La desafortunada elección que estuvo a punto de llevar a la ruina a Faunia
¿Qué es más importante para que algo tenga éxito: el producto o su nombre? Habrá algunas teorías que defiendan lo primero y otras que aboguen por lo segundo. Pero seguramente sea necesario que ambos sean buenos para no estar abocado al desastre.
Esto no debieron tenerlo en cuenta los responsables de crear el ambicioso parque biológico que abrió sus puertas en Madrid en 2001. El proyecto era en sí espectacular: 14.000 metros cuadrados, más de 70.000 árboles, capacidad para más de 4.500 animales… Un producto muy potente, vaya.
Pero a la hora de elegir el nombre no se complicaron la vida y escogieron la opción más aburrida posible: Parque Biológico de Madrid. Resulta imposible pensar un nombre más descriptivo y con menos carga de marketing que ese.
El resultado de su desafortunada elección fue una pobre afluencia de público en los primeros meses de vida del centro. Llegaron incluso a plantearse cerrar si la cosa no mejoraba. Por suerte para ellos, alguien con visión de futuro tomó la decisión de dar marcha atrás de manera inmediata y contratar a un especialista en naming.
El elegido fue el poeta Fernando Beltrán, que siguiendo su particular fórmula para alumbrar nombres ‘mágicos’ estuvo recorriendo el parque y empapándose de todo lo que había en él (“los nombres surgen cuando tocas con los dedos, cuando pisas lo que tienes que nombrar”).
¿Cuál fue el problema que detectó y cómo lo solucionó? “El Parque Biológico de Madrid tenía problemas para comunicar lo que había allí. Es un buen descriptivo, pero confuso. Busqué un nombre que sonara bien, que fonéticamente fuera agradable al oído y que evocara rápidamente lo que había ahí”, ha explicado el poeta.
El resultado de su trabajo fueron 6 letras: Faunia. 6 letras que cambiaron el destino del parque, ya que a raíz del renombre fue adquiriendo fama y ganando visitantes hasta convertirse en una de las alternativas de ocio más valoradas en la capital de España.
Esta genialidad de Fernando Beltrán no fue para nada casual, ya que también ha estado implicado en el nacimiento de marcas como Amena, Everis, Rastreator, Aliada y un sinfín de compañías claramente reconocibles por sus nombres. Para que luego diga alguien que con tener un buen producto es suficiente…
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