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El plan de infraestructuras de Trump se enfrenta a estos obstáculos

<em>Jonathan Ernst (Reuters)</em>
Jonathan Ernst (Reuters)

Si el presidente Trump pudiese reunir 1 billón de dólares para reconstruir la columna vertebral de Estados Unidos, encontraría muchas carreteras y puentes que reparar. El problema estriba en conseguir el dinero necesario.

Un elemento clave del plan de infraestructuras de Trump al que se ha prestado poca atención es el importante papel de la financiación privada, mucho más que el dinero de los contribuyentes. Para atraer inversiones privadas en infraestructura por valor de 1 billón de dólares, Trump pide que en torno a 137.000 millones procedan de los contribuyentes durante 10 años, mediante créditos fiscales otorgados a inversores privados que coloquen su dinero en estos proyectos. El resto del dinero provendría de las ganancias anuales de los inversores con retornos del 9% o el 10% sobre el dinero que tenga invertido. Además, Trump afirma que el gobierno ganaría 137.000 millones de dólares en créditos fiscales, gracias a unos mayores ingresos fiscales generados por los trabajadores de nueva contratación y por los contratistas que se beneficien de los proyectos.

La idea es teóricamente acertada (quizás demasiado conveniente), excepto por un detalle: las realidades políticas que se interponen en su camino. Los proyectos financiados con dinero privado requerirían que los peajes u otros cargos a los usuarios quedasen en manos de los inversores como una forma de flujo de ingresos, un modelo de financiación que se ha implantado en Europa y Australia, pero no en Estados Unidos. “Aunque decimos de nosotros que somos un país admirador del modelo de libre empresa, levantamos muchas barreras en lo referido a los servicios públicos gratuitos que ahora deben ser monetizados”, eso dice Henry Cisneros, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano durante la administración Clinton y ahora socio de la firma de finanzas e infraestructuras Siebert Cisneros Shank.

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Los problemas

Cisneros señala tres barreras básicas a la inversión privada para infraestructuras: una mezcolanza de normativas que varían de estado en estado, reticencia a traspasar servicios públicos a inversores privados y el poco convencimiento de los inversores de poder ver retornos con esos proyectos en Estados Unidos. “Tenemos que superar estas dificultades para competir con Europa, Australia y China, donde se construyen sistemas ferroviarios a razón de unos 320 km por hora”, eso dice. “No nos acercamos a eso ni por asomo”.

Trump tendrá que mejorar esta situación para que su plan de inversiones privadas sea viable. Algo que podría hacer es determinar una normativa y un sistema para poder invertir en varios proyectos, en lugar de la lógica de uno a uno que prevalece actualmente. Esto aumentaría las posibilidades de retornos para los inversores, y generaría un mayor interés. Muchos analistas creen que podría ser útil un “banco nacional de infraestructuras” que diese prioridad a los proyectos, especialmente a aquellos de gran calado que abarquen varios estados o ciudades.

Los estados tendrán que hacer su parte adoptando algunas normativas nacionales y poniendo sus propios bancos de infraestructuras a trabajar conjuntamente con los bancos nacionales. También tendría que haber una fuerte persuasión pública por parte de Trump y de otros funcionarios electos para convencer a los votantes que es conveniente para ellos que los inversores de Wall Street saquen provecho económico de las carreteras, los puentes, las vías fluviales y los bienes públicos que utilizan diariamente.

Puede que parezca difícil, pero es probable que no haya otra elección ‒sin importar quién sea el presidente‒ a la vista de la falta de financiación tradicional para los proyectos en Washington, y los presupuestos de muchos estados también son muy ajustados. “Como país, vamos a necesitar capital privado”, dijo Cisneros. “Es que no hay ninguna [otra] fuente de dinero. Tendrá que salir del sector privado”.

Rick Newman
Columnista
Yahoo Finance