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Bolivia es golpeada por la sequía y el campo lo resiente

CARACOLLO, Bolivia (AP) — La quinua en floración pintaba de sepia y ocre las agrestes tierras de Florencio Tola hace un año. Hoy sólo se ve el amarillo de los palos secos del cereal que nunca germinó en medio de la peor sequía en Bolivia en 30 años.

"Es como si no hubiera sembrado nada", dijo a The Associated Press el agricultor de 60 años, quien como muchos campesinos del altiplano boliviano perdió su siembra por los efectos del fenómeno climático de "El Niño", que según expertos fue particularmente severo en 2016.

Cerca de allí unas vacas arrancaban lo que podían de la tierra seca. De tan flacas que estaban se les podían contar las costillas. "Por mis vacas no me fui con mi hijo mayor", se lamentó Tola, quien no aceptó ir a trabajar de jornalero a las tierras del oriente.

Miles de agricultores sembraron en octubre la quinua, uno de los cultivos más representativos de la región andina de Bolivia, a la espera de las primeras lluvias de la temporada que se extiende de noviembre a marzo. Pero la llegada de las precipitaciones se demoró hasta diciembre y fueron aisladas y breves.

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El fenómeno de "El Niño", causado por el calentamiento de las aguas superficiales del Pacífico Oriental, diezmó cosechas y ganado y redujo a niveles alarmantes los embalses que suministran agua a la capital boliviana , La Paz, y a otras ciudades andinas. La severidad del fenómeno fue tal que algunos expertos lo llamaron "súper Niño".

"El fenómeno de 2015-2016, es uno de los más fuertes en 30 años, aunque el veredicto de los científicos sobre su rol en la actual sequía no está dado todavía", dijo el glaciólogo Dirk Hoffmann, director del Instituto Boliviano de la Montaña e investigador climático.

Este fenómeno "ha cobrado su primera gran víctima, el lago Poopó, el segundo más grande en Bolivia, que se ha secado completamente", agregó el experto y aseguró que el cambio climático ha prolongado la estación seca en el sur de la Amazonía, donde se encuentra gran parte del territorio boliviano.

El presidente Evo Morales advirtió recientemente que si se retrasan más las lluvias en 2017 podría mermar el abastecimiento de alimentos. El mandatario aprobó en octubre un plan de emergencia por más de 250 millones de dólares para apoyar a los afectados con la perforación de pozos y así evitar una eventual escasez de agua.

Las autoridades reportaron que los embalses están en su nivel más bajo en tres décadas y según el gerente de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento, Humberto Claure, las cinco presas que surten a La Paz no podrán llenarse aunque las lluvias sean generosas, por lo que anticipó que la emergencia se prolongará hasta fines de 2017.

La Paz se abastece en un 80% de la lluvia y apenas llovió un 10% en comparación con un año normal, según el hidrólogo Edson Ramírez, investigador de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz.

La escasez de agua en la capital generó hace unas semanas escenas inusuales: el mayor hospital disminuyó sus cirugías a las más urgentes, las escuelas públicas adelantaron el cierre de cursos e incluso el popular club de fútbol Strongest pidió a sus jugadores que se duchen en casa, aunque algunos hogares también dejaron de recibir agua y tuvieron que esperar camiones cisterna.

"El Niño" ha afectado sobre todo a la agricultura, incluso en la región oriental habitualmente castigada por riadas e inundaciones. La Cámara Agropecuaria del Oriente reportó la pérdida de casi el 50% de la producción del pasado invierno austral, equivalente a unas 448.000 toneladas de soja, maíz y trigo.

A pesar de haber ingresado ya al verano, los campos en la región andina siguen amarillentos como en el otoño. En el oriente grandes arrozales se secaron antes de germinar por la sequía que agravó el ataque de plagas durante el invierno, según agricultores. En los valles del centro del país se pueden ver bajo el sol calcinante esqueletos de animales que murieron buscando abrevaderos que se secaron.

Organizaciones de productores aseguraron que un 30% de la siembra de quinua en octubre se ha perdido por el retraso de lluvias.

Considerado por algunos "el grano de oro de los Andes", la quinua sacó de la miseria a miles de agricultores luego de que el cereal con alto valor nutritivo se puso de moda en mercados de comida orgánica en la última década. Campesinos se volcaron a cultivarlo, mientras los precios pasaban de unos 11 dólares el quintal a inicios de 2000 a 259 dólares a fines de 2014.

El precio bajó en 2016 hasta los 100 dólares por quintal, pero el principal enemigo de cultivadores de quinua, como Tola, ha sido la sequía.

"De adolescente me fui a la ciudad de Oruro a ganarme la vida, porque el campo no daba para vivir", dijo Tola. "Pero regresé con mi familia cuando la quinua mejoró y tuvo buen precio: mejoré mi casita, construí más cuartos para mis hijos".

Hasta diciembre no había brotado nada en sus tierras en Caracollo, a unos 180 kilómetros al oeste de La Paz, pese a que comenzó a llover de forma incipiente en la región.

En muchas aldeas rurales la desesperación de los agricultores era tal que sacaron en procesión a santos católicos y realizaron ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) para suplicar que lleguen lluvias.

Algunas autoridades de distintas localidades han reportado la salida de sus habitantes por la sequía.

"Las familias están empezando a migrar", dijo Jaime Mendieta, alcalde de Pasorapa, un poblado de los valles altos al centro del país. "Esto se ve en las escuelas: los niños son inscritos en municipios vecinos donde hay agua porque los papás saben que habrá producción allá".

Tola ya abandonó su tierra en algún momento y espera no tener que hacerlo de nuevo por la sequía.

"No quisiera dejar otra vez mi pueblo", dijo.