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Un árbol de la familia del plátano puede ayudar contra el otro gran problema de la pandemia

An evacuee sorts out an abaca weave, a major handicraft in the area, at a temporary shelter for villagers living on the slopes of Mayon volcano in San Jose, Albay, about 500 km (310 miles) south of Manila December 19, 2009. Philippine troops evacuated about 12,000 people from villages at the base of the country's most active volcano as it showed signs of a major eruption, officials said on Friday.   REUTERS/Erik de Castro (PHILIPPINES)
Una mujer residente en las laderas del volcán Mayon, en San José, Albay, a unas 310 millas de Manila, trabaja en la selección de la fibra de abacá, un producto importante en esa región de Filipinas. Foto: Erik de Castro/REUTERS.

Además del triste saldo de muertes por causa de la actual pandemia que sacude a todo el planeta, otra de las consecuencias nefastas es que, en la batalla por contener el virus, hemos ido produciendo toneladas de mascarillas. Estos artilugios no están precisamente fabricados con un material biodegradable, por lo que, luego de ser desechadas por nosotros, su margen de vida es de varias décadas.

Por eso es una buena noticia que investigadores filipinos hayan encontrado en las fibras doradas del árbol de abacá, una planta oriunda de ese país del Extremo Oriente, una posible materia prima para la producción de mascarillas, lo que atenuaría considerablemente la demanda de las clásicas máscaras quirúrgicas.

De acuerdo con una publicación de Bloomberg, el gobierno filipino espera que la demanda del abacá biodegradable crezca exponencialmente en 2020, y que el 10% de toda su producción se desvíe a usos médicos.

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De hecho, las procesadoras de esta fibra ya están duplicando la producción.

En los últimos años, los artículos derivados del abacá se han convertido en un sustituto duradero de los sintéticos, luego de que sus fibras que se extraen del tronco de esta planta pasen por un proceso de secado y conservación.

Como principal productor mundial, Filipinas garantiza alrededor del 85% del suministro mundial, según un estimado de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) basado en la gestión del año 2017.

Más allá de este país, son pocas las naciones que se han dedicado a esta labor que ya en el siglo XIX garantizaba el abastecimiento de aparejos para los barcos, así como de sobres de manila resistentes.

Utilizado por algunas grandes marcas

Atenta siempre a la innovación y la reducción de costes, una multinacional como Mercedes Benz ha estado utilizando este producto para reemplazar la fibra de vidrio en las piezas de automóviles.

Curiosamente, el abacá también aparece en el 30% de los billetes del yen japonés, si bien su uso masivo hasta ahora se ha centrado en la producción de papeles especiales, como los utilizados en las bolsitas del té y en tarjetas de felicitación de alta gama.

Sin embargo, 2020 y su espantosa pandemia han puesto a pensar a los más importantes productores locales, así como al gobierno filipino.

Hace apenas unos meses, los investigadores cayeron en la cuenta de que el papel de abacá tiene propiedades que podrían salvar muchas vidas. Poco después, el gobierno de ese país asiático descubrió que funcionaba muy bien, por su resistencia al agua, en comparación con las máscaras de plástico estándar, además de que se ajustaba a los estándares internacionales.

“La gente ve que esta pandemia dura algún tiempo, por lo que incluso las pequeñas empresas están tratando de fabricar materiales de protección que requieren de nuestra fibra”, declaró a Bloomberg el exportador de abacá Firat Kabasakalli, de Dragon Vision Trading. “Estamos recibiendo muchas consultas de nuevos clientes desde el extranjero”.

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Un remedio contra la contaminación del plástico

De ahí que esta solución 100% natural esté despertando la atención de muchos, ahora que se estima que miles de mascarillas terminarán llegando a las playas y las costas de todo el planeta, sumándose así a las cerca de 8 millones de toneladas métricas de plástico que cada año ingresan al océano.

Tan grave es la situación, que la UNCTAD, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, una entidad dependiente de la ONU, ya advirtió sobre el “maremoto de desechos de COVID-19” que está afectando a las calles, las playas y los océanos.

“La contaminación plástica ya era una de las mayores amenazas para nuestro planeta antes del brote de coronavirus”, declaró Pamela Coke-Hamilton, directora de comercio internacional de la UNCTAD. “El repentino auge en el uso diario de ciertos productos para mantener a las personas seguras y detener la enfermedad está empeorando las cosas”.

Según esa misma institución internacional, cerca del 75% del plástico relacionado con el coronavirus podría convertirse en desperdicio y sumarse a la contaminación marina. Como si esto no bastara, un informe de Grand View Research estima que se espera que el mercado de máscaras faciales aumente en más de la mitad cada año hasta 2027.

Por eso en Filipinas están esperanzados en que la fibra del abacá pueda convertirse en parte de la solución. En su contra está el número reducido de países que cultiva este árbol, la escasez de subsidios y la intensa competencia de los plásticos más baratos, que son producidos en masa.

Comoquiera que sea, ya sabemos que este material tan resistente como el poliéster, pero capaz de descomponerse orgánicamente, podría ayudarnos a salvar el planeta, al tiempo que garantiza el subsidio de cientos de familias en ese lejano país.

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