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Del caserío a ser una estrella de YouTube: la apasionante historia del mensajero Mikel

Mikel Bereziartua, el youtuber Rekadista, con una de sus motos desmontadas. Foto: cortesía de Mikel Bereziartua.
Mikel Bereziartua, el youtuber Rekadista, con una de sus motos desmontadas. Foto: cortesía de Mikel Bereziartua.

“Lo mejor es que nos veamos en el caserío”, sugiere Mikel Bereziartua a mi propuesta de realizar una entrevista y en referencia al caserío familiar en el que nació. Directo, natural y alejado del halo de superioridad que rodea a muchas de las celeb-stars de YouTube y las redes sociales.

Entre sus dos canales en el popular servicio de vídeos, Rekadista y Txatarrista, Mikel supera el medio millón de suscriptores y en Instagram se acerca a los 60.000; no son las cifras millonarias de los youtubers más populares, pero en este caso, puntúan el doble. Mikel Rekadista se dirige a un mercado de nicho en el que su público bebe con pasión sus tropelías despedazando motos clásicas o sus aventuras como mensajero por los atascos de San Sebastián (País Vasco, España)

Un cambio en la meteorología nos trastoca los planes: Mikel me espera en su domicilio en la localidad costera de Zarautz y no en el caserío familiar como habíamos acordado inicialmente.

Mikel Bereziartua, el youtuber Rekadista
Mikel Bereziartua, el youtuber Rekadista. Foto: cortesía de Mikel Bereziartua.

No podía ir con las manos vacías y, como buen seguidor del canal que es uno, sé que los postres encantan en casa de los Bereziartua y me presento con unas Pantera Rosa, el clásico bollo que acompañó a toda una generación. Rakel, su mujer, interviene: “¡no me ha dado tiempo a hacer un bizcocho!”. Y uno se empieza a relajar sintiéndose en su casa. En realidad, es como introducirse físicamente en uno de sus vídeos porque ahí están todos sus protagonistas: Mikel, Rakel, los gatitos y Oier, el menor de la familia. Falta Izaro, pero en esta conversación de amigos también se habla de ella.

La historia del recadista que se hizo famoso

Estamos en la cocina de Rekadista departiendo alegremente como si nos conociéramos de toda la vida. Mikel se presenta como es: YouTube no mostraba una figura de atrezzo ni forzada, la naturalidad viene de serie.

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¿Cómo comenzó todo?, pregunto. “En los pueblos existía la figura del recadista”, recuerda Mikel, “en Zarautz era una persona que llevaba una cesta de mimbre y transportaba documentos y otros objetos a San Sebastián”. Este recuerdo de hace setenta años sirve de gancho a nuestro protagonista para explicar que él, de una forma casi casual, recogió ese testigo. “El comienzo fue duro: no conocía las calles de San Sebastián y en la época no había GPS”, explica.

Pero su trabajo como transportista autónomo no es lo que le ha llevado al rutilante estrellato de YouTube, sino, una vez más, el azar se puso de su lado y su incontenible talento forjaron poco a poco su destino.

Pregunta obligada: ¿cómo se da el salto a YouTube? “Antes de los vídeos subía fotos de despieces y reparaciones de motos viejas a Facebook”. Y es que Mikel desmonta y repara todo lo que pase por sus manos. Fueron estos armados y desarmados los que le dieron las primeras pistas. “Me escribían hasta de Alemania”, explica sorprendido, pero el canal en sí nació con su primer vídeo: su hijo jugando con hormigoneras de juguete Joal y que ya acumula la friolera de 18 millones de visitas.

Un vecino le insistió: “tienes que monetizar”

Este primer vídeo resume la esencia del irresistible éxito de Mikel en YouTube: naturalidad, contenido y mucho, muchísimo valor humano. La conversación entre padre e hijo mientras el segundo presenta sus juguetes es demasiado buena en un mundo en el que la hostilidad y el conflicto son los únicos valores que parecen generar clics. Mikel y Oier siguen comentando los camiones y grúas en una secuencia que marcará el futuro de los Bereziartua.

Este antes y después vino motivado por el éxito de este vídeo del que fue advertido por un vecino que le rogó varias veces que monetizara el canal. Este vídeo en concreto fue el que dio con la clave del formato de éxito: una grabación sin cortes y hecha desde el móvil, “un Xiaomi”, como nos recuerda Mikel.

Mikel el Rekadista se negó hasta en dos ocasiones por una cuestión de desconfianza: en aquel momento tuvo lugar un hackeo masivo a cuentas de la PS4 y no se fiaba, pero la insistencia del vecino dio, por fin, sus frutos y comenzó a llegar el dinero.

Al principio era poco, pero con el esfuerzo y el talento natural de este vasco, las cifras comenzaron a aumentar. “Nadie nos ha regalado nada”, insiste Mikel, que recuerda que el éxito de su canal es fruto de su esfuerzo y constancia, y por descontado, de un carisma difícilmente explicable hasta que no se ve uno de sus vídeos. Visto uno, quieres ver más y así entras en un ciclo en el que te unes irremediablemente a su familia.

Llegados a este punto, la pregunta sobre cuánto dinero gana con YouTube era inevitable. Mikel no me da una cifra exacta, pero insinúa que, de momento, no vive de esto, pero que es un buen complemento a su salario habitual.

El youtuber Rekadista, con una de sus motos
El youtuber Rekadista, con una de sus motos. Foto: cortesía de Mikel Bereziartua.

La compleja gestión de la fama y los trolls

Sigue la conversación mientras disfrutamos de unas pastas de mantequilla ofrecidas por Rakel. Oier pasa por el pasillo y me saluda curioso y sonriente. Mikel, el youtuber, ofrece un lado mucho más complicado y oscuro que los seguidores de un canal no ven: el de la fama.

“Recibo entre 30 y 40 correos al día de gente que quiere resolver dudas”, de motos o cualquier otro contenido; Mikel no quiere dejar nada sin responder y atiende todos. “A ver qué youtuber hace eso”, explica. La cuestión es que este trato tan personal se hace muy cuesta arriba cuando es una legión de seguidores la que está detrás. Reconoce que todos los días le llegan decenas de peticiones de sus seguidores, que si hoy es mi cumpleaños (“ni te imaginas la de gente que cumple años a diario entre mis seguidores”, dice), que si he tenido una camada de perros que quiero vender… Todos quieren algo y lo piden al calor de su fama.

Pero no da abasto y en algún momento tiene que poner límites. Rakel explica que pasear con Rekadista por la calle no les libra de “asaltos” de seguidores que le reconocen, generalmente de otras ciudades. Hasta un día se sobresaltaron al escuchar el timbre de su casa y encontrarse con un seguidor (acompañado de su hijo) que quería saludar: había visto su peculiar furgoneta aparcada y se las había arreglado para localizarle. Un susto que nos da una idea de ese otro lado, el de la persona, que no vemos en los youtubers.

Y luego está el tema de los trolls que Mikel ataja rápido: “hay que sacar la basura todos los días, si no, huele”. La mención se refiere a los bloqueos a rajatabla de quien se pasa de la raya o genera mal ambiente en la comunidad.

Parte de este trabajo está automatizado gracias a los filtros en YouTube, en los que comentarios con determinados términos no llegan a ser publicados: “últimamente he añadido mascarilla” explica al ver que muchos de los trolls aprovechan la ausencia de este elemento en algunas secuencias de sus vídeos para criticar al Rekadista. “Tengo unas doscientas palabras vetadas”, explica.

Ya vamos para casi dos horas de entrevista y paro la grabación, pero la conversación sigue, nadie se quiere ir. Mikel y Rakel me acompañan hasta el coche y nos despedimos como si nos hubiéramos conocido desde siempre. No hay una barrera real entre Rekadista, el youtuber, y Mikel, el transportista: son la misma persona.