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El reciclaje de la ropa y calzado, complicado y de momento prácticamente un mito

El fast fashion o moda rápida se ha ido afianzando durante la última década. El esquema tradicional de dos colecciones por año, una primavera-verano y otra otoño-invierno, ha sido sustituido por la introducción en las tiendas de una nueva colección cada pocos días. Esto ha creado una nueva necesidad en el consumidor, que ya no quiere ir solamente un par de veces al año o tres a comprar ropa, sino muchas veces más. Una revolución dentro del modelo textil que ha multiplicado por dos las ventas mundiales de prendas de vestir en los últimos 15 años.

Pero esta moda caprichosa de usar y tirar impuesta por la sociedad de consumo está generando a su vez una ingente cantidad de basura textil difícil de gestionar.

Mucho menos utilizada y muy poco recuperada

La ropa está masivamente infrautilizada. En concreto, en esta última década y media, el tiempo de uso que hemos dado a las prendas ha disminuido un 36%. De media, nos ponemos las prendas 160 veces menos antes de deshacernos de ellas.

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Según un informe de ModaRe, el proyecto textil de Cáritas, se calcula que únicamente se recupera el 12% de la ropa que se tira, que en el conjunto del año 2019 ascendió a 890.000 toneladas en España (19 kg por ciudadano).

La industria textil ha sido la gran olvidada de las políticas realizadas sobre la gestión de residuos en lo que va de siglo.

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La industria del fast fashion inunda de basura textil el planeta. Foto: Getty Creative. (Wokephoto17 via Getty Images)

Nueva legislación

Pero por poco tiempo. En los próximos cinco años la circularidad en la industria de la moda dejará de ser un propósito para convertirse en una obligación forzada por la ley.

La normativa más inminente es la prohibición de la destrucción de excedentes no vendidos, contemplado en el anteproyecto de Ley de Residuos, que el Gobierno prevé aprobar este mismo año. Así pues, esta nueva legislación, pendiente de aprobación por parte del Congreso, obliga a la implantación de un sistema de recogida separada antes del 2025, prohíbe la destrucción de excedentes no vendidos –una práctica muy extendida en el sector– y responsabiliza por completo al productor.

En paralelo a la legislación española, la Comisión Europea publicará la Estrategia para los productos textiles sostenibles, que determinará la hoja de ruta para que el sector promueva la circularidad y la sostenibilidad.

Tanto el Green Deal como el Plan de Economía Circular de la UE identifican el textil como un sector prioritario para avanzar en circularidad.

Pese al aumento de la tendencia social hacia la sostenibilidad, los europeos consumimos de media 26 kilos de textil per cápita al año y nos deshacemos de unos once kilos anualmente.

Una tarea pendiente

Esta normativa abre las puertas a una mayor investigación para el desarrollo de tecnología que posibilite el reciclaje del residuo textil a gran escala y de forma rentable.

El foco está puesto en crear una industria local dedicada al reciclaje textil que recupere tejidos y cierre el círculo, de manera que se minimice la entrada de nueva materia prima en el sector.

Reciclar todavía es muy complicado debido a las mezclas de distintas fibras como el poliéster, el algodón y elastano que se utilizan juntas en una misma prenda.

La industria debe apostar por un diseño ecológico de sus prendas en la que el propósito de su fabricación sea ser finalmente reciclada.

Pero además de un instrumento legislativo, es necesario un proyecto concienciación que cale en el consumidor. La ropa o calzado que depositamos en los contenedores no solo van a donación, sino también a reciclaje, al igual que el vidrio o el cartón.

En definitiva, hay que olvidarse del fast fashion porque realmente es insostenible, no solo por los residuos que genera, sino por la cantidad de recursos que utiliza y la contaminación que ocasiona.

Hay evitar el modelo de usar y tirar creando ropa de mayor calidad y más duradera.

Laotracaradelamoneda

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