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El ‘polvo de hadas’ que puede revolucionar nuestras vidas

El carbono es un pilar básico de la química orgánica y el cuarto elemento más abundante en la naturaleza. Es fundamental para la estructura molecular de la vida en nuestro planeta, así como varios minerales, gases, y combustibles. Por sí solas, las moléculas de este elemento se pueden unir de diversas maneras: sus alótropos -moléculas formadas por un sólo elemento que poseen distinta estructura- más conocidos son el carbón mineral, el grafito y, por supuesto, el diamante. En varios sectores de producción industrial hay un alótropo que está ganando cada vez más aprecio y prestigio: el grafeno. Es una capa finísima de grafito, cuya estructura en dos dimensiones se asemeja a un área hexagonal compuesto por puros átomos de carbono.

¿Por qué se le atribuye tanta importancia? Con sólo un átomo de espesor, una lámina de grafeno es 160 veces más resistente que el acero, 5 veces más ligero que el aluminio, 250 veces más veloz en transmitir señales eléctricas que el silicio y 10 veces mejor como conductor de calor que el cobre. Junto con sus propiedades de flexibilidad y elasticidad superiores a la fibra de carbono, el grafeno parece tener propiedades mecánicas de incomparable utilidad.

Los expertos describen los productos hechos con este material como casi milagrosos: smartphones que se enrollarían y podrían ser colocados detrás de la oreja como un lápiz, tarjetas de crédito con procesadores tan potentes como los smartphones actuales, paneles solares híper eficaces…

[También de interés: Por qué las empresas tecnológicas ya no contratan a universitarios].

Foto: Piezas de gel de grafeno en un laboratorio EFE/Long WeiImagen
Foto: Piezas de gel de grafeno en un laboratorio EFE/Long WeiImagen

Pero a pesar de haber sido descubierto en 1930, aislado en el 2004 y experimentado de manera innovadora en el 2010, la esperada revolución del grafeno nunca ha llegado. Esto es debido a sus grandes limitaciones en términos de escala y coste de producción, así como control de calidad. Por si fuera poco, como conductor de electricidad, todavía no se sabe cómo ‘apagarlo’, a diferencia del silicio. Por lo tanto, es entendible que los expertos recomienden cautela ante el furor mediático y las ansias de implementar su uso.

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Ha habido falsas promesas sobre este material. Tanto que han transformado el escepticismo en desconfianza. Un ejemplo puede ser Graphenano, una compañía española que dice tener la mayor capacidad de producción de grafeno en el mundo. Había prometido una batería de grafeno con un tiempo de carga menor a 10 minutos y con una capacidad 4 veces mayor que las de Tesla para finales de 2016. El resultado de sus promesas es dudoso, con certificados incompletos y sin verificación independiente, y no demuestra la capacidad de implementar su tecnología a una escala a nivel industrial.

La llegada a la vida real

Sin embargo, hay otras implementaciones del grafeno que sí están dando resultado. Vollevak, una startup londinense de ropa deportiva, ofrece chaquetas reversibles con una capacidad impresionante de retener el calor gracias a este material. Ha vendido 1.000 unidades al precio de 600 euros (unos 670 dólares) en tan sólo 3 días. La marca Inov-8 implementa el material en zapatillas deportivas, presentando un producto final muy ligero y resistente a la corrosión. Para los deportistas profesionales, las raquetas de tenis de grafeno podrían llegar distribuir el peso de manera óptima ofreciendo mayor control, y las bolas de golf podrían llegar mucho más lejos.

Pero no hay perspectivas de que su implementación masiva sea real a corto plazo. De hecho algunos expertos valoran otras opciones momentáneas: una analista de Bloomberg NEF opina que el secreto es ‘salpicar’ el grafeno como ‘polvo de hadas’ en lugar de utilizar el costoso material por sí solo. Se aportarían sus características y no se multiplicaría el precio del producto hasta límites impagables por el ciudadano medio.

Con la altísima inversión en la tecnología de grafeno, se podría dar una ‘nueva revolución industrial’. Pero, hasta entonces, es mejor reconocer que el grafeno todavía está en una etapa temprana de desarrollo, y por el momento, su codiciado potencial sigue siendo eso: potencial.

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