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La cumbre europea, ensombrecida por un conflicto con el gobierno ultranacionalista polaco

La canciller alemana, Angela Merkel, en la cumbre de Bruselas junto al presidente francés, Emmanuel Macron
olivier matthys

PARÍS.- El conflicto frontal entre la Unión Europea (UE) y Polonia, que rechaza la supremacía del derecho europeo, ensombreció la cumbre de los 27 líderes del bloque, reunidos entre hoy y mañana en Bruselas. En la agenda, presidentes y jefes de gobierno analizan medidas para hacer frente a la estampida de los precios de la energía, la necesidad de aumentar la vacunación contra el Covid-19, la preparación de la COP26 de Glasgow y las tensiones con Belarús por la cuestión migratoria.

La cumbre, probablemente la última de la canciller alemana Angela Merkel (tras 107 encuentros en 16 años en el poder), es la primera desde que el bloque salió de la violenta crisis del Covid-19. El 75% de la población europea está vacunada, la economía despega rápidamente a pesar de los frenos impuestos por la penuria de materias primas y de semiconductores, las temidas olas de quiebras y de desempleo no se produjeron… Recordando los pasados 18 meses, los dirigentes del bloque tienen motivos para felicitarse.

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Prueba de esos progresos, por primera vez en la historia, el año pasado los 27 validaron un plan de reactivación por endeudamiento común de más de 750.000 millones de euros, que ciertas capitales sueñan con repetir para financiar enormes gastos de inversión en tecnologías verdes reclamadas por la agravación del cambio climático.

Cuando hace 15 años la expresión “política industrial” común era tabú en Bruselas, los europeos trabajan actualmente juntos en baterías eléctricas, hidrógeno y pronto en semiconductores. Hoy, los sondeos de opinión sobre pertenencia a la UE son históricamente altos, mientras que la extrema derecha euroescéptica perdió terreno en las legislativas de Alemania y las recientes municipales italianas.

En el terreno de la salud, la UE dio la luz verde a la creación de Hera, una nueva autoridad para preparar al bloque a futuras pandemias, inspirada en la Barda de Estados Unidos.

“Europa salió completamente de la crisis existencial en que la había sumido el drama del Brexit. Hoy no existe un solo país miembro que quiera irse”, afirma Sebastien Maillard, director del instituto Jacques Delors.

Pero si la pandemia provocó ese “momento europeo”, la cuestión ahora es saber si va a durar. Porque lograr consensos nunca es fácil. En materia de defensa común, si bien la idea avanza, las divisiones son profundas. Y a seis meses de la elección presidencial francesa, Emmanuel Macron, el principal defensor del proyecto, probablemente decida esperar.

El presidente polaco Andrzej Duda
El presidente polaco Andrzej Duda


El presidente polaco Andrzej Duda

En el terreno de la inmigración, tema que provoca la frustración de los países en primera línea por la falta de solidaridad de sus socios, tampoco hay muchos avances en vista. Los 27 deberán analizar en esta cumbre la nueva tensión padecida por los países del norte del bloque, confrontados a la instrumentalización de los migrantes enviados por el régimen bielorruso —gran aliado de Vladimir Putin— hacia la UE.

Pero, sobre todo, los europeos ven con preocupación multiplicarse, al este, los ataques contra el Estado de derecho, la independencia de la Justicia y las minorías. En ese terreno, la agenda de la cumbre se vio casi monopolizada esta vez por la decisión de Varsovia de rechazar la competencia de la Corte de Justicia de Luxemburgo, sobre la cual reposa todo el edificio jurídico europeo. Y si bien Bruselas ha decidido optar por la firmeza, también preconiza el diálogo.

“No actuaremos bajo la presión del chantaje. Pero estamos dispuestos al diálogo”, insistió el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, después de reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron, antes del inicio de la cumbre. “Obviamente hablaremos sobre la forma de resolver los diferendos actuales”, agregó.

Varsovia está en conflicto con Bruselas desde hace varios años debido a las reformas judiciales decididas por el gobernante partido ultranacionalista y populista (PiS), acusado de limitar la independencia de los jueces.

Las tensiones aumentaron sensiblemente el 7 de octubre, cuando el tribunal constitucional de ese país —que responde a los intereses del PiS— decretó que ciertos artículos de los tratados europeos son incompatibles con la Constitución nacional.

Esa decisión es denunciada por Bruselas como un ataque inaceptable y sin precedentes contra la primacía del derecho europeo y la competencia de la Corte de Justicia de la UE. Pero también como una prueba más de la ausencia de independencia de la justicia polaca ante el gobierno. Varsovia cuenta con el apoyo de Budapest en su pulseada con la UE.

“Se trata de una caza de brujas contra Polonia, que tiene razón”, declaró el primer ministro húngaro Viktor Orban, tan populista y ultranacionalista como su homólogo polaco.

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Totalmente opuestas son las posiciones de la mayoría de los dirigentes del bloque. Para el primer ministro belga Alexander De Croo, “Polonia cruzó la línea roja”. Su homólogo holandés, Mark Rutte, afirmó que “Varsovia debe tomar medidas para asegurar la independencia del sistema judicial del país. Esto no es negociable”. Polonia “debe tomar muy en serio las amenazas de sanciones financieras”, advirtió el jefe de gobierno austriaco, Alexander Schallenberg.

Justamente, la mayoría de las capitales del bloque califican de “inimaginable” una aprobación del plan de reactivación polaco de 36.000 millones, actualmente bloqueado por la Comisión, si Varsovia no da marcha atrás sobre las medidas judiciales adoptadas.

Los 27 deben también analizar durante la reunión eventuales medidas para hacer frente a la explosión de los precios de la energía y al atraso de algunos países miembros en la campaña de vacunación.