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Así viven los repartidores de comida a domicilio en mitad de la pandemia: “Nos piden que les dejemos el pedido en el suelo y nos vayamos”

Eduardo Petit, rider de Glovo, repartiendo por el centro de Sevilla durante el decreto de alarma. Foto Fernando Ruso
Eduardo Petit, rider de Glovo, repartiendo por el centro de Sevilla durante el decreto de alarma. Foto Fernando Ruso

A las ocho de la tarde las grandes ciudades de toda España se convierten en un páramo desierto por el que solo circulan paseadores de perros, policías, ambulancias y repartidores de comida a domicilio. La estampa se repite en Madrid, en Barcelona o en Sevilla. Ninguna está a salvo del coronavirus que mantiene confinados a los ciudadanos en sus hogares. Más allá de los aplausos que se oyen a esa misma hora y que ayudan a tejer redes de complicidad entre vecinos, el único vínculo de los españoles con la calle son los riders. “La gente nos agradece la gran labor social que estamos haciendo”, explica Jonathan desde Madrid.

“Nos apoyan”, insiste este repartidor, testigo privilegiado del rotundo silencio que el decreto de confinamiento del Gobierno ha impuesto en todo el país. “Se trabaja más a gusto, sin estrés”, aclara Jonathan Ferrera, que suma ocho años como rider en la capital.

Un 'rider' atraviesa una gran avenida totalmente vacía. Foto Fernando Ruso
Un 'rider' atraviesa una gran avenida totalmente vacía. Foto Fernando Ruso

“En mi vida había visto Madrid así”, sostiene el repartidor. “Impacta mucho ver las calles vacías o a los militares haciendo ronda por las calles”, advierte Jonathan, un canario de Tenerife que lleva ocho años en la capital. Ha sido autónomo durante siete años y ahora está contratado y acumula experiencia en empresas como Glovo o Uber.

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—¿Se trabaja con miedo?

—No. Soy una persona joven, sin enfermedades y si se me pega el coronavirus lo pasaré. Me da miedo lo que esto puede provocar en la economía o el peligro que corren las personas mayores. Pero nosotros, por nosotros, no tenemos miedo.

Si antes del confinamiento hacía dos o tres repartos a la hora, con suerte ahora hace uno, o ninguno. Aunque hay picos. Principalmente a la hora de la cena, el momento en el que hay más repartos. Hasta el punto de saturar en algunos momentos a los pocos restaurantes de comida que todavía dan servicio. “Hay menos oferta y sirven más lento, aunque luego lo recuperamos en el trayecto. Sin tráfico, llegamos antes. La gente antes te recriminaba si llegabas tarde, pero ahora te entienden. Están siendo muy comprensivos y nos dan sobres cerrados con propina”, asegura el rider.

Más miedo en los clientes que en los ‘riders’

Eso sí, hay miedo al contagio en los clientes. “Nos piden que llamemos al timbre, les dejemos el pedido en el suelo y nos vayamos”, explica. “Notamos su agradecimiento, porque hay mucha gente que se está apoyando en nosotros”, concreta el repartidor.

La lentitud en el servicio por la disminución de la oferta se recupera en el trayecto al no haber apenas tráfico. Foto Fernando Ruso
La lentitud en el servicio por la disminución de la oferta se recupera en el trayecto al no haber apenas tráfico. Foto Fernando Ruso

Jonathan solo se queja de una cosa: los numerosos controles a los que la policía le someten a cada esquina. “Te paran, te preguntan y echas unos minutos explicándoles; cuando te dejan seguir, a los pocos metros, te vuelve a parar otro agente y vuelta a empezar”, lamenta. “Tampoco nos dejan estar parados en las puertas de los restaurantes, nos dicen que tenemos que volver a la base o a casa. Yo entiendo que ellos están haciendo su trabajo, pero ellos también deben de entender que nosotros estamos haciendo el nuestro, que también es importante”, responde el joven.

—¿Está cumpliendo la gente el confinamiento?

—De noche no hay nadie. Por lo general, la gente está en sus casas. Eso sí, vemos que la policía multa. Vemos a gente con sus perros, a ancianos sacar la basura, pero todos cumplen.

Mox es una empresa española que ofrece soluciones de última milla para marketplaces, e-commerces, restaurantes y retail. Tiene mil repartidores y vehículos dando servicio repartidos en dos países y 50 ciudades. Ellos apuestan por un modelo de repartidor asalariado. Y siguen entregando a domicilio durante el estado de alarma decretado por el Gobierno.

Éxodo a la costa: menos pedidos en capitales

“Los riders están respondiendo de una manera impresionante y su muestra de compromiso con la sociedad es un ejemplo para todos”, explica el CEO de Mox, Jaume Boada. La comida a domicilio es una de sus principales actividades, y en esta han registrado caídas en los pedidos desde el pasado sábado. Eso sí, en las principales capitales del país y no en otras ciudades con menos habitantes, lo que lleva a pensar a Boaga que se debe al éxodo de muchos ciudadanos a sus segundas residencias. “Se ha notado mucho en Barcelona o Madrid”, confirma.

