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El cúmulo de errores que llevo a añadir arsénico en la elaboración de unos caramelos y que mató a veinte personas

Los ‘humbugs’ son unos típicos caramelos muy comunes en el Reino Unido y que llevan elaborándose desde hace un par de siglos. Suelen estar aromatizados con sabor a menta y son característicos por ser blancos con unas flanjas oscuras (normalmente negras, verdes o marrones).

Ilustración publicada en la revista londinense Punch en 1858 sobre el caso de adulteración de los caramelos (imagen vía Wikimedia commons)
Ilustración publicada en la revista londinense Punch en 1858 sobre el caso de adulteración de los caramelos (imagen vía Wikimedia commons)

El 30 de octubre de 1858 tuvo lugar en la población inglesa de Bradford un trágico suceso que se saldó con el fallecimiento de una veintena de personas y que otras doscientas cayesen gravemente enfermas.

Aquel fatídico día William Hardaker (conocido por todos con el apodo de ‘Humbug Billy’) había vendido una buena remesa de caramelos en el puesto que tenía en el Green Market, en el tradicional día de mercado semanal, en el centro de Bradford. Pero en aquella ocasión la venta fue superior a otros días ya que se trataba del día previo a la celebración de la Víspera de Todos los Santos.

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Como era habitual, había comprado un buen número de kilos de caramelos a su proveedor habitual, un confitero local llamado Joseph Neal de Stone Street.

Para la elaboración de los humbugs se necesitaba azúcar (80 por ciento) y base gomosa con la que se hacía una masa a la que se le añadía jarabe de menta (pipermín) para darle sabor.

Pero en aquella época (desde inicios del siglo XIX) el azúcar se había convertido en uno de los productos más caros y que era gravado con uno de los impuestos más altos que por aquel entonces se pagaba al fisco en Gran Bretaña (llegó a ser conocido como el ‘oro blanco’ de la época -White Gold-). Para contextualizar, es como si hoy en día el precio de un kilogramo de azúcar alcanzara los 100 euros.

Por tal motivo era muy habitual entre los confiteros de la época el utilizar algunos elementos de bajo coste para añadir el producto con el fin de tener que incorporar menos cantidad de azúcar y así abaratar costes de producción.

Uno de esos productos utilizados para adulterar los caramelos era un tipo de ‘polvo de yeso’ (conocido como ‘plaster of Paris’), el cual era inocuo para la salud si se ingería y que, además, era totalmente insípido, por lo que no modificaba el sabor de los humbugs.

Joseph Neal solía comprar el polvo de yeso en la botica (establecimiento en el que se vendía productos farmacéuticos y de droguería) de Charles Hodgson, en la vecina población de Shipley, donde acudía una vez a la semana para adquirir el producto con el que adulterar los caramelos.

Una serie de infortunas casualidades se desarrollaron en aquella ocasión, dando como fatal resultado el mencionado trágico suceso que acabó con la vida de una veintena de personas (la mayoría niños).

Al confitero Joseph Neal le surgió un contratiempo, por lo que no podía desplazarse hasta la botica de Charles Hodgson, decidiendo enviar a su amigo James Archer para que este fuera a recoger el pedido por él. El encargo no tenía dificultad alguna, debido a que el boticario sabía cuál era el producto (polvo de yeso) que debía suministrarle. Pero, al llegar al establecimiento, Archer se encontró que el señor Hodgson estaba indispuesto en aquel momento y fue atendido por William Goddard, quien trabajaba allí como mancebo (aprendiz y chico de los recados).

La inexperiencia del joven Goddard provocó una fatal confusión y en lugar de servir el polvo de yeso se equivocara de barril y fuese doce libras (5,4 kg) de ‘trióxido de arsénico’ (un potente veneno utilizado como pesticida) lo que suministrara.

De regreso a Bradford, James Archer entregó el paquete a Joseph Neal, quien elaboró los caramelos con aquel nocivo producto (cuyo polvo blanco era exactamente igual al del yeso) y cuyo resultado fue un buen número de piezas tóxicas humbugs, en cuya composición había alrededor de una considerable cantidad del mortal veneno.

Como era habitual, William Hardaker recogió su pedido de veinte kilos de caramelos al confitero y pasó aquel 30 de octubre (de 1858) vendiéndolos a granel en su puesto del Green Market.

A las pocas horas varias son las personas que empezaron a enfermar y dos los primeros casos de fallecimiento (niños de corta edad). En un principio se pensó que se trataba del cólera, pues en aquella época era frecuente padecerla, debido a la insalubridad del agua y de muchos alimentos (foco principal de transmisión de la bacteria que los provocaba), pero según iban aumentando el número de fallecidos y enfermos se inició una investigación, llegando a determinar que todas aquellas personas había ingerido caramelos adquiridos en el puesto del tendero ‘Humbug Billy’ y que dichas pastillas contenían un elevado porcentaje de letal veneno.

Días después, el vendedor William Hardaker, el confitero Joseph Neal, su aprendiz William Goddard y el boticario Charles Hodgson, eran arrestados y puestos a disposición de un juez, quien determinó que las muertes y envenenamiento por el consumo de los caramelos humbugs conteniendo trióxido de arsénico se debió a un cumulo de lamentables casualidades, por lo que se desestimó el caso, al no encontrar una intencionalidad y quedó descartado el homicidio involuntario del que se les acusaba, declarándolos ‘no culpables’ y dejando a los acusados en libertad sin cargos.

Lo único para lo que sirvió dicha tragedia fue para cambiar la ley gubernamental que regulaba el uso y venta de ciertos productos nocivos para la salud, aprobándose en Gran Bretaña, una década más tarde, la conocida como ‘Ley de farmacia de 1868’ en la que se especificaba que solo el titular de una botica podía ser quien custodiara y administrase ese tipo de venenos o productos.

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

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