El exceso de trabajo mata, literalmente
El estrés generado por el trabajo, las jornadas laborales excesivamente larga y, en general, la situación de precariedad laboral generalizada son al menos el quinto motivo de muerte en los Estados Unidos. Y lo mismo comienza a suceder en el resto del mundo occidental. Esto afirma el estudio publicado por Jeffrey Pfeffer, profesor de la Escuela de Postgrado de Negocios de la Universidad de Stanford, en su libro Dying for a paycheck.
Este estudio desprende datos más que alarmantes: al 61% de los empleados el trabajo y el estrés le ha generado alguna enfermedad, y casi el 10% afirma que ha tenido que ser ingresados por motivos relacionados con su actividad laboral. Pero va más allá, las estimaciones extraídas del estudio apuntan a que el estrés generado en el trabajo está estrechamente ligado a la muerte de unos 120.000 trabajadores estadounidense en tan solo un año.
Por ello, Pfeffer no tiene ningún reparo en afirmar que el trabajo mata. Y lo peor es que nadie parece estar haciendo nada al respecto, sobre todo las empresas, que se han desentendido completamente de su responsabilidad sobre la situación y el bienestar de sus trabajadores. Por otro lado, también tiene que ver el auge de la denominada ‘economía gig’, de trabajadores independientes o ‘freelances’ con una situación de inseguridad laboral y económica bastante alta también.
Contraproducente para las empresas
Es fácil pensar que las empresas mantienen este sistema laboral tan perjudicial para la salud de los trabajadores por motivos económicos y de mantenimiento de beneficios. Pero este estudio demuestra todo lo contrario: según los datos del Instituto Estadounidense del Estrés, ese conjunto de alteraciones cuesta unos 300.000 millones de dólares al año a las corporaciones. Y no solo eso, sino que las personas enfermas, tanto psicológica como físicamente, son hasta un 50% menos productivas.
Otros estudios realizados en Reino Unido demuestran que la mitad de las veces que un empleado se ausenta de su puesto de trabajo tienen que ver con el estrés laboral. Por tanto, tener trabajadores enfermos parece de todo menos beneficioso para las compañías. Igual de costoso es para los gobiernos, quienes tienen que cubrir los costes de salud de enfermedades crónicas generadas por estas condiciones de trabajo, como los problemas cardiovasculares.
Mientras que la gran parte de las empresas, los gobiernos e incluso la mayoría de los ciudadanos se mantienen impasivos ante la situación, ya comienzan a surgir algunas corrientes que defienden la reducción de jornada, y unas condiciones más flexibles a favor de un mejor bienestar del trabajador. Por tanto, un aumento de la productividad.
Este es el caso de una empresa neozelandesa, que hizo una prueba durante unas ocho semanas en las que la jornada laboral se reducía a 4 días. Los resultados productivos fueron los mismos, de tal manera que la productividad aumentó un 20%. Además, se consiguieron reducir los niveles de estrés, y el compromiso de los empleados aumento hasta un 40%. Desde luego, una vez más se demuestra que es mejor calidad que cantidad.
Artículos relacionados que te pueden interesar:
¿Trabajar 80 horas semanales para cambiar al mundo? Esto dice la ciencia
Por qué trabajar menos es más productivo a partir de los 40 años
Trabajar por la noche puede acelerar la menopausia
Laotracaradelamoneda
IDNet Noticias