Un 'rider' de Uber Eats con mascarilla durante uno de sus desplazamientos. Foto Fernando Ruso
Un 'rider' de Uber Eats con mascarilla durante uno de sus desplazamientos. Foto Fernando Ruso

Aunque no solo eso ha contribuido a que los repartidores tengan hoy menos actividad que hace una semana. “Seguimos el ejemplo de China y allí se ha visto cómo la gente ha hecho acopio de alimentos, por lo que necesita salir menos o pedir menos —detalla el CEO de Mox—; pero esto se irá regularizando y en una semana volverán a pedir comida a domicilio, uno de los pocos caprichos que todavía podemos permitirnos”.

Más allá de la comida rápida, esta empresa de servicios de última milla está incrementando su presencia en otras actividades como el ‘grocery’, para supermercados, o en paquetería. También en parafarmacia. “Por ley no podemos entregar medicinas para las que sea necesaria una receta, pero estamos en conversaciones con distribuidores, inversores y administraciones para poder dar este servicio en este momento de dificultad, sobre todo para atender a las personas mayores”, asegura Boaga. “No es algo fácil o inmediato, pero ahí seguimos”, confirma el CEO, que anteriormente ha sido jefe de ventas de Just Eat en España.

A su juicio, el envío a domicilio se verá fortalecido después del confinamiento. “Puede que los consumidores vean las comodidades de hacer la compra online en un supermercado y se acostumbren a usar este servicio”, valora Boaga.

Sobre los repartidores, el CEO de Mox asegura que han recibido algunos mensajes que evidencian su incertidumbre. “Hay inquietud, pero hemos extremado las medidas de precaución. Los ‘riders’ evitan el contacto en origen y en destino, se ha suprimido el pago en efectivo y ellos se limitan a circular por la ciudad”, defiende.

En este sentido, el sindicato de repartidores de aplicaciones de comida a domicilio, Free Riders, ha presentado una denuncia ante la Inspección de Trabajo. Protestan por “el grave atentado contra la salud” al que están expuestos y consideran que, en este estado de alarma, sus servicios no son “imprescindibles”.

Sindicatos en pie de guerra

En términos similares se ha manifestado la Unión General de Trabajadores (UGT), que denuncia en un comunicado que “la crisis del coronavirus está poniendo en evidencia la fragilidad y el desamparo de los repartidores y repartidoras de las plataformas digitales”.

El sindicato señala que estas plataformas solo han dado a sus trabajadores y trabajadoras algunas recomendaciones en torno al virus, sin entregarles ninguna medida de protección y exponiéndoles, desde el inicio del estado de alarma, a su contagio en la calle. Por ello, UGT exige al Gobierno que proteja a estos trabajadores y trabajadoras y no se permita la actividad de reparto a domicilio, siguiendo el criterio que se estableció en el Real Decreto del Estado de alarma.

No tiene sentido mantener a estas personas trabajadoras expuestas al contagio y a su transmisión del virus a otras personas. Por eso, al para su actividad, deben ser incluidos dentro del Fondo Social, como trabajadores asalariados”, denuncian.

En Barcelona, Rafa sigue repartiendo para Just Eat. “Los clientes me piden el número de teléfono para hacerme un bizum —envío de dinero mediante ‘smartphones’— con la propina”, explica. “Hay menos propinas en número, pero son más cuantiosas. El otro día me hicieron un bizum de cuatro euros en un pedido de doce”, narra.

Suben las propinas, pero bajan los pedidos y el importe de los tickets.Antes había algunos de 60 euros, pero ahora son de 20 euros; la gente quiere llenarse el buche y no disfrutar”

A Rafa, que lleva ya tres años como repartidor, le sobrecoge ver la Sagrada Familia sin turistas haciéndose fotos. “Ahora es cuando está para una foto”, responde el sevillano, ingeniero técnico en Diseño Industrial y ‘rider’ hasta que le salga algo mejor. “Es una gozada conducir ahora, todo está tranquilo, más seguro —describe el joven de 26 años—; no hay tráfico ni colas en los restaurantes”.

—¿Se toma la gente en serio el confinamiento?

—Sí, y eso que yo pensaba que no cumplirían. Me ha impactado ver que hay menos coches circulando y que están respetando lo de una persona por vehículo. La gente sale a tirar la basura, a sacar al perro, pero no hay nadie por las calles. Al menos en los turnos en los que trabajamos nosotros.

—¿Y tienes miedo?

—No, miedo no. Sobre todo, si tomas las medidas de precaución.

Un 'rider' de Glovo  recibiendo un pedido desde la aplicación móvil. Foto Fernando Ruso
Un 'rider' de Glovo recibiendo un pedido desde la aplicación móvil. Foto Fernando Ruso

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