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La salvación de la sanidad española está en tu frigorífico

Mejor prevenir que curar: la clave para ahorrar en sanidad en España se encuentra en la alimentación. Una dieta equilibrada unida al ejercicio físico regular puede prevenir muchas patologías, evitando el posterior tratamiento de estas, con el consiguiente ahorro en operaciones y medicamentos.

El informe “Alimentación, factor de salud y sostenibilidad” publicado recientemente por Cariotipo Lobby & Comunicación en colaboración de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales) y la Fundación Española del Corazón, concluye que una alimentación adecuada podría suponer un ahorro de hasta 14.300 millones de euros para el Sistema Nacional de Salud. Mantener una dieta saludable a lo largo de la vida es importante: en la infancia, se previenen enfermedades; en las edades más avanzadas, se consigue una mayor calidad de vida.

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Una alimentación adecuada podría suponer un ahorro de hasta 14.300 millones de euros para el Sistema Nacional de Salud, según el informe “Alimentación, factor de salud y sostenibilidad”. Foto: Getty Image.

El porcentaje de obesidad infantil y juvenil en España es significativamente alto: un 35% de los menores entre 8 y 16 años tienen exceso de peso. Por paradójico que resulte, los niños de España, Italia, Grecia, Chipre, Malta y San Marino son los que menos consumen los alimentos típicos de la dieta mediterránea. La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha detectado un alto consumo de dulces, bollería industrial y bebidas azucaradas en estos países, que, unido la baja ingesta de frutas y verduras y el poco ejercicio físico, genera unas altas tasas de obesidad, con sus consiguientes riesgos para la salud.

Las fake news perjudican a la salud

Según datos de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), un 30% de las fake news que podemos encontrar en Internet son sobre alimentación y no siempre vienen de los medios de comunicación: la proliferación de ‘influencers’ también perjudica a la salud. Hoy en día, gran parte de la población se fía de lo que pueda contar una persona influyente a través de las redes sociales, aunque esta no posea el título oficial de nutricionista.

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Las ‘personalidades’ de Internet contribuyen a la generación de fake news, difundiendo dietas o productos para adelgazar que no siempre pueden ser efectivos. No todo el mundo tiene el mismo metabolismo, por lo que la fórmula para perder peso varía en función de la persona. Además, en muchas ocasiones, los ‘influencers’ buscan hacer publicidad de un producto a cambio de dinero, que pueden no haber probado y, por tanto, tampoco les es posible garantizar su efectividad.

También nos encontramos con el mito de los alimentos’ light’ o ‘cero’: productos vendidos como bajos en azúcares o grasas que resultan siendo igual de perjudiciales que la comida basura. Estos alimentos cuentan con una menor presencia de grasas, azúcares y sodio y se comercializan en raciones más pequeñas que los que no están catalogados como tal, pero sus fabricantes siguen incluyendo elementos ‘hiperpalatables’, (aquellos que generan adicción en el consumidor) y también son ultraprocesados. Además, los alimentos precocinados y la comida rápida son muy baratos y no requieren tiempo de cocinado, lo que liga el exceso de peso a la clase social y el nivel socioeconómico. A mayor tasa de pobreza, mayor es el riesgo de sufrir sobrepeso en la infancia.

Una mejora en educación en salud por parte del Gobierno es clave para hace frente a este problema, y podría realizarse a través de talleres y charlas sobre nutrición en los colegios desde edades tempranas. Subir los impuestos a los alimentos menos saludables y otorgar subvenciones para la compra de frutas y verduras son también otras medidas a tener en cuenta: invertir en el nivel actual de salud de los ciudadanos para minimizar las consecuencias médicas y económicas futuras.

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