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¿Está ayudando Macri a la economía de Argentina?

Mauricio Macri, presidente de Argentina
Mauricio Macri, presidente de Argentina. Foto de Jorge Adorno (Reuters)

Por Francisco Acosta Fragachan

Mauricio Macri, quien preside Argentina desde finales del 2015, cumple 18 meses de gobierno y los mercados comienzan a evaluar una gestión que comenzó con un inmenso reto: sanear las finanzas de ese país y recuperar la senda del crecimiento económico sostenido.

Para lograr tan importante meta Macri ha debido en primer lugar, emprender el difícil camino de reducir los compromisos fiscales de un Estado sobredimensionado y cargado de presiones financieras, con millones de empleados públicos sin justificación y altos niveles de subsidio de los servicios públicos.

Al tiempo que Macri tomaba las riendas del gobierno, Argentina presentaba una economía paralizada por la incertidumbre y la falta de fuentes de financiamiento externo, lo que la ponía en una posición muy difícil para enfrentar y absorber políticas de ajuste macroeconómicos de shock, como las aplicadas en los años 80, lo que obligó al Jefe de estado a la aplicación de sus propuestas de cambio en forma gradual, lo que le ha permitido manejar con relativo éxito la feroz oposición política de la era Kirchnner, y sortear obstáculos con un tino politico que le ha comenzado a ganar el respeto de muchos incrédulos.

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Dentro de esa propuesta “gradual”, lo primero era incorporar a la Argentina a los mercados crediticios internacionales después de 15 años de aislamiento financiero, cosa que logró tras convencer a un Parlamento (en el que no controla la mayoría) de aprobar una polémica ley que le permitía cancelar los compromisos financieros de la deuda en mora.

Con las lineas de crédito abiertas nuevamente, el gobierno de Macri prontamente recurrió a los mercados en busca de recursos que le permitieron cubrir pagos de la deuda pendiente y financiar parte de un gasto publico todavía deficitario. En este sentido, se están mostrando indicios de una corrección de rumbo en lo que respecta al mencionado gasto público, con una política sustentada en un manejo pragmático de la realidad económica de la tercera economía latinoamericana, después de Brasil y México.

Corrección del equilibrio presupuestario

Abrir las lineas de crédito no fue suficiente para mantener la nave fuera de la turbulencia fiscal, por lo que el Gobierno debió maniobrar para incrementar el ingreso fiscal; todo ello sin provocar una explosión social que podría ocurrir si, por ejemplo, pone en la calle a los mas de dos millones de empleados que se estima “sobran” en la administración pública argentina.

Para lograrlo impulsó, entre otras cosas, la polémica “Ley de Blanqueo de Capitales”, mediante la cual permitió a ciudadanos y empresas argentinas, mediante el pago de un tributo moderado, regularizar capitales que habían ocultado en el exterior buscando protección ante el populismo y la voracidad fiscal del gobierno anterior. Con esta medida, Macri consiguió ingresos extraordinarios de 116.800 millones de dólares que le permitieron mantener la abultada nómina del Estado y evitar que el déficit en su primer año de gestión alcanzará una cifra cercana al 7% del Producto Interior Bruto (PIB).

Las necesidades del país

El nuevo presidente de la nación del sur ha demostrado pulso y habilidad en el manejo de la difícil política interna de su país. A pesar de ello, Argentina necesita urgentemente reactivar su economía y para lograrlo debe convencer a los inversionistas propios y extranjeros de que esta vez las reglas serán claras y, sobre todo, duraderas en el tiempo.

Recordemos que la Argentina, al igual que la mayoría de las economías latinoamericanas, ha presentado momentos de lucidez en el manejo de sus finanzas públicas pero, invariablemente, dichos momentos han sido sucedidos por periodos de populismo. Estos último siempre han generado poco bienestar y altos niveles de deuda, lo que ha hecho colapsar la capacidad de pago de la república. Estas circunstancias han manteniendo a la economía del país en un escenario pendular que ha evitado que la nación tome, de una vez por todas, un camino que permita progreso y prosperidad para la gran mayoría de sus habitantes.

Los datos

De momento, parece que las cifras macroeconómicas acompañan al actual Ejecutivo y son más positivas (al menos eso apuntan las previsiones). Aunque una historia diferente será ver si eso se traduce en una mejora de la situación real de los ciudadanos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que Argentina crecerá el 2,2% este año y 2,3% en 2018 en virtud de “mayor consumo e inversión pública”, reflejando el “gradual rebote de la inversión pública y exportaciones”. La estimación está contenida en la actualización de abril del informe de “Perspectivas Económicas Mundiales“.

De este modo, el país dejaría atrás la recesión, que en 2016 fue del 2,3%.

Asimismo el organismo internacional situó la inflación en 2017 en el 25,2% y en el 18,7% para 2018, en tanto que la tasa de desempleo será este año del 7,4%.

Desconfianza

A pesar de los avances, la hasta ahora brillante gestión de Macri comienza a generar dudas a los analistas económicos. Dirigir gran parte de los nuevos créditos al pago de deudas vencidas y al gasto corriente prende señales de alarma que recuerdan situaciones anteriores.

Para despejar esas dudas, el presidente debe seguir con firmeza el rumbo propuesto a sus conciudadanos y a la banca internacional. Para ello, debe preparar a la economía Argentina para transferir -con el menor de los traumas posibles- los mas de 2 millones de empleados públicos que “sobran” en el sector público al sector privado. Esto en una economía cualquiera sería un inmenso reto; qué decir para el polarizado escenario político argentino.

Hasta ahora, el presidente argentino ha demostrado tenacidad y garra para dar el golpe de timón que necesita el país, y que pudiera convertirlo en el ejemplo a seguir por el resto de las economías pendulares de Sudamérica. Pero en estos momentos la pregunta es: ¿podrá continuar ese camino?

Francisco Acosta Fragachan es economista.