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La desconocida Silicon Valley china esconde una fortuna millonaria

A un cuarto de hora en tren desde Hong Kong, China esconde uno de los lugares más prósperos del mundo: una megaciudad de más de 10 millones de personas en la provincia de Guangdong que se eleva sobre lo que hasta hace pocas décadas fue una colección de aldeas irregulares.

Hoy en día, la economía de Shenzhen, situada en el sur de China y que apenas existía hace 40 años, es más grande que toda Noruega, según destaca Bloomberg. En esta urbe se encuentra la bautizada como Silicon Valley china, donde han cambiado el trabajo en el mar y el cultivo de arroz por los mercados financieros y las acciones de gigantes empresariales en tan solo una o dos generaciones.

Shenzhen se ha convertido en el gran centro tecnológico chino. (Photo by He Shaoping/VCG via Getty Images)
Shenzhen se ha convertido en el gran centro tecnológico chino. (Photo by He Shaoping/VCG via Getty Images) (VCG via Getty Images)

Durante los últimos cuarenta años, la apertura china y su experimentación hacia políticas favorables a las empresas en esa ciudad han ayudado a convertirla en el equivalente del Silicon Valley americano con gigantes tecnológicos locales como Tencent y Huawei, y en un paraíso para empresas emergentes y startups.

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Donde se ubicaban arrozales hoy se encuentran hoteles lujosos como el Ritz, boutiques de Louis Vuitton o concesionarios en los que comprar un Porsche por casi 400.000 dólares. Unos 300.000 habitantes de esta Silicon Valley china tienen una fortuna combinada de más de 30.000 millones de dólares y la ciudad se ha convertido en el paradigma de la apertura china al capitalismo.

Su reconversión ha sido la consecuencia de que en la década de los 80, la China comunista declarase a Shenzhen como su primera “zona económica especial”. Desde entonces el dinero comenzó a fluir y la zona entró en la ebullición y efervescencia capitalista, de manera que muchos de sus habitantes han visto en tan solo una generación un impulso fortuito de sus rentas y una transformación sin parangón de su modo de vida.

De hecho, en enclaves de Shenzhen como Huanggang y Futian se encuentran literalmente algunas de las propiedades inmobiliarias más caras del mundo. Sin embargo, el capitalismo estilo chino tiene que pasar siempre por el filtro del Partido y el presidente, Xi Jinping, ya ha tomado medidas contra los gigantes tecnológicos del país, algunos de ellos con sede en esta urbe.

Xi dice buscar que la industria tecnológica y las finanzas desechen lo que para el Partido son “valores culturales malsanos” y evita así que sus empresas acumulen más poder del que sería capaz de controlar, como ha ocurrido con Ant Group, empresa afiliada del gigante de comercio electrónico Alibaba.

El espectacular campus de Huawei en Shenzhen. (Photo by Kevin Frayer/Getty Images)
El espectacular campus de Huawei en Shenzhen. (Photo by Kevin Frayer/Getty Images) (Kevin Frayer via Getty Images)

Hoy, los herederos de las antiguas aldeas que ocupaban la zona de Shenzhen se encuentran entre los ciudadanos más privilegiados de China, con posesiones inmobiliarias y participaciones en empresas que les reportan miles de yuanes anuales. Así, por ejemplo, en Yulv, una de las aldeas urbanas, los miembros del clan Zeng cobran anualmente alrededor de 100.000 yuanes (15.600 dólares) en dividendos, según reporta Bloomberg.

Todo ello ha llevado también a un creciente resentimiento entre propietarios y recién llegados, así como a un aumento de la desigualdad, no solo en Shenzhen sino en toda China. Los precios de la vivienda se han disparado en ciudades en auge poniendo la propiedad de vivienda fuera del alcance de millones de recién llegados.

El gigante asiático está cerca de convertirse en la primera economía del mundo pero, con ello, también se acerca rápidamente a unos niveles de desigualdad alarmantes. De hecho, el 1% que más gana en China tiene una mayor participación en la riqueza que el 50% más pobre.

Uno de los objetivos del presidente Xi Jinping es asegurar que la riqueza se distribuya de manera más equitativa entre los casi 1.500 millones de habitantes chinos, como estrategia para mantener el apoyo en 2022, cuando una reorganización del liderazgo podría llevarlo a un tercer mandato. Desde que se hizo con las riendas en 2012, es el líder que más poder acumula en sus manos desde los tiempos de Mao.

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