Usar el móvil de noche provoca una especie de resaca

¿Alguna vez te has despertado con dolor de cabeza pero sin haber bebido una gota de alcohol la noche anterior? No culpes a los cambios del tiempo ni al mal estado de tu colchón: puede que el responsable sea tu teléfono.

Sí, porque además de causar adicción y crear problemas de protocolo continuamente -en el cine, en reuniones con amigos o en cenas románticas- los móviles de última generación también causan una especie de resaca que puede fastidiarnos el día.

Esa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) después de estudiar los hábitos de 243 trabajadores estadounidenses. Los sujetos fueron divididos en dos grupos según su puesto: el primero, el de los managers, contaba con 82 personas. El segundo, el de los empleados rasos, estaba formado por 161.

A todos se les pasó una serie de test para evaluar sus capacidades y a la vez se les preguntó si habían usado el teléfono la noche anterior. Los resultados no dejaron lugar a la duda: aquellos que habían estado utilizando el móvil para temas de trabajo después de las 9 de la noche puntuaron significativamente peor en las pruebas.

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“Los smartphone están diseñados para interrumpir el sueño” asegura Russell Johnson, uno de los autores del experimento, a The Telegraph. "Como nos mantienen enganchados hasta altas horas de la madrugada, hacen que sea difícil que nos olvidemos del trabajo y que podamos descansar y conciliar el sueño.”.

Los investigadores también aseguran en el estudio que los niveles de luz azul emitidos por estos aparatos interfieren de manera notable con la melatonina, una  hormona que se encuentra en forma natural en el cuerpo humano y que está relacionada con la calidad del sueño. Así que, aunque por la noche uses el móvil para jugar, para navegar por Internet o para ver Twitter, también estarás arruinando tus horas de descanso.

Aunque en el estudio no dicen nada de ellas, las tabletas también entrarían en el mismo saco de los móviles, ya que también emiten la misma luz azúl. Igual que los televisores con pantallas LED. Nuestros ojos son más sensibles a este tipo de luz porque las células ganglionares, situadas en la superficie interna de la retina, perciben con mayor intensidad las longitudes de onda más corta, que es el caso de la luz azul. Esto no ocurre con la luz naranja o la roja, y esta sobreestimación hace que nuestro sistema cognitivo se tenga que esforzar más y, por lo tanto, cansar antes. De ahí el agotamiento, el dolor de cabeza y el menor descanso.