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Una francesa consigue una pensión y un certificado de invalidez "por ser alérgica al Wifi"

500 euros al mes y un certificado de minusvalía. Eso es lo que ha conseguido Marine Richards, una ciudadana francesa que asegura sufrir alergia al Wifi y por ello había reclamado ayudas sociales a los tribunales de su país.

Marine asegura sufrir  hipersensibilidad electromagnética, una enfermedad que le provoca un intenso malestar cuando cerca de ella hay un router, un teléfono móvil, una tableta o un ordenador.

Esta es la primera vez que los tribunales de nuestro vecino del norte fallan a favor de una persona que asegura tener hipersensibilidad electromagnética. Hasta ahora, los jueces habían negado todo tipo de ayudas y no permitían que este ‘problema’ fuera equiparado a una minusvalía o a una enfermedad real.

Dolor de cabeza ordenador
Dolor de cabeza ordenador



En las últimas fechas, este trastorno ha alcanzado un cierto grado de popularidad mediática gracias a la decisión de Pablo Iglesias -líder de Podemos- de apoyar una petición en la que se solicitaba el reconocimiento de la hipersensibilidad electromagnética como problema de salud que merece la atención de las autoridades.

Pero lo cierto es que este problema carece de base científica. Según el Comité Científico de la Unión Europea, la radicación electromagnética emitida por aparatos como el microondas, los ordenadores, los teléfonos o un router no es perjudicial para la salud.

La Organización Mundial de la Salud tampoco reconoce la hipersensibilidad electromagnética como una enfermedad real, ni tampoco ha sido capaz de encontrar una relación causa-efecto entre las ondas emitidas por un aparato electrónico y el displacer de las personas. Los síntomas que sufren las personas que afirman padecer este trastorno van desde la fatiga al insomnio, pasando por las alteraciones emocionales, nauseas, problemas gastrointestinales, estrés y ansiedad.

En 2013, un estudio publicado en la revista Electromagnetic Biology and Medicine atribuyó a una causa psicológica la aparición de síntomas asociados a la sensibilidad electromagnética. En el mismo trabajo se demostró que los sujetos que aseguraban padecer este problema ni siquiera eran capaces de percibir la existencia de un campo electromagnético a su alrededor, cuando afirmaban poder sentirlo. Algo absolutamente lógico, ya que ningún ser humano es capaz de hacerlo sin un instrumento adecuado.

Pero a pesar de todos estos datos, el tribunal francés que ha evaluado el caso de Marine Richards ha decidido fallar a su favor y acceder a sus pretensiones. Su abogado ha declarado al diario The Times  que a partir de ahora se abre una vía para que otros casos similares pueden tener la misma conclusión.