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Cómo un hombre de 60 años empezó un negocio de US$ 14 millones desde la mesa de su cocina

Errol McClelland es el fundador de TurmeriX (Imágenes cedidas).
Errol McClelland es el fundador de TurmeriX (Imágenes cedidas).

“Ella finalmente dijo: ‘La única forma de arreglar esto es soldar tu tobillo’”.

Para este carnicero y policía reconvertido en empresario llamado Errol McClelland esa frase iba mucho más allá de lo que había planeado, pero tres años después de una cirugía que no dio buenos resultados, parecía que acabaría con el tobillo soldado o que su futuro sería ponerse y sacarse una bota e ir con muletas todo el tiempo.

Frustrado, McClelland empezó a fijarse en alternativas y a leer todo lo que encontraba. Eso lo llevó a un antiinflamatorio natural: la cúrcuma.

“En la mesa de cocina, mezclé varias especias y comencé a probarlas a buen ritmo”, explicó a Yahoo Finance. “Tomaba alrededor de una cucharada al día y, en tres o cuatro días, vi que el zapato me quedaba más flojo. Como soy listo, pensé: ‘Si una cucharada es buena, tres serán mejor’”.

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Nueves días después, su tobillo prácticamente había recuperado el tamaño original y se le había pasado el 90 % del dolor porque la presión sobre los nervios se había mitigado en gran medida.

“Efectivamente, arreglé mi problema”.

Cinco años más tarde, McClelland ha refinado los ingredientes, ha identificado el mejor tipo de cúrcuma y los mejores activadores necesarios para desarrollar un producto llamado TurmeriX que ahora ha sido aprobado por la Administración de Productos Terapéuticos de Australia.

Y está estableciendo un negocio internacional de cúrcuma medicinal valorado en 14 millones de dólares con presencia en 16 países.

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McClelland se abastece de cúrcuma en la India (Imagen: cedida).
McClelland se abastece de cúrcuma en la India (Imagen: cedida).

¿Cómo lo hizo?

McClelland habla de dos cosas para explicar el rápido crecimiento de la marca: tener un buen producto y usar el boca a boca.

Dice que él utiliza cúrcuma de Kerala, India, que es más cara y que tiene una potencia considerablemente mayor que la cúrcuma más común usada para cocinar, como colorante y en otros muchos suplementos alimenticios.

“Hay mucho de exageración en el bombo publicitario [de la cúrcuma]”, dice, y señala que el mercado de los remedios naturales está saturado de productos de baja calidad.

El segundo elemento fue el boca a boca: tras probar las primeras tandas él mismo, sus amigos que sufrían de artritis le pidieron probarlo.

“Pensé: si funciona así, voy a seguir adelante y ver si puedo llegar a más gente. Comencé en el mercado de Daylesford y tuve un día muy exitoso. Vendí los productos con garantía de reembolso”.

Esta garantía sigue vigente. McClelland señala que el producto funcionará de forma diferente en cada persona, pero que sigue recibiendo muy pocas devoluciones.

“Lo que pasaría sería que la gente estaría aquí de vacaciones y que comprarían el producto en el mercado o en la feria comercial y luego se irían a su casa. Cuando se les acabe, llamarán pidiendo más y preguntando cómo lo pueden recibir. Entonces, tuvimos que expandirnos bastante rápido para satisfacer las necesidades”, dijo.

Errol McClelland tiene algunos consejos para otros empresarios (Imagen cedida).
Errol McClelland tiene algunos consejos para otros empresarios (Imagen cedida).

Lecciones para el futuro

McClelland comenzó con TurmeriX teniendo una edad avanzada, con 60 años, y cree que eso le ayudó a tener un gran éxito.

“Cuando eres un poco mayor, tienes un gran conocimiento y cuentas con redes de personas e ideas que puedes aprovechar para emprender ese viaje”, dice.

“Soy un privilegiado por encontrarme en una posición en la que he recibido mucha ayuda durante el proceso, en el sentido de que me han abierto puertas”.

Dice que eso se debe a relaciones que había desarrollado antes y que le permitieron pedir consejo y ayuda a esa gente.

El consejo que da ahora es simple: usa tus contactos.

“Usa esa red y no tengas miedo de preguntar. La mayoría de la gente quiere ayudar y pienso que eso es genial. Ahora la gente viene y me pregunta: ‘¿Cómo hago esto?’. Y me encanta hacerlo; es un privilegio ayudar cuando puedes hacerlo”.

Lucy Dean