era tal que se convirtió en misántropo. La misantropía significa odio al ser humano. Los misántropos no odian a un grupo específico de personas, sino a todos los humanos en general. Esto lo llevó a evitar el contacto con otras personas. Pasaba sus días vagando por las montañas y se alimentaba con plantas y lo poco que podía cazar con sus propias manos.

Heráclito buscó consejo de los expertos para calmar su hidropesía, un término en desuso que se utilizaba para denominar la acumulación de líquidos en el cuerpo, parecido a lo que hoy se conoce como edema. Pero las recetas recomendadas por los médicos no le daban resultados.

El filósofo insistió y les presentó un acertijo para corregir su mal. Los conminó “a producir una sequía después de la temporada húmeda”. Pero los sabios no encontraron respuesta.

Así que Heráclito decidió utilizar sus habilidades de observación y su naturaleza autodidacta para conseguir una cura.

Su solución fue cubrirse de estiércol de vaca para que con el calor del excremento se secara y extrajera “el humor húmedo nocivo” de los fluidos acumulados bajo su piel.

Luego, Heráclito se acostó a la intemperie a secarse bajo el sol. Pero el estiércol se solidificó y se convirtió en un rígido yeso que le impedía moverse.

Su muerte habría ocurrido cuando fue devorado por una jauría hambrienta que lo atacó mientras permanecía paralizado por la caca sólida.

Exageraciones históricas

La académica Janet Fairweather disiente de la versión de Diógenes Laercio y explica que la idea de que murió de hidropesía probablemente se originó como una inferencia irónica de unos de sus escritos que afirmaba que: 'Para las almas, convertirse en agua es la muerte'.

En una investigación publicada por Duke University, Fairweather dice que existen una serie de razones para descartar como improbable la teoría de que Heráclito murió cubierto en excremento de vaca. Piensa que hay suficientes motivos para pesar que esa extravagante historia es producto de deducciones ilógicas de dichos de Heráclito que aún se conservan.

La posición de Fairweather es apoyada por algunos revisionistas que consideran que la curiosidad morbosa y la información inexacta tienden a dramatizar o inventar por completo el final de algunos personajes históricos.

Y esas historias fabuladas generalmente están vinculadas con las percepciones populares que se tienen sobre la persona fallecida.

El historiador Stephan Roget considera que una figura conocida por su brutalidad como Genghis Khan probablemente tendrá un legado lleno de trauma, y ​​este patrón se manifestará particularmente en las historias que rodean su fallecimiento. “Esta comprensión kármica de la muerte también se puede encontrar en los legados de aquellos conocidos por sus medios de vida más benévolos, como Walt Disney. La infame leyenda urbana de su congelación póstuma puede haberse perpetuado durante tanto tiempo porque, inconscientemente, muchos deseaban la posibilidad de que algún día reviviera”.

Quizá ese sea el motivo por el que la muerte de Heráclito, el misántropo, quedó registrada por su biógrafo como el filósofo que murió cubierto en excremento de vaca.

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