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El Gran Hermano escolar que ya está funcionando en China

China quiere ser la primera potencia mundial. En todos los aspectos: en el demográfico, en el económico, en el tecnológico… en este último campo el gobierno de Pekín está apostando todo a la Inteligencia Artificial. Los chinos quieren que el software autónomo maneje el urbanismo, el tráfico, la gestión y también la educación. Por eso en los colegios del país se están cambiando la forma en la que los más pequeños pueden ser educados en el Siglo 21.

Por ejemplo, en un instituto del este del país, la asistencia de los alumnos se mide no pasando lista, sino con un sofisticado sistema de reconocimiento facial que también sirve para ver si los chavales están prestando atención o participando en la clase. ¿Cómo? Con un programa que desentraña sus emociones.

El Gran Hermano escolar de China (International Business Times)
El Gran Hermano escolar de China (International Business Times)

El sistema se llama “Control Inteligente de la Conducta en Clase’ y escanea cada 30 segundos las cabezas de los estudiantes. El software es capaz de descubrir 7 emociones diferentes en los rostros, incluidas la felicidad, la tristeza, el miedo o el enfado. Y lo hace a través de una cámara situada en la parte superior de la pizarra, que además es capaz de diferenciar entre varias conductas, como leer, escribir, levantar la mano, levantarse escuchar o estudiar. Es decir, todo un gran hermano.

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¿Cuál es el objetivo final de esta tecnología? No está muy claro, pero podría ser el de saber si un estudiante realmente se ha esforzado en su día adía por comprender lo que el profesor estaba explicando. También puede servir como un disuasor para que los alumnos no se duerman en clase o para que no monten bulla.

Según el South China Morning Post, cuatro escuelas del país ya disponen de este sistema en sus aulas, que no solo vigila, sino que además emite informes sobre lo que registra, gracias a una serie de algoritmos que van aprendiendo sobre la marcha sobre las conductas de los menores.

Pero el Gobierno chino no solo vigila la conducta de los alumnos. También supervisa en tiempo real las notas que los profesores les van poniendo, ya sea de un trabajo o de un examen. Los docentes están obligados a registrar en un sistema informático cualquier calificación. Y toda esa información es analizada por un software que presumiblemente va clasificando a los niños según su día a día. Eso sí, las etiquetas son un misterio.

¿Estará el software haciendo predicciones sobre si un niño va a ser un vago por sacar malas notas? ¿Estará sirviendo esta información para adecuar las clases al nivel de los niños? ¿Para fortalecer determinadas áreas de estudio? No tenemos ni la menor idea: lo realmente asombroso es que se está apuntando hasta el más mínimo detalle de la vida escolar de los chavales.

Este sistema educativo monitorizado no es el único que se está poniendo en marcha en el país. Desde hace meses existe un método informático que asigna puntuaciones a los ciudadanos en base a sus malas o buenas acciones. Si tienen hijos –se acabó la política del hijo único que reinaba en los 90- o si no tienen deudas, reciben una puntuación alta. Si cometen delitos o compran mucho alcohol, ven como su nota baja.

Lo dicho, el Gran Hermano ya existe. Al menos en China.