¿Jornada laboral de cuatro días sí o no? Modelos de éxito y ventajas de la propuesta de Nueva Zelanda y Japón para salir de la crisis
Desde hace más de un siglo, la jornada laboral de 8 horas y cinco días a la semana de trabajo ha sido una de las bases en las que se ha asentado el empleo. Sin embargo, en las últimas décadas cada vez ha habido más voces que ponen en cuestión este modelo y aluden a que una reducción (ya sea en días o en horas) sería beneficiosa para todas las partes implicadas.
A lo largo de los años ha habido varios experimentos exitosos, pero puede ser la pandemia del coronavirus la que termine de dar el impulso necesario a esta posibilidad.
La última en alentar una jornada de cuatro días ha sido la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, que considera que la flexibilización de la semana laboral puede provocar un aumento de la producción, un mayor consumo de turismo interno y un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida privada.
En el país, ya hay empresas como Perpetual Guardian, compañía dedicada a los testamentos y a la administración de fidecomisos, que hicieron la prueba en 2018 durante dos meses y cuyos resultados fueron muy positivos. Tanto que lo que era algo temporal se terminó convirtiendo en definitivo.
También hay ejemplos de éxito en otros países como Estados Unidos, España o Japón.
En el caso del primero, Basecamp pone en marcha entre el 1 de mayo y el 31 de octubre de cada año una jornada de 32 horas semanales para sus trabajadores. Una medida muy bien acogida por los empleados y que ha repercutido en la buena marcha de la compañía.
En España la empresa jienense Software DELSOL se convirtió este 1 de enero de 2020 en la primera que implantaba una jornada laboral de cuatro días a la semana. Durante el invierno, los trabajadores tienen que trabajar 36 horas semanales, frente a las 40 anteriores y durante el verano 28. El salario tras estas reducciones de jornada no se ha visto afectado.
Con la pandemia, Mercadona también ha implantado una jornada de cuatro días, aunque la medida va a ser temporal. Si los resultados fueran beneficiosos, está por ver si la cadena de supermercados puede extenderla más tiempo.
Otro ejemplo paradigmático es el de Japón. La pandemia del coronavirus vuelve a poner sobre la mesa un modelo que ya probó con éxito un gigante como Microsoft. En el verano de 2019 hizo un experimento en el que sus empleados trabajaban de lunes a jueves manteniendo el sueldo.
Además, acortaron las reuniones a un máximo de 30 minutos y fomentaron las reuniones por chat. Los resultados fueron excelentes: un 92% de los trabajadores satisfechos con el programa, una reducción del 23% en el consumo eléctrico y un 59% menos de páginas impresas respecto al año anterior.
Ahora la patronal nipona recomienda varias medidas para evitar los contagios y una de ellas es la jornada laboral de cuatro días o la reducción en los horarios, así como la apuesta por el teletrabajo. Parece que la epidemia puede ayudar a cambiar unas rutinas laborales que están presentes en el mundo desde hace más de 100 años.
Ventajas de la jornada laboral de cuatro días
No cabe duda que para que la jornada de cuatro días cobre forma es necesario que todos los implicados salgan beneficiados. Tanto empresa como empleados deben constatar que es mejor que el modelo actual. Los motivos para implementarla son variados. Estos son los principales.
Para el trabajador, una de las principales es que se fomenta la conciliación. Una de las principales preocupaciones laborales hoy en día es la falta de tiempo libre para estar con la familia y hacer actividades de ocio y con este modelo hay muchas más horas disponibles para el trabajador.
Otro motivo de peso es que se reduce el desempleo, ya que las compañías tendrían que contratar a más personas para cubrir las horas que queden disponibles. La calidad de vida para todos mejoraría considerablemente.
En el caso de las empresas, se beneficiarían del aumento de la productividad de sus empleados, ya que con estas jornadas reducidas el nivel de concentración es superior y además se disminuye el absentismo.
Otra ventaja es el importante ahorro energético (menor consumo de luz) y su beneficio para el medio ambiente (menos desplazamientos).
Hay desventajas
Lógicamente el modelo cuenta con algunas desventajas que son las que han frenado de momento su implantación en el mundo. La principal es que su puesta en marcha depende de la naturaleza del negocio. En oficinas, por ejemplo, sí podría ser aplicable, pero en la venta al público no tendría el mismo efecto beneficioso sobre la compañía.
Además, los empresarios deben estar dispuestos a mantener el salario de sus empleados, algo que muchos no ven con buenos ojos todavía. Quizás los experimentos en países como Nueva Zelanda o Japón le terminen dando un impulso a esta medida.