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Joan Jorba i Rius, el próspero empresario que consiguió tener su propia réplica de la Torre Eiffel en Barcelona

A menudo circula por la red una conocida leyenda urbana que explica que Gustave Eiffel ofreció el diseño de su famosa torre a la ciudad de Barcelona antes de hacerlo a Paris, para que fuese uno de los emblemas más característicos de la Exposición Universal que iba a celebrarse en la Ciudad Condal en 1888.

Joan Jorba i Rius fue un próspero empresario que consiguió tener su propia réplica de la Torre Eiffel en Barcelona (imagen vía <a href="http://barcelofilia.blogspot.com/2011/04/torre-jorba-exposicio-1929-1929-30.html" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:barcelofilia;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">barcelofilia</a>)

Pero esto no deja de ser una absurda historia sin pies ni cabeza, que no sucedió nunca y de la que no existe ni un solo documento oficial (u oficioso) que lo acredite, debido a que la Torre Eiffel, desde un primer momento, fue proyectada para ser construida en la Ciudad de la Luz con motivo de la Expo Universal de 1889.

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La confusión sobre la construcción de la famosa torre parisina y la creencia del presunto emplazamiento en Barcelona se debe a un curioso hecho que tuvo lugar cuatro décadas más tarde, que mezclado con datos y recuerdos vagos de personas que hoy en día son nonagenarias puede ser lo que llevó a tal error.

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Y es que la Ciudad Condal tuvo por un periodo de tiempo muy corto (tan solo un año, entre 1929 y 1930) una curiosa réplica de la torre Eiffel, aunque esta no estaba realizada con un armazón metálico sino que su estructura la formaban cinco grandes letras en las que se podía leer ‘JORBA’ y que se trataba del apellido de uno de los empresarios de más éxitos de la época y que también daba nombre a una serie de fructíferos negocios, entre ellos unos famosísimos grandes almacenes.

Este próspero hombre de negocios era Joan Jorba i Rius, qien había heredado unos años antes el imperio empresarial que había levantado su padre (Joan Jorba i Gasso) medio siglo antes.

Los Jorba (tanto el padre como el hijo) se distinguieron –cada uno en su época- por ser unos grandes emprendedores, con una visión de negocio extraordinario y sin miedo alguno a invertir grandes cantidades de capital en renovar o ampliar los diferentes negocios que iban creando.

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La mencionada ‘torre Jorba’ fue construida en la entrada a la montaña de Montjuïc barcelonesa, frente al parque de atracciones de la Foixarda, y era uno de los pabellones que formaban parte de la Exposición Universal celebrada en la Ciudad Condal entre el 20 de mayo de 1929 y el 30 de enero de 1930.

Vista nocturna del Parque de atracciones de la Foixarda, en la montaña de Montjuïc, con la Torre Jorba iluminada (imagen vía <a href="https://barcinogramas.com/2016/11/03/modernidad-y-transporte-como-atraccion/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:barcinogramas;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">barcinogramas</a>)

Tenía cincuenta metros de alto y los automóviles de la época podían transitar por debajo. Joan Jorba i Rius, que acababa de tomar el control total de la empresa (tras el fallecimiento de su progenitor en 1927) quería que desde cualquier lugar de Barcelona pudiese visionarse su apellido (que al mismo tiempo era el nombre de todas sus empresas), motivo por el que se eligió para su ubicación uno de los puntos más altos de la ciudad que era la montaña de Montjuïc y que además, todos aquellos barcos que llegasen al puerto de barcelonés podrían ver con claridad su preciada torre.

Para el diseño no se rompió demasiado la cabeza, ya que se inspiró en la parisina torre Eiffel, que en aquellos momentos –segunda mitad de la década de 1920- ya era el emblema más famoso de la Ciudad de la Luz, en unos años de esplendor conocidos como ‘los locos años 20’.

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A pesar de la vistosidad y el éxito que supuso la Expo de 1929, aquellas grandes letras que formaban la palabra jorba y que se levantaban desde una gigantesca A (en la base) hasta coronar la torre con la J, no consiguieron el impacto esperado en la sociedad barcelonesa ni en los turistas que recibió la ciudad a lo largo de los ocho meses que duró el evento, por lo que una vez finalizada la exposición se decidió desmantelarla y Joan Jorba i Rius vio así frustrado su deseo de convertirse (o al menos que su apellido lo fuese) en uno de los emblemas de la Ciudad Condal.

Ilustración del pabellon ‘Torre Jorba’ de la Expo de 1929 en Barcelona (imagén vía Wikimedia commons)
Ilustración del pabellon ‘Torre Jorba’ de la Expo de 1929 en Barcelona (imagén vía Wikimedia commons)

La prosperidad de este hombre de negocios comenzó a descender vertiginosamente en los siguientes años –sobre todo tras el estallido de la Guerra Civil española- perdiendo un gran número de sus posesiones (falleció en 1938).

Pero la historia sobre cómo se gestó ese gran imperio empresarial de los Jorba merece otro post mucho más detallado en el que próximamente os explicaré el ascenso a lo más alto de los negocios de Joan Jorba i Gasso, un trabajador textil manresano que durante el último cuarto del siglo XIX se convirtió en un visionario emprendedor y cuyo apellido (durante casi un siglo) fue un referente en la vida económica, social y cultural barcelonesa.

Fuentes de consulta e imágenes: barcelofilia / orgullosademiciudad / Ya está el listo que todo lo sabe / barcinogramas / labarcelonadeantes / Wikimedia commons