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Cuánto cuestan los incendios en España

En Australia se sospecha que ciertas especies de milano y halcón son responsables de iniciar algunos incendios forestales. Las aves rapaces recogen ramas en llamas y las transportan hasta un kilómetro de distancia para provocarlos. El motivo es tan siniestro como sorprendente: el fuego les permite cazar fácilmente a animales heridos o aquellos distraídos por el pánico. Los aborígenes del país llevan milenios practicando ‘agricultura del palo incendiario’, una técnica similar, la cual facilita la caza y permite la germinación de plantas más útiles para el consumo del ser humano.

Incluso con estos extraños casos que no dejan de ser anecdóticos, los incendios forestales son casi siempre desastres naturales. En España, el Parque Natural de Doñana y de Segura de la Sierra fueron dos epicentros de incendios forestales devastadores del año 2017. El primero culminó con la destrucción de aproximadamente 8.500 hectáreas y el segundo, 830. Pero, más allá del daño causado al medio ambiente, ¿se puede cuantificar el daño económico de semejantes catástrofes?

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Monte ardiendo por la noche Foto: Getty
Monte ardiendo por la noche Foto: Getty

Uno de los factores más importantes que se debería considerar es el daño hacia las especies emblemáticas, cosa que ha llevado a cabo un equipo de investigación del Departamento de Ingeniería Forestal de la Universidad de Córdoba (UCO) en un estudio. Ricardo Zamora, uno de los investigadores, sostiene que “a la hora de calcular las pérdidas económicas de un incendio nunca se tiene en cuenta el coste del impacto sobre las especies que viven allí” agregando que “se necesita poner valor a la biodiversidad y para ello, es importante poner cifras”.

Los cálculos

El estudio, que abarca los dos incendios mencionados previamente, se enfoca en el dinero invertido en programas de conservación y protección de estas especies, así como en la cantidad de dinero que los ciudadanos estarían dispuestos a aportar para protegerlas. Contando pérdidas como un lince ibérico muerto y la pérdida del hábitat de otros miembros de la especie, el análisis del impacto económico del incendio de la Doñana se sitúa entre los 209.619 y 295.838 euros según el primer enfoque, y entre 295.838 y 322.733 según el segundo.

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Para el de la Sierra de Segura, con menos damnificados y menos terreno calcinado, las cifras correspondientes son entre 634 y 777 euros y entre 3.116 y 3.258. A su vez, este análisis servirá para evaluar el impacto económico total de los incendios, como parte del desarrollo del programa Visual-Seveif, que se diseña para evaluar económicamente los incendios forestales, incorporando datos sobre biodiversidad (tales como el estudio de UCO), fijación de carbono, erosión del suelo, ocio y turismo (ya que la belleza natural de estos lugares contribuye a la industria que aporta un 12% del PIB).

Más allá de las cifras

Según la asociación sin ánimo de lucro Reforesta, desde 1961 la extensión de tierra quemada por los incendios forestales en España excede la superficie de Castilla-La Mancha. Esto significa que, como media anual, arden más de 100.000 hectáreas de bosque.

Además del daño directo a la flora y a la fauna, estos desastres arrastran ceniza y contaminan fuentes de agua, y nos privan de la vegetación que nos provee oxígeno, absorbe dióxido de carbono, protege el suelo, entre otros muchos otros beneficios.

Además, muchos no son catástrofes del todo naturales; el ser humano contribuye a los incendios. Más allá de tirar una colilla de cigarrillo o no extinguir apropiadamente una hoguera, el cambio climático (especialmente la desertificación prevista para el futuro de España) aumenta el riesgo y agrava las consecuencias.

No hay que subestimar el daño ecológico ni económico. De hecho, se sospecha que la práctica de la agricultura del palo incendiario fue precisamente lo que aceleró la desertificación de Australia y la extinción de la megafauna en Sahul (el continente australiano). Las plantas que crecían eran mayoritariamente aquellas que se crían rápidamente (tales como el eucalipto, árbol que produce acidez en el suelo), y los animales que proliferaron fueron aquellos que prosperan en el bioma de la sabana australiana, mientras que los bosques lluviosos fueron retrocediendo hacia las costas. Si no queremos seguir el camino australiano y dañar los distintos ecosistemas de nuestro país de manera irreversible, tenemos que concienciarnos en serio del riesgo y tomar medidas para evitar los incendios que se hacen cada vez más frecuentes.

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