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Lo despidieron por ser aburrido, un tribunal dictamina si tienen razón

La cultura del alcohol es endémica en el mundo corporativo y excluye a los trabajadores que no desean o no pueden beber. (Getty Images)
La cultura del alcohol es endémica en el mundo corporativo y excluye a los trabajadores que no desean o no pueden beber. (Getty Images) (kokouu via Getty Images)

En las series coreanas nunca falta una escena en la que un jefe invita a su equipo a tomar unas copas después de la jornada laboral. Las relaciones jerárquicas y el alcohol en esos dramas de ficción son el caldo de cultivo de abusos de poder, acoso sexual y variadas expresiones de misoginia.

Lo triste del asunto es que esas situaciones ocurren todos los días fuera de las pantallas en muchas partes del mundo. Así lo demostró el fallo de un tribunal francés, que dictaminó que una empresa consultora incurrió en un error al despedir a un trabajador por negarse a reunirse socialmente con sus colegas fuera del horario laboral.

¿Qué pasó?
¿Qué pasó?

El parisino, que aparece en los documentos judiciales como “Sr. T” trabajó en la consultora Cubik Partners entre 2011 y 2015.

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La firma brinda servicios de consultoría comercial para clientes corporativos y no esconde que privilegia las conexiones sociales y la personalidad por encima de otras destrezas como la eficiencia. La web de Cubik deja claro cuáles son sus valores al expresar que sus empleados “necesitan saber cómo divertirse mientras trabajan”.

Es posible que la personalidad del señor T no encajara de la mejor manera con el perfil aspirado por Cubik Partners porque a pesar de ser ascendido tres años después de ser contratado, se negó repetidamente a asistir a las actividades grupales fuera de las oficina y a los célebres “Happy Hours”, en los que los empleados se reúnen en bares cercanos a beber y a charlar después de salir de trabajar.

Los supervisores del señor T lo consideraban antisocial y aburrido y terminaron despidiéndolo en 2015 por “incompetencia profesional”. El trabajador no se quedó de brazos cruzados y presentó una demanda ante los tribunales contra Cubik Partners, alegando de que su competencia profesional nada tuvo que ver con su despido. Aseguró que fue sancionado por no dejarse llevar por “el alcoholismo excesivo” y “la promiscuidad” practicadas en la empresa.

La batalla legal se prolongó durante años y pasó de apelación en apelación. Pero finalmente, el Tribunal de Casación, como se le conoce al tribunal supremo francés, falló a favor del señor T al dictaminar que negarse a participar en actividades sociales opcionales también es una libertad fundamental como la libertad de expresión.

El tribunal ordenó a Cubik Partners el pago inmediato de 3161 euros y dijo que en una próxima fecha emitiría una decisión sobre el monto total de los daños. En el pasado, un tribunal de apelaciones había rechazado una petición del señor T, que solicitaba el pago de daños por 486.206 dólares.

Los analistas consideran que se trata de una victoria legal poco común porque es muy difícil probar ese tipo de comportamiento en los tribunales. Cubik Partners había afirmado en otros juicios que despidió al Sr. T por responder de manera hostil a los comentarios y críticas sobre su trabajo y por utilizar un tomo desmotivador al hablar con sus subordinados.

En la práctica, una persona considerada poco sociable como el señor T no habría sido despedido de la mayoría de las empresas, sino que habría perdido oportunidades de participar en grandes proyectos o ser ascendido a posiciones claves.

Antes del inicio de la pandemia en 2020, las prácticas de socialización forzada de las compañías tenían cada vez más detractores. Y las personas tímidas, abstemias o los que no les gusta socializar con compañeros de trabajo encontraron un oasis de paz cuando se instauró el teletrabajo.

El alcohol no es inclusivo

Las empresas adoptaron hace décadas la costumbre de invitar a sus empleados reunirse en un bar a consumir alcohol como una manera de que las personas estrechen sus vínculos sin las presiones diarias del trabajo. Pero para las mujeres, las minorías, las personas introvertidas esta práctica que invita a la cohesión social no siempre es inclusiva.

La funcionaria del sector público canadiense Tala Abu Hayyaneh recuerda las dificultades que ha tenido en su vida profesional al intentar participar en las reuniones que implican el consumo de alcohol. Asistía de mala gana al no querer desencajar ni perder oportunidades pero se sentía realmente incómoda por ser una mujer musulmana que no consume ningún tipo de bebida alcohólica.

Son muchos los motivos por los que una persona decide no beber alcohol en una reunión con compañeros de trabajo. Algunas religiones y culturas prohíben su consumo. También es posible que la persona tenga un problema de abuso de sustancias y necesita mantenerse alejado del alcohol y las drogas. Otra posibilidad es que siga un tratamiento médico que le impida beber. O tiene una discapacidad y se le hace difícil trasladarse a ese lugar. O simplemente no le apetece beber. Todas son razones válidas para negarse a participar en los Happy Hours corporativos sin que exista el riesgo de perder oportunidades para el avance profesional.

Hayyaneh cree que las empresas deberían cambiar la cultura del alcohol por una cultura de creación de redes más inclusiva que facilite la apertura y la seguridad de todo el equipo.

La emprendedora Laura Silverman es otra defensora de crear redes sociales alejadas del mundo del alcohol. Ella lo hace a través de la plataforma Zero Proof Nation, en la que exhibe productos, eventos y experiencias sin alcohol en Estados Unidos.

Asegura que los Happy Hours son endémicos en muchas organizaciones y que es muy difícil ser la única persona sobria.

“En nuestra cultura, el alcohol es la única droga que es normal consumir y anormal no tomarla”, dice Silverman. Pero considera que no es correcto que esa práctica perjudique a las personas que deciden no participar en los Happy Hours.

Tal y como le ocurrió al señor T.

Fuentes: Theglobeandmail, Yahoo, The Street.

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