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Tu smart TV puede espiarte (y le has dado permiso para hacerlo)

Una de las grandes mentiras de nuestra época es la aceptación de los términos y condiciones de uso. Aunque decimos que sí, nadie lee esa retahíla interminable de situaciones y compromisos que se interpone entre nosotros y el disfrute del flamante gadget o servicio que vayamos a disfrutar. Así luego pasa lo que pasa: que sin saberlo, aceptamos lo inaceptable.

Por ejemplo, que nuestro televisor inteligente puede espiarnos. Un héroe llamado Michael Price -se merece ese apelativo, porque se tragó las 46 páginas de condiciones sobre privacidad que traía su televisor- ha descubierto que las smart tv pueden espiarnos todo lo que quieran, principalmente porque les damos permiso para ello.



Las televisiones de última generación son auténticos ordenadores con los que podemos navegar desde el sofá. Además, las marcas más punteras ponen a disposición de sus clientes tiendas virtuales desde las que se pueden descargar aplicaciones con las que se pueden enviar mensajes de texto, correos electrónicos o ver You Tube, por poner solo algún ejemplo.

Pues bien, Price, abogado estadounidense especializado en derecho civil, ha descubierto que al aceptar las condiciones de uso de uno de estos aparatos le estamos dando permiso para espiarnos. Y además, en profundidad: la tele enviará a los servidores de la compañía nuestros datos de navegación, las apps que hemos utilizado, la parte de la pantalla en la que hemos clickando con el cursor del mando… Todo para engordar sus servidores con datos que luego podrá utilizar para afinar con la publicidad o con el diseño de futuros aparatos.

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Pero lo peor no es eso, sino que también estamos dando nuestra aquiescencia a que la empresa acceda al micrófono y a la cámara que algunos modelos tienen instaladas para realizar videollamadas. Es decir, que nos pueden espiar en el corazón de casa, sin que nosotros nos enteremos. Y además, aunque parezca increíble, en las condiciones se explica que la tele puede grabarnos aunque esté apagada. Y nuestras palabras o imágenes pueden ser enviadas a ‘terceras empresas’. Todo un espanto orwelliano.

¿Hay alguna alternativa?
La única manera de escapar de esta trampa es no aceptar los famosos términos y condiciones. Pero eso en un smart tv equivale a no poder conectarlo a Internet, lo que haría que fuera un simple televisor. Si ‘osáramos’ a hacer lo mismo con una tableta o con un teléfono inteligente, prácticamente no podríamos usar la mayoría de sus funciones, por lo que tendríamos un bonito y caro pisapapeles.

Así que de momento parece que hay poca solución a esta desagradable situación, por lo menos desde la perspectiva de un individuo. Elevar nuestras quejas a las diferentes asociaciones de usuarios para denunciar estas prácticas abusivas e inmorales quizás sea el camino más razonable para acabar con ellas.