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Cuidado con subir capturas de pantalla a las redes sociales: podrías estar cometiendo un delito

Es innegable que la penetración de Internet en la comunicación ha cambiado la dirección en la creación de tendencias, de temas de actualidad, de modas y de corrientes de opinión publica. Con las redes sociales, ahora el usuario tiene la capacidad de convertirse en un eslabón más de la cadena de difusión de la información. Abandona su rol como receptor pasivo y pasa generar contenido. Pero, además, el usuario es determinante en la propagación de la información, ya que con sus interacciones puede conseguir que un contenido tenga un alcance viral.

La historia de Elena Cañizares, una joven estudiante de enfermería a la que sus compañeras de piso han querido echar tras ser positivo en coronavirus, es el ejemplo más reciente en España de fenómeno viral. Con miles de retuits y comentarios, el testimonio de Elena lleva casi 24 horas monopolizando nuestras pantallas. Pero esta controvertida situación, además de ejemplificar a la perfección la influencia de las redes, pone de relieve un tema aún más controvertido. Y es que la estudiante de enfermería podría haber cometido un delito denunciando públicamente a sus compañeras de piso.

La difusión de audios, o cualquier información con la que relacionar a la persona, marca la diferencia de la ley. Foto: Getty Creative
La difusión de audios, o cualquier información con la que relacionar a la persona, marca la diferencia de la ley. Foto: Getty Creative

Un fenómeno viral es aquel que se extiende por Internet en un corto período de tiempo. Sin duda, el hilo de twitter de Elena Cañizares, en el que la estudiante de enfermería denuncia la intención de sus compañeras de piso de echarla tras dar positivo en Covid-19, lo es. Pero, por si no se ha dicho lo suficiente, hay que tener cuidado con lo que se publica en la red, porque tras el acto desesperado e inocente de una joven estudiante podría haber un delito. Al publicar en la red social ciertas informaciones, Elena Cañizares habría invadido la privacidad de sus compañeras, vulnerando así su derecho a la intimidad y la ley de protección de datos.

La difusión de audios puede marcar la diferencia

La clave está en los audios personales que permiten la identificación de las protagonistas de esta historia. De hecho, alguna de ellas ya ha sufrido un linchamiento virtual por parte de los “justicieros” que anidan la red, que han conseguido dar con ellas.

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La Ley Orgánica 3/2018, de 5 diciembre, protege la intimidad, privacidad e integridad del individuo, en cumplimiento con el artículo 18.4 de la Constitución Español. Este artículo vela por “el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos”.

Esta normativa actual protege cualquier información relativa a personas físicas, ya sea en fotografías, vídeos, textos o cualquier código identificativo como un número de teléfono y, también expresamente, la voz.

En el caso de Elena Cañizares, si estos mensajes sólo incluyeran pantallazos de la conversación, no existiría problema y no se estaría hablando en términos legales de todo este asunto. Los nombres que aparecen en los pantallazos no permiten, por sí mismos, identificar a estas personas. El problema es que incluye los audios con sus voces sin alterar, dando lugar a una posible identificación. Y esto no es legal, ya que no se pueden difundir conversaciones sin consentimiento en una red social.

Por el momento, desde la Agencia de Protección de Datos (AEPD) todavía no se han pronunciado al respecto. Aún así, es difícil que la joven haya incurrido en un delito penal.

Es habitual que ciertos contenidos corran por la web como la pólvora debido a nuestra influencia como usuarios, sutiles e invisibles. ¿Qué es lo que refuerza nuestro deseo de compartir? En un estudio realizado por el New York Times en el que analizaron cuáles eran sus contenidos más virales concluyeron que lo que destaca es la emoción. Las historias que estimulan son las que más se comparte.

Si algo hay en la historia de Elena Cañizares es la emoción compartida de todos los que sufrimos esta pandemia.

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