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Todo lo que debes saber sobre el cáncer de tiroides

Nos encontramos, claramente, frente al tumor maligno endocrino más frecuente. Hablamos del cáncer de tiroides, del que se estima que en 2022 se detectarán 6.040 nuevos casos en nuestro país, con una ratio 3:1 mujeres/hombres. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es qué es la tiroides. Se trata, como nos dice la doctora  Pilar López Criado, jefa de la Sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y Cuello, y Melanoma en MD Anderson Cancer Center Madrid, de una glándula, un órgano del sistema endocrino, situado en la parte anterior del cuello. “En condiciones normales no se nota, y en él asienta un segundo órgano del mismo sistema que son las glándulas paratiroides. Como tal produce hormonas tiroideas que son sustancias fundamentales en mantener el buen funcionamiento del corazón, tensión y otros músculos facilitando controles de temperatura o peso”, nos cuenta la doctora.

Son varios los problemas de salud que pueden afectar a esta glándula, pero sin duda, uno de los más graves que puede afectar a esta zona es el cáncer, uno de los más frecuentes. ¿Cuáles son sus causas? Como nos detalla la doctora, la causa última de un caso concreto habitualmente no se conoce. “Son alteraciones genéticas en las células del tiroides que sabemos que las facilitan radiaciones ionizantes (típicamente hay un aumento tras accidentes nucleares como el de Chernóbil, o tras las bombas atómicas, y se espera un aumento en Japón por el accidente de Fukushima). La polución  también es un factor conocido, y también hay agregación familiar. Hay un cáncer de tiroides menos frecuente, “medular”, que afecta a las células C de esta glándula, y que se asocia a síndromes familiares hereditarios trasmisibles por mutaciones conocidas”, nos detalla la especialista.

“Afecta más a mujeres que a hombres y por eso se propone que el sexo puede ser también un predisponente por la influencia de los estrógenos, aunque esto es muy discutido”, nos comenta la doctora.

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mujer en una revisión de tiroides
mujer en una revisión de tiroides

Cuáles son sus síntomas

La doctora López Criado nos explica que no hay un síntoma inequívoco, y que lo más frecuente en el tiroides es la patología benigna y se manifiesta igual, como un bulto que crece, por lo que consultar cuando esto ocurra es fundamental. Y es que, a pesar de no existir un síntoma específico de la enfermedad, la experta recomienda consultar cualquier cambio en el cuello: sensaciones de presión, molestias persistentes, bultos o dificultades para hablar o tragar. A pesar de ello explica que los tumores en la glándula tiroidea pueden crecer hacia dentro y que no se note hacia afuera.

“A veces, si el tumor crece hacia dentro produce dificultad para tragar, y si es grande, para respirar, pero muchas veces el diagnóstico es por estudio de un bocio, es decir, un aumento de tamaño del tiroides, y por sospecha de nódulos sin ningún síntoma”, nos detalla. Para confirmar el posible diagnóstico, es importante realizar una punción o una biopsia. “Con estos resultados y los de las imágenes se planifica el tratamiento”, nos explica.

“La patología benigna es la que suele dominar y lo normal es que sea un bocio. Pero también puede ser signo de metástasis pulmonar o derrames pleurales. En general, hay que consultar con el médico de cabecera cualquier síntoma que persista durante más de 10-15 días”, puntualiza la doctora.

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Distintos tipos

Le planteamos a la experta si hay diferente tipos de cáncer de tiroides, y confirma que así es. “Aunque la mayoría son tumores ‘bien diferenciados’, el carcinoma papilar es el mayoritario y después el cáncer folicular. Otra variante es en Hürtle, y ya muy raros tumores agresivos, como indiferenciado y el tumor anaplásico, que es un cáncer de una evolución muy agresiva. Estos se desarrollan desde las células foliculares de tiroides, que son las mayoritarias. El carcinoma Medular también es mucho menos común”, nos cuenta.

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Personas con más riesgo

La doctora López Criado nos explica que sí que hay personas con mayor riesgo de desarrollar este cáncer. “Por ejemplo, en el caso del medular, la transmisión hereditaria identifica síndromes que llamamos MEN I o MEN II, etcétera, pero son poco comunes. En cambio, sí que aumenta en personas expuestas a radiación pro tratamientos oncológicos (ejemplo con niños) o expuestos a accidentes nucleares o próximos o con historia familiar”, nos cuenta.

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tiroides
tiroides

Cómo tratar la enfermedad

La doctora detalla que una vez conocido que un nódulo es maligno, lo más común con estudio de extensión básico, ecografía de cuello o resonancia (esto si hay dudas por tamaño) y un TAC torácico sin contraste (mejor que radiografía) es operarlo. “La cirugía es la piedra angular del cáncer de tiroides. Hace unos años, se realizaba una tiroidectomía total (extracción de la glándula tiroides) en todos los casos. Ahora, se tienen otras opciones en tumores pequeños, como mantener un hemitiroides para evitar la insuficiencia tiroidea y paratiroidea”, afirma la Dra. López Criado. “Realmente en nódulos pequeños con ecografía, se opera, o bien con hemitiroidectomía (resección de medio tiroides) o bien tiroidectomía total, que es la resección completa con reimplantación de las paratiroides (alguna de ellas) para evitar complicaciones en el metabolismo del calcio, que sería gravísimas. La resección de ganglios próximos depende del tamaño y es fundamental para definir el cáncer y si precisa tratamiento posterior. En este caso por tamaño del tumor (o por tener varios focos) o por otras características, se usa del yodo radiactivo terapéutico Iodo 131 habitualmente y terapia supresora con hormonas que contarla/cura la mayoría de estos tumores (no en el caso del medular)”, nos explica la doctora. La tiroides también se elimina quirúrgicamente en los casos metastásicos, ya que, al ser el órgano que absorbe el yodo, podría evitar que este llegara a las zonas afectadas del resto del cuerpo para neutralizar las células tumorales.

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Papel del endocrino

La experta destaca además el papel del endocrino en la sustitución de la glándula tiroides tras la intervención quirúrgica. “Vivir sin tiroides es bastante común, ya que esta tiene hormonas sustitutivas perfectas. Sólo hay que ajustarlas. Se trata de un manejo hormonal que optimiza muy bien el endocrino. De hecho, es muy raro encontrar un paciente que tenga problemas de efectos secundarios por insuficiencia tiroidea secundaria a un cáncer”, asegura. Así, la labor del endocrino es esencial para ajustar el nivel hormonal del paciente y chequear que no se produzcan recaídas, tanto locales como sistémicas.

Últimos avances

Además, las nuevas combinaciones de terapias dirigidas e inmunoterapia suponen el futuro en el tratamiento de los pacientes con cáncer de tiroides avanzado. Este nuevo abordaje se basa en la evidencia de que la inmunoterapia logra su máxima efectividad cuando se la administra junto con fármacos que retrasan el crecimiento del tumor. “La terapia dirigida consigue respuestas rápidas pero que se tienden a agotar en un año o dos. La inmunoterapia por su parte consigue que el paciente mantenga el beneficio. Esta combinación es la que se está trabajando en ensayos y que no teníamos hace 5 años. No es estándar todavía, pero buscamos que se aplique en los centros hospitalarios”, afirma la especialista. La combinación de terapias e inmunoterapia ha demostrado avances sobre todo en el abordaje de tumores avanzados resistentes al yodo radioactivo, tratamiento habitual en el cáncer de tiroides, o aquellos en los que haya metástasis. Entre los últimos avances también destaca que el diagnóstico molecular se ha afianzado como método de detección de este tipo de cáncer, lo que facilita el tratamiento personalizado adaptado a las necesidades de cada paciente.

Con todo este proceso, llega la buena noticia: “El pronóstico general del cáncer diferenciado de tiroides es bueno, un 90% se cura, para lo que el diagnóstico precoz es clave, pues si este  es tardío, puede ensombrecer la posibilidad de curación, y sigue habiendo pacientes que fallecen por este cáncer, pero la mayoría se curan y, de hecho, pese a su alta frecuencia, se suele curar con cirugía y iodo y no son frecuentes en consulta de oncología”, nos explica.