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El misterio del cambio físico sorprendente de James Harden en solo dos días

James Harden calentando antes de un partido de baloncesto
James Harden, nuevo jugador de los Brooklyn Nets, en pleno calentamiento antes del partido contra Orlando Magic del pasado 16 de enero. Foto: Sarah Stier/Getty Images.

Año nuevo, vida nueva, como suele decirse. Los primeros días de enero suelen ser los que usamos para poner en marcha (o al menos intentarlo) los propósitos que nos planteamos para mejorar nuestra existencia. Cosas como dejar de fumar, comer más sano o hacer más ejercicio, aunque hay quien va más allá y se lanza a cambios más radicales: dejar el trabajo e irse a vivir a otra ciudad, por ejemplo.

James Harden está en este segundo grupo. Sin medias tintas: la barba más famosa de la NBA ha decidido cortar por lo sano. A sus 31 años, el escolta, uno de los mejores jugadores de baloncesto del mundo en la actualidad, estaba harto de Houston y de los Rockets, donde llevaba desde 2012. Así que en los últimos tiempos hizo todo lo posible para tensar la cuerda y forzar que le traspasaran a los Brooklyn Nets. Debe de ser que Nueva York es mucho más divertido que Texas.

¿Cómo hizo para lograr que su anterior equipo accediera a dejar marchar a un jugador tan determinante como el máximo anotador y el hombre con más triples conseguidos durante las tres últimas temporadas consecutivas? Una estrategia consistió en despotricar contra sus antiguos compañeros, criticándoles la, a su juicio, poca ambición competitiva. También hizo desplantes como ausentarse de algunos entrenamientos durante la pretemporada mientras, en plena pandemia de coronavirus, no dejaba de irse de fiesta. Pero hay quien insinúa que usó también otro truco mucho más burdo.

La mayoría de la gente en el mundo occidental se somete a todo tipo de esfuerzos, dietas inhumanas y sesiones extenuantes de ejercicio para perder peso y tener una figura más delgada. Sin embargo, las malas lenguas dicen que Harden hizo todo lo contrario: aparentar estar más gordo. El objetivo, al parecer, sería transmitir la imagen de encontrarse en un estado de forma lamentable para que Houston considerara que era mejor buscarle una salida.

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Porque, a juzgar por algunas imágenes de sus último partidos en Houston, la semana pasada contra los Lakers, parecía estar muy por encima de los 100 kilos que le adjudica la web oficial de la NBA. Si a la barriga la llaman “la curva de la felicidad”, Harden parecía haber pasado unas Navidades extremadamente alegres. Que es comprensible: en época de turrones, mazapanes, polvorones, o cualesquiera que sean los dulces típicos que se comen en su California natal durante estas fechas, a ver quién es el valiente que no peca.

Lo sorprendente es que, apenas unos días después, ya en las filas de los Nets, parece haber vuelto a recuperar la silueta fina propia de un deportista de élite. A juzgar por las imágenes, habría bajado al menos 10 kilos. Los nutricionistas más reputados del planeta no se explican un cambio tan milagroso en tan poco tiempo. ¿Serán más sanas las hamburguesas en los restaurantes de la Gran Manzana? ¿Serán los clubes de striptease neoyorquinos de peor calidad? La ciencia está estudiando el enigma.

Si hacemos caso a las teorías de la conspiración, la respuesta es muy sencilla: el propio Harden habría utilizado algún postizo o relleno para dar la sensación de abultar más. Es una hipótesis que, aunque se está extendiendo mucho por las redes sociales, hace aguas por varios motivos; por ejemplo, cómo se las apañaría para jugar y mantener su libertad de movimientos sin que se le cayera por la pista del Toyota Center, la sede de su anterior equipo. Pero a falta de una explicación mejor, al menos habría que tenerla en cuenta.

James Harden sostiene el balón con las dos manos y ataca la canasta mientras jugadores de los Lakers intentan defenderle.
Harden (derecha) en uno de sus últimos partidos con los Houston Rockets, el pasado 10 de enero, contra Los Ángeles Lakers. Foto: Carmen Mandato/Getty Images.

Porque otra posibilidad es que se tratara de algún efecto óptico traicionero. La imagen de la discordia, que puedes ver en el tuit que hemos insertado más arriba, es una captura de la grabación del calentamiento en la que quizás se haya generado un ángulo particularmente desafortunado que falseara la perspectiva. Porque en otros momentos del tiempo de juego de sus últimos minutos con los Rockets, reconozcámoslo, tampoco parece tan barrigón.

Además, la foto del contraste de su primer día en los Nets, que tanto está llamando la atención, se ha sacado también del calentamiento antes del encuentro contra Orlando Magic disputado este fin de semana. Y todo el mundo sabe que el negro, color de la camiseta que vestía en ese momento, estiliza mucho:

James Harden manejando un balón de baloncesto con su mano derecha.
Harden, vestido de negro, durante el calentamiento antes del partido contra Orlando Magic. Foto: Sarah Stier/Getty Images.

Más tarde, durante el propio partido, vistió de azul, y ahí sí se notaba que a esos abdominales aún les falta un poco de definición:

Los jugadores de baloncesto Harden, Durant, Harris y Green caminando por la pista.
James Harden (13) con Kevin Durant (7), Joe Harris (12) y Jeff Green (8), compañeros en los Brooklyn Nets, durante el partido contra Orlando Magic. Foto: Sarah Stier/Getty Images.

Pero está claro que su proceso de recuperación física no va mal. Porque un gordo no sería capaz de jugar 40 minutos y anotar 32 puntos, además de conseguir 12 rebotes y dar 14 asistencias, en la liga más competitiva del mundo. Pese lo que pese y abulte lo que abulte, no cabe duda de que, si las lesiones le respetan, va a seguir siendo uno de los jugadores más desequilibrantes del torneo.

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