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En Alemania los consumidores cobraron por el exceso de electricidad originado por las renovables el pasado domingo

El pasado domingo 8 de mayo se vivió una situación nunca antes vista en Alemania. En una jornada especialmente soleada y ventosa, las plantas en energía solar, eólica, de biomasa e hidroeléctricas aportaron 55 gigavatios de los 63 que se consumen en el país. Ese 87 % del total, originado de energías renovables, hizo que los precios de este bien primario fueran durante horas negativos. Es decir, que los consumidores cobraron por consumir electricidad.

El sistema eléctrico alemán fija sus precios en función de la producción y de la demanda en directo. La electricidad más cara es la que proviene de las centrales termoeléctricas, que usan carbón o gas. La red eléctrica prima a las renovables no con dinero, como ocurría en España, sino con un acceso preferencial: si un parque eólico aporta electricidad, ésta se consume antes que la producida en otras fuentes no renovables.  Además, los consumidores se benefician porque es más barata.



Según informa la página Quartz   citando al think tank Agora Energiewendeel año pasado las energías renovables aportaron el 33% de la electricidad producida en el país. El plan de Angela Merkel, denominado Energiewende (que se puede traducir Revolución Energética) y aprobado en 2010, tiene como objetivo que en 2035 que tanto su energía eólica como la solar supongan el 60% del total de fuentes renovables.

España, un panorama bien diferente
En España el panorama es bien diferente. Si en Alemania se favorece la creación de cooperativas de parques eólicos o las denominadas granjas solares, en las que las placas absorben la energía del sol y la traducen en electricidad, en nuestra nación se persigue esta actividad con el denominado impuesto al sol, una tasa que perjudica a todos aquellos que quieran autoabastecerse o aportar electricidad de origen renovable al sistema eléctrico español. Una ley a medida de las 5 grandes eléctricas que operan en nuestro país y que pueden así mantener su negocio sin miedo a luchar contra nuevos competidores.

Además, en España se paga una de las facturas más caras de Europa. El motivo de este sobrecoste es complejo, y afectan variables como que el 60% del precio de la luz está controlado por el Gobierno, mientras que el precio ‘real’ de la energía solo supone el 40%. Según  Miguel Ángel García, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos, la “principal causa del disparate es mantener un sector con sobrecapacidad en la producción, que a su vez mantiene una garantía de ingresos aunque no se venda todo el producto. De hecho, la actual demanda es tan sólo el 40% de la oferta potencial (capacidad para producción de 105.615 Mwh con una demanda de 43.527 Mwh en 2013)”.

En nuestro país el 25% de la factura corresponde a impuestos (como el IVA o el impuesto eléctrico). Además, los consumidores pagamos primas como la del carbón nacional, que está vigente para evitar el cierre de las minas españolas, que no pueden competir en precio con el carbón producido en países extranjeros. Otro factor más es el de los costes derivados de la moratoria nuclear: en los años 80 se prohibió la construcción de nuevas centrales nucleares en España, dejando en suspenso la inversión de muchas empresas a las que desde entonces se indemniza año a año por este motivo. Por supuesto, a cuenta del consumidor